En primer lugar, deberíamos preguntarnos, ¿es mala la timidez? Lo primero que deberíamos hacer es diferenciar entre la timidez “buena” y la “mala”. Esta diferencia dependerá de la intensidad. Se trata de trazar una línea entre la timidez como una mera característica, parte de nuestra personalidad y cuando ésta se convierte en una dificultad.
Cuando la timidez me hace muy difícil o casi imposible hablar con personas que no forman parte de mi círculo íntimo, entonces, es bueno hacer algo al respecto.
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¿Por qué tenemos tanto miedo a hacer el ridículo?
Uno de los miedos más generalizados es el miedo al ridículo y éste tiene sus orígenes seguramente en nuestros antepasados de las cavernas.
Que se rían de mí lo suelo interpretar como la antesala del rechazo. Quiero ser fuerte y que el grupo me acepte. Si pensamos en una manada de cualquier mamífero: elefantes, cebras, leones… Tenemos muy claro que aquel miembro que sea expulsado de la manada, por ejemplo por no ser lo bastante fuerte o rápido, seguramente lo tenga muy difícil para sobrevivir.
Aunque muchos de nuestros instintos hoy nos parecen innecesarios, no lo son tanto y continúan dirigiendo gran parte de las reacciones inconscientes de nuestro cuerpo y de los pensamientos asociados a éstas. Suelo recordar a las personas con las que trabajo por aspectos relacionados con la ansiedad, lo importante que puede ser recuperar este instinto tan primario en caso de verme implicado en un incendio, atraco, accidente… La ansiedad es el miedo, tan necesario para escapar de enemigos y depredadores cuando aparece ante una amenaza actual (hipoteca, despido…).
La primera dificultad a la hora de trabajar cualquiera de las habilidades sociales consiste en reconocer la necesidad de cambiar ese aspecto concreto de nuestro comportamiento. Solemos decir “yo paso”, cuando en realidad deberíamos decir: “ no sé cómo hacerlo”, “me supera” o “tengo miedo”. Si eres un o una valiente y te has propuesto vencer la timidez coge papel y lápiz.
Tips para vencer la timidez
1. Pregúntate qué conducta te gustaría tener
Haz una lista con todos aquellos comportamientos que te gustaría poder tener y ahora te resultan imposibles. Por ejemplo, poder hablar con una persona que apenas conoces, pedir un favor a un compañero de trabajo o de clase, dar las gracias cuando alguien tiene un detalle conmigo, etc.
2- Búscate un referente
Ahora que ya sabes qué comportamientos son los que te gustaría tener, piensa en alguna persona que puedas considerar un experto a la hora de desarrollar estos comportamientos. No se trata de hacer experimentos ni de buscar extrañas teorías. Si no sabes, copia. Así de fácil.
Asegúrate de que esa persona que utilizarás como modelo se parece lo máximo posible a ti, no en el aspecto concreto que pretendes mejorar pero si en todo lo demás (edad, sexo, nivel de ingresos…) y a poder ser que sea alguien accesible para ti, de modo que le puedas preguntar.
3- Haz un estudio minucioso de tu referente
Observa a tu modelo experto y describe con detalle su comportamiento, desglosa su compleja actuación en tareas mucho más sencillas que puedas reproducir con una cierta facilidad.
Por ejemplo, al entrar en una oficina el experto suele saludar a todas las personas encajando las manos y dando los buenos días o las buenas tardes con una sonrisa. Se trata de una conducta que si me lo propongo puedo copiar.
4- Repite estas conductas tantas veces como te sea posible, la repetición crea el hábito.
Siembra una acción y cosecharás un hábito.
Cultiva un hábito y obtendrás un carácter.
Cultiva un carácter y cosecharás tu propio destino.
-Swami Sivananda-
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Artículo elaborado en colaboración con Xavi Savin.
