Es difícil hacer un resumen de los Grammy cuando se reparten más de 80 premios en diferentes categorías. Si nos ceñimos a la general, en la que confluyen todo tipo de estilos, ahí no hay duda. Fue la noche (otra vez) de Taylor Swift. Tras ser número 1 en las radios prácticamente todo el mundo y vender varios millones de discos (con cifras solo alcanzables en los últimos tiempos para el huracán Adele), 1989 culmina su exitoso camino con el premio más jugoso de la música: Mejor álbum del año. Ha batido, adicionalmente, un récord difícilmente superable, ya que es la segunda vez que lo consigue (la primera fue en 2010 por Fearless) convirtiéndose en la primera mujer en lograrlo. A este se le sumó el Grammy a Mejor álbum pop solista y Mejor vídeo para Bad Blood.
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Pero además de Taylor Swift, la noche tuvo otros protagonistas. El rapero Kendrick Lamar partía como favorito junto a Taylor a Mejor álbum, una rareza para un disco de hip hop, ya que no suelen trascender de las categorías propias de ese género. Al final ella se llevó el gato al agua (que también batió al genio del R&B The Weeknd, al indie rock de Alabama Shakes y al country de Chris Stapleton), pero Lamar no se fue con las manos vacías, ya que fue el que más Grammys consiguió a lo largo de la noche, cinco en total gracias a su obra maestra, To pimp a butterfly, que arrasó en su propia categoría. Se coronó además, con una actuación de lo más reivindicativa.
Ed Sheeran fue el otro gran protagonista. El británico se hizo con otro de los premios más sustanciales de la noche: la mejor canción pop del año por Thinking Out Loud, esa preciosa balada que no paró de sonar el año pasado y que fue desde el primer momento uno de esos clásicos que recordaremos toda la vida (¿en cuántas bodas habrá sonado ya?). La grabación del año, entendida como el producto más completo y que más movió a las masas en 2015 fue, sin duda alguna, para Bruno Mars y Mark Ronson por Uptown Funk. ¿Cómo no lo iba a lograr? Al fin y al cabo, ha sido el mayor hit del año pasado. Aunque probablemente nadie hubiera discutido que se hubiera llevado el premio el resto de nominadas: Blank Space de Taylor Swift, Can't Feel My Face de The Weeknd, Really Love de D'Angelo o la propia Thinking Out Loud.
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Noche de sorpresas y homenajes
Entre los más de 80 galardones que se reparten en los Grammy, también hay que destacar, por ejemplo, que Ricky Martin se llevó el premio a Mejor álbum pop latino por A quien quiera escuchar (batiendo en esta categoría a Pablo Alborán y a Alejandro Sanz); que el disco Hasta la raíz de Natalia Lafourcade hizo lo propio con la categoría de Mejor álbum latino alternativo; o que Justin Bieber consiguió el primer Grammy de su carrera por Where Are Ü Now como mejor grabación dance. Probablemente, el año que viene le caiga alguno más después del apabullante éxito que está suponiendo su nuevo trabajo, Purpose.
En el plano de las actuaciones y homenajes, había unos cuantos pendientes. Por ejemplo, el premio a Persona del Año fue para Lionel Richie, que salió al escenario a tocar algunos de sus éxitos con Demi Lovato, John Legend o Meghan Trainor, entre otros. También hubo homenaje a Motorhead, los Eagles y, tal vez el más esperado de la noche, al gran David Bowie. Fue Lady Gaga la encargada de metamorfosearse en el mítico músico para hacer un popurrí de algunas de sus canciones más conocidas. Y hay que decirlo: estuvo inmensa en su papel. Desde luego con homenajes así se nos hace un poco menos duro pensar que no volveremos a verle en una entrega como esta. Le echaremos de menos, pero la fiesta de los Grammy continúa. Que nadie baje la música.
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