Paso 1. Limpiar la superficie
La superficie en la que vayas a pegar el adhesivo debe estar impoluta y lisa, tanto si es una pared como un mueble. Si tiene fisuras, pintura desconchada o enlucidos estropeados no optes por esta decoración a la última.
Importante: Recuerda que una vez pegues el adhesivo será muy difícil (prácticamente imposible) despegarlo y colocarlo en otro lugar. No olvides que si trabajas con un motivo grande valen más cuatro manos que dos.
Paso 2. Frotar el adhesivo
El adhesivo está compuesto por un papel protector blanco, el motivo propiamente dicho y una capa transparente que lo cubre. Con la ayuda de un rascador de plástico o, en su defecto, de una tarjeta de crédito usada, repasa la superficie del adhesivo para que el motivo y la capa transparente queden perfectamente unidos. Con suavidad, empieza a despegar el motivo del papel protector.
Paso 3. Colocar el adhesivo
Sitúalo donde lo quieras pegar. Utiliza masilla adhesiva para señalar los puntos de referencia en la pared y pega el adhesivo siguiendo dichas marcas. Pasa el rascador sobre el motivo para evitar que se formen burbujas.
Importante: En este punto aún se puede reubicar el adhesivo si no ha quedado del todo bien.
Paso 4. Rascar con fuera
Repasa la superficie con movimientos de arriba abajo y de dentro afuera. Presiona con fuerza para que no aparezcan burbujas poco agraciadas. A medida que pegues el adhesivo, deshazte del papel protector.
Importante: Recuerda que debes sostener la parte del motivo que aún no está pegada en un ángulo de 45° con respecto de la superficie, pues es la presión lo que hace que el adhesivo quede sujeto a la superficie y no el hecho de apoyarlo en la pared con la mano.
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Paso 5. Darle lustre
Pasa un trapo suave por encima de la superficie para alisarla del todo. Ahora sólo tienes que admirar tu obra maestra.
Importante: Si a pesar de todos tus esfuerzos aún se ven algunas burbujas, sigue nuestro consejo: pínchalas con una aguja muy fina y desaparecerán.
