A diferencia de la crema solar, que tienes que aplicarte sobre la piel una y otra vez, las lentes de tus gafas transparentes y de tus gafas solares con o sin graduación pueden contar con protección ultravioleta incorporada que te proteja a diario y de forma ininterrumpida.
Sin embargo, la protección UV no está vinculada al color de las lentes. El tinte te proporciona un mayor confort y protección frente a los rayos más brillantes del sol, pero, desgraciadamente, algunas de estas lentes ofrecen muy poca protección frente a la radiación UV.
Las gafas que cuentan con el distintivo100% protección UV o “UV 400” te protegen de los rayos UV frontales. Este primer nivel de protección está regulado por la legislación europea, por lo que los productos que cumplen este estándar reciben una marca CE.
Sin embargo, hasta un 50% de los rayos UV a los que estamos expuestos pueden incidir desde atrás o desde los lados; algo que el distintivo CE no tiene en cuenta.
Los científicos han destacado recientemente la importancia del reflejo de los rayos UV que inciden desde detrás nuestro. El sol cambia de posición a lo largo del día y los rayos UV pueden reflejarse en muchas superficies naturales (como el agua, la arena y la nieve), pero también en nuestro entorno urbano (el asfalto, la hierba, las ventanas, etc.), lo que aumenta nuestro nivel de exposición diaria. Los rayos UV que se reflejan en la cara interna de las lentes son aún más dañinos, puesto que, al no deslumbrarnos de forma directa, evitan que recurramos a sistemas de defensa naturales, como contraer la pupila o entrecerrar los ojos.
Este fenómeno es muy sencillo. Por ejemplo, cuando caminamos por la calle, los rayos UV (que, como sabes, son invisibles) pueden provenir de los edificios que nos rodean y reflejarse en la cara interna de nuestras lentes, llegado directamente al ojo. No olvides que estamos expuestos a los rayos UV diariamente y en cualquier parte, por lo que deberías pedirle a tu óptico que incorpore protección UV a tus lentes (incluso a las transparentes). La sobreexposición a la luz ultravioleta puede producir cataratas, daños en la retina y otros problemas oculares.