El día arranca con buenos propósitos y termina con veinte pestañas abiertas, tres conversaciones a medias y la sensación de no haber terminado nada. El multitasking se vende como superpoder, pero deja la cabeza como un navegador saturado. Si la jornada es un rompecabezas, la pieza que siempre falta es el foco.
En la cocina suena el microondas, vibra el móvil, se enciende la pantalla del portátil. Abres el correo “solo un minuto”, y ese minuto se dilata como chicle. Respondes un mensaje de voz mientras copias un enlace y piensas en la reunión de las 10:00. El café se enfría. Y tú vas más rápido, pero tu mente no llega. A mediodía ya has saltado entre siete tareas sin ver un final nítido. A las seis, te preguntas por qué estás tan cansado si “no hiciste tanto”. Duele admitirlo: lo llamamos productividad. ¿Y si fuera al revés?
Tu cerebro no está hecho para dividirse en diez
El multitasking no es hacer varias cosas a la vez, es cambiar de tarea a gran velocidad. Cada salto cobra peaje: memoria de trabajo que se vacía, atención que se reacomoda, microfatiga que se acumula. **Tu atención es finita**. Y cuando la troceas, pierdes precisión, creatividad y calma. El cerebro ama los grupos de tareas y el ritmo constante. Lo que parece agilidad es ruido.
Imagina a Lucía: responde un email importante mientras escucha a su jefe en una llamada y revisa el chat del equipo. Pierde una frase clave, envía el correo con un adjunto equivocado y, para rematar, necesita releer todo al terminar. Todos hemos vivido ese momento en el que el remate perfecto se escapa por una alerta tonta. Los estudios sobre “coste de cambio” hablan de segundos que se convierten en minutos y de minutos que, sumados, se van en horas. El error no es humano: es sistémico.
La explicación es sencilla y dura. El córtex prefrontal gestiona prioridades, pero no ejecuta dos decisiones complejas al mismo tiempo. Cada vez que alternas, tu cerebro desmonta un modelo mental y arma otro. Ese desmontaje consume glucosa, dopamina y paciencia. Aparecen más errores, baja la memoria reciente, sube el cortisol. Ese cóctel simula movimiento y fabrica cansancio. El multitasking no acelera. Te hace correr en arena.
Qué hacer: del caos al enfoque práctico
Prueba esta secuencia: define tu “tarea una” y bloquéala 45 minutos. Modo avión, pestañas mínimas, pantalla limpia. Un post-it al lado con lo único que debes lograr. Luego, 10 minutos de paseo, agua o estiramiento. Repite dos bloques y solo entonces abre correo y chats en una ventana de 15 minutos. **Monotarea no es lentitud**, es tracción. Si te interrumpen, anota la interrupción en una “lista de aparcar” y vuelve a tu post-it. Lo sencillo gana porque es repetible.
Errores que nos sabotean: empezar el día abriendo el correo, usar el móvil como reloj y dejar las notificaciones “por si acaso”. Seamos honestos: nadie hace realmente eso todos los días. No pasa nada si un bloque se descarrila, lo que mata no es un desvío, es no volver a la vía. Pon rituales diminutos: abrir el documento, escribir una línea tonta, respirar tres veces. Cuando tu cuerpo reconoce el ritual, el foco llega antes. Y si tu energía cae, cambia de tipo de tarea, no de app.
La brújula es simple: menos fricción para empezar, menos tentaciones a mitad, cierre claro al terminar.
“La atención es el recurso no renovable del siglo XXI.”
Construye un entorno que lo cuide: luz que no te agote, silla que no te pelee, notificaciones que no chillen. Y marca límites con cariño: decir “respondo a partir de las 12” es una forma de respeto.
- Bloques: 45/10 o 25/5 si vas con Pomodoro.
- Regla de 3: solo tres prioridades reales al día.
- Ventanas de comunicación: 2 o 3 franjas para correo y chats.
- Regla de una pestaña: trabajo profundo, una sola ventana.
- Checklist de cierre: 5 minutos para guardar, nombrar y planear el siguiente paso.
Haz espacio: tu atención se entrena con lo que le das
No se trata de convertirte en monje digital, sino de diseñar días más amables. Empieza por cartografiar tu energía: ¿cuándo piensas mejor, cuándo ejecutas mejor? Pon lo creativo en la mañana, lo operativo después de comer, lo social a media tarde. Guarda márgenes entre bloques, como quien deja reposar un pan. **Menos notificaciones, más decisiones**. Si no hay urgencia, no hay prisa. Y si hay prisa, que sea por una sola cosa a la vez.
| Punto clave | Detalle | Interés para el lector |
|---|---|---|
| Coste de cambio | Cada salto de tarea consume memoria y energía | Explica por qué te cansas y cometes errores |
| Bloques de enfoque | 45/10 o 25/5 con rituales simples | Fórmula práctica para avanzar sin agotarte |
| Ventanas de comunicación | Correo y chats en franjas, no en continuo | Recuperas control y evitas la ansiedad de respuesta |
FAQ :
- ¿Multitarea significa ser más eficiente?No. El multitasking es alternar rápido, no producir más. El coste de cambio te hace perder tiempo y precisión.
- ¿Y si mi trabajo exige responder a todo ya?Negocia ventanas cortas de respuesta y usa alertas solo para lo realmente crítico. Tu cerebro rinde mejor por lotes.
- ¿Cómo entreno el foco si me distraigo fácil?Empieza con bloques de 15 minutos, ritual de inicio y lista de “aparcados”. Aumenta el tiempo cuando se sienta natural.
- ¿El Pomodoro sirve para tareas creativas?Úsalo como calentamiento. Para tramos creativos largos, bloques de 45-60 minutos con descansos generosos funcionan mejor.
- ¿Qué hago con WhatsApp y redes?Silencia grupos, crea una franja concreta y saca las apps de la pantalla principal. Lo que no ves, no te pica.



Super article, merçi ! J’ai testé deux blocs 45/10 ce matin avec mode avion + une seule fenêtre, et j’ai FINI un brouillon que je traînais depuis des semaines. La “liste de parking” pour les idées qui surgissent m’a sauvée: je note, puis retour au post-it. Monotâche ≠ lenteur, c’est vrai, on sent la traction. Je garde la règle des 3 priorités dès demain 🙂
Je ne suis pas convaincu: dans mon support IT, si j’attends des « fenêtres de communication », on me tombe dessus. On parle beaucoup du “coût de changement”, mais avez-vous des sources précises (études récentes, pas juste blogs) ? Et côté managers, comment négocier sans passer pour le type anti-réactivité? Parce que la théorie est belle, la réalitée… moins.