Antonia Egeert, jubilada de 76 años: “Cobré unos 2.500 euros netos al mes, pero pienso que un día no habrá dinero para las pensiones si no cambian algunas cosas”

Antonia Egeert, jubilada de 76 años: “Cobré unos 2.500 euros netos al mes, pero pienso que un día no habrá dinero para las pensiones si no cambian algunas cosas”

Antonia Egeert, 76 años, mira su jubilación con un ojo práctico y otro alerta. Durante años cobró unos 2.500 euros netos al mes. Hoy teme que, si nada cambia, llegue el día en que falte dinero para pagar pensiones como la suya. No habla de teorías: habla de vida.

La conocí una mañana de mercado, con el carrito azul y una lista doblada en cuatro, marcando los precios con el lápiz. Me dijo que fue feliz trabajando, que lo dio todo, y que su pensión le alcanza “si no me despisto”. Luego bajó la voz para soltar la pregunta que la ronda: “¿Y si un día no hay?”. La frase quedó colgando como una campana pequeña. Seca y clara.

La inquietud detrás de una pensión que parece suficiente

Antonia trabajó más de cuatro décadas y llegó a cobrar unos 2.500 euros netos al mes. Hoy vive de una **pensión pública** que le permite ir tirando con dignidad. Dice que la vida sigue, pero no al mismo ritmo. Y que el dinero, cuando se estira, cruje.

Su historia no es un caso aislado. La pensión media de jubilación en España ronda los 1.430 euros y hay más de nueve millones de pensionistas. Por cada persona jubilada trabajan algo más de dos cotizantes, una cuerda que aguanta, sí, pero que no puede tensarse eternamente.

El nudo está en el envejecimiento y en cómo trabajamos. Los mayores viven más, los sueldos no crecen como antes y las carreras laborales vienen llenas de baches. Entre el “baby boom” y la temporalidad, el sistema pública cada año un esfuerzo extra. El reloj demográfico suena sin pausa.

Lo que cambia el panorama: trabajo, cotización y pequeños hábitos

Antonia aprendió una táctica simple: dividir los gastos fijos en sobres virtuales y priorizar tres. Vivienda, comida, salud. El resto va a una cesta con tope, y si sobra algo, a un fondo de emergencia de tres meses. Es mecánico, casi aburrido, pero funciona.

Hay errores que se repiten. Confiarlo todo al Estado sin revisar la vida laboral, por ejemplo. No pelear lagunas de cotización, o ignorar complementos que quizá correspondan. Seamos honestos: nadie hace esto todos los días. Dos tardes al año bastan para ordenar papeles y evitar sustos.

Antonia lo resume en corto y al grano. Y deja una frase que pincha manso.

“No pido milagros. Solo reglas claras y trabajos con cotizaciones de verdad. Si no, un día faltará dinero.”

  • Revisa tus bases de cotización al año y corrige errores.
  • Construye un colchón de 3-6 meses en una cuenta separada.
  • Evita deudas caras: el interés devora la pensión del futuro.
  • Pequeños ingresos extra: clases, manualidades, alquiler puntual.
  • Habla en familia de cuidados y dependencia antes de que apremie.

La conversación que no se acaba

La sostenibilidad no es un monstruo abstracto. Es la caja del súper, la factura de la luz, la nieta que pide una mochila y la abuela que sonríe. Todos hemos vivido ese instante en que miras el extracto y piensas: ¿hasta cuándo?

Hay margen para arreglar cosas: empleo estable, cotizaciones reales, economía productiva y menos burocracia. También una mirada más honesta a la longevidad y a la atención de larga duración. Lo contrario es seguir corriendo detrás de la pelota.

Antonia no dramatiza. Camina, cocina, llama a sus amigas y hace cuentas con calma. “Yo no quiero más, quiero que llegue”, dice. La escena se queda. Y preguntas brotan solas.

Punto clave Detalle Interes para el lector
Pensión suficiente no es tranquilidad garantizada Con 2.500 € netos de salario en su etapa activa, Antonia teme por la sostenibilidad futura Conectar ingresos pasados con realidad de hoy
Demografía y empleo mandan Más longevidad y carreras laborales irregulares presionan el sistema Entender por qué las reformas llegan y qué implican
Pequeños hábitos, gran diferencia Colchón, revisión de cotizaciones, ingresos modestos adicionales Acciones prácticas que se pueden aplicar ya

FAQ :

  • ¿De verdad peligran las pensiones?El sistema paga hoy, pero la demografía tensa las cuentas. La clave es empleo formal y cotizaciones suficientes.
  • ¿Qué cantidad de colchón es razonable?Entre 3 y 6 meses de gastos esenciales. Una cuenta separada, sin tarjeta, ayuda a no tocarlo.
  • ¿Sirve empezar a ahorrar con 55 o 60 años?Sí. No es lo mismo que empezar con 30, pero cada euro fuera de deudas es un respiro mañana.
  • ¿Ingresos extra pequeños cuentan?Claro. Sesiones de costura, clases, vender libros, alquilar una plaza en verano. Pequeños ríos hacen un caudal.
  • ¿Qué reformas marcan la diferencia?Más empleo estable, cotizar lo real, combatir economía sumergida y planificar la dependencia. Sin eso, el sistema cojea.

Antonia frente al espejo: lo que ve y lo que pide

“Cuando cobré 2.500 euros netos me sentí segura”, admite. Ahora la seguridad es otra cosa: orden, previsión, un margen para imprevistos. Lo que reclama no es un milagro, sino reglas que no cambien a mitad del partido.

Antonia recuerda sus primeros sueldos, los años de alquiler, la hipoteca, la guardería. Pocas certezas, muchas listas. Tal vez por eso repite su mantra: gasto, ahorro, paciencia. Y una libreta donde apunta todo en letra grande.

Hay quienes dirán que exagera. Ella encoge los hombros. “Yo lo que no quiero es que mis nietos paguen mi tranquilidad con su ansiedad”. Y ahí se hace silencio. *Ese silencio que no asusta, pero pide respuestas.*

Lo que cada cual puede tocar con la mano

Empieza por lo que depende de ti. Revisa una vez al año tu vida laboral y tus bases. Si hay huecos, busca regularizar. Si hay deudas, ataca primero las más caras. Y celebra cada paso, aunque sea pequeño.

Cuida la salud, en serio. Más años con autonomía son menos gastos médicos y más libertad. El ejercicio barato, la comida sencilla y dormir bien son una inversión que casi nadie contabiliza y vale oro. Antonia jura que caminar es su mejor plan de pensiones.

Si tienes margen, combina depósitos líquidos con un ahorro indexado sencillo. Nada de malabares. Una regla que Antonia aprendió tarde: no persigas rentabilidades imposibles con dinero que luego te quitará el sueño. Una siesta tranquila vale más que un porcentaje bonito.

La pregunta que no caduca

¿Y si un día no hay? Antonia no busca asustar; busca que miremos de frente. En su casa, el reloj suena igual que siempre, pero las cuentas se revisan con otra luz. Habla con sus hijos, pacta con su yo del futuro y no guarda las dudas en un cajón.

Su historia no dicta un camino único. Invita a hablar de trabajo digno, de cotizaciones reales y de cuidados que no arrasen la mesa familiar. También de cómo nos contamos el futuro sin prometer lo que no se puede pagar.

Quizá ahí está el punto. No tener miedo a cambiar cosas, ni a admitir que algunas no daban más. Antonia, con su carrito azul, sigue andando. Y la pregunta sigue, como guía.

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