¿Y si la mejor “edad” de tu vida no tuviera nada que ver con arrugas, sueldos o títulos, sino con cómo piensas al despertar? La frase de Rafael Santandreu, psicólogo popular y directo, hace ruido porque descuadra nuestros cálculos. Menos filtros, menos postureo: pensar bien como puerta a una etapa entera, más liviana y útil. ¿De verdad se puede entrenar?
La sala de conferencias en Barcelona huele a café y rotulador. Una mujer del fondo, manos apretadas, se atreve a hablar de su ansiedad. Santandreu se inclina y le pregunta, casi en susurro: “¿Dónde está escrito que tengas que gustarle a todos?”. La mujer respira, larga, como si soltara un ancla. El público sonríe, hay un murmullo que suena a alivio compartido. Afuera llueve, adentro alguien toma notas como si estuviera aprendiendo un idioma nuevo. El psicólogo no promete milagros, propone entrenamiento. ¿Y si empezar bien la vida fuera cuestión de una frase?
Pensar correctamente: de la exigencia a la preferencia
“Pensar correctamente” no es pintar de rosa una pared agrietada. Es mirar la grieta, medirla y decidir qué hacer sin insultarse a uno mismo. Es una gimnasia mental basada en ideas realistas, flexibles y amables con la propia fragilidad.
La diferencia clave está en la palabra “debería”. Cuando la cabeza exige —“debería ser perfecto”, “no puedo fallar”—, el cuerpo se tensa y el ánimo se estrecha. Si cambio a preferencia —“me gustaría que saliera bien, pero puedo tolerar si no”—, baja el volumen del miedo y aparece margen de maniobra.
Marta, 42 años, temía perder su empleo. Su mente repetía: “Sería terrible, no lo soportaría”. En sesión, convirtió su catástrofe en plan: “Sería incómodo, pero podría buscar alternativas y pedir ayuda”. No se volvió ciega optimista; se volvió pragmática. Según la OMS, 1 de cada 8 personas convive con un trastorno mental; no todo depende de las ideas, pero las ideas sí tiran de los hilos del día a día.
Del miedo al método: el ABC que desactiva tormentas
El enfoque que Santandreu populariza viene de una estirpe clara: Acontecimiento, Belief (creencia), Consecuencia. No me hunde el hecho en sí, sino lo que me digo sobre ese hecho. Si discuto mi creencia rígida, cambia la emoción y también lo que hago después.
Ejemplo sencillo. He enviado un informe con una errata. Creencia rígida: “Soy un desastre, me van a despedir”. Emoción: pánico. Conducta: ocultarme. Relectura flexible: “Cometí un error, puedo corregirlo y aprender”. Emoción: nervios, pero manejables. Conducta: aviso y arreglo. La vida no se vuelve fácil; se vuelve practicable.
Este giro no es solo filosofía. Es neuroeconomía cotidiana. La exigencia cierra opciones porque todo o nada. La preferencia abre puertas, una a la vez. En ese pasillo, uno camina mejor.
Higiene mental en cinco minutos: rutinas que sí se hacen
Prueba una pauta breve: 5 minutos mañaneros, cuaderno y bolígrafo. Escribe un “debo” que ronde tu cabeza, réstale dramatismo y cámbialo por una preferencia. Luego redacta una mini-aceptación: “Puedo tolerar X, aunque no me guste”. Cierra con una micro-acción de 10 minutos que te acerque a lo que valoras.
Otra herramienta: exposición gradual con cariño. Si te bloquea hablar en reuniones, prepara una intervención de 30 segundos, no de tres minutos. Hazlo tres veces esta semana. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Lo que cuenta es volver, una y otra vez, sin insultos internos cuando flojeas.
Errores frecuentes: querer sentirte bien antes de actuar; compararte con quien no tiene tu historia; abandonar cuando la emoción no obedece. Vuelve al guion corto y humano. Refuerza los avances minúsculos con un “bien por mí, hoy sí”. Eso ancla.
“La mejor fase de la vida de una persona es cuando empieza a pensar correctamente.” — Rafael Santandreu
- Kit exprés de higiene mental
- — Cambia exigencias por preferencias y no exigencias.
- — Habla en voz alta 30 segundos con tu “yo compasivo”.
- — Micro-acción valiente de 10 minutos.
- — Descanso breve: 4 respiraciones lentas.
- — Revisión al final del día: un aprendizaje, no un juicio.
La segunda juventud mental
Todos hemos vivido ese momento en el que el pensamiento nos arruina una tarde que prometía. Ahí empieza la nueva fase: no cuando cambian las circunstancias, sino cuando cambia el diálogo interno. *La mente se entrena como un músculo.*
Edad, CV, ciudad: da igual. La práctica es humilde y diaria: detectar la voz que exige, responder con una voz que cuida y moverse un centímetro hacia lo valioso. A veces es mandar un email incómodo. O decir “no” a una invitación sin fabricar excusas. O salir a caminar sin esperar motivación divina.
Hay algo contagioso en ver a alguien pensar distinto: el ambiente se suaviza. En la pantalla del móvil, entre memes y titulares, caben también tres líneas que te cambian el día. **Pensar correctamente** no es obedecer una consigna; es aprender a elegir mejor lo que te dices. ¿Qué frase te falta hoy para dar el siguiente paso?
| Punto clave | Detalle | Interes para el lector |
|---|---|---|
| Del “debo” a la preferencia | Reducción de exigencias internas y lenguaje flexible | Menos ansiedad, más margen de acción |
| Método ABC | Acontecimiento, creencia, consecuencia | Herramienta práctica para desactivar catastrofismos |
| Rutinas breves | 5 minutos diarios, micro-acciones y exposición gradual | Aplicación inmediata en trabajo, pareja y salud |
FAQ :
- ¿“Pensar correctamente” es pensamiento positivo?No. Es pensamiento realista y flexible. No niega problemas, los coloca en tamaño manejable y propone pasos posibles.
- ¿Cómo empiezo si estoy muy ansioso?Respira 4 veces lento, escribe el “debo” que más te aprieta y cámbialo por una preferencia. Luego una micro-acción de 5-10 minutos. Pequeño, hoy.
- ¿Sirve si mi problema es laboral y no “emocional”?Claro. Lo que te dices afecta decisiones, límites y comunicación. Una relectura mental puede desbloquear conductas útiles en la oficina.
- ¿Cuánto tiempo tarda en notarse el cambio?Algunas personas sienten alivio en días; el hábito se consolida en semanas. La constancia, no la perfección, marca la diferencia.
- ¿Y si recaigo en el catastrofismo?Pasa a todos. Retoma el método sin dramas: detecta, disputa, actúa. **Exposición gradual** y refuerzo amable. Mañana es otra oportunidad.


