María Gadea, fisioterapeuta: “Tres gestos diarios que alivian la tensión de cuello y espalda”

María Gadea, fisioterapeuta: “Tres gestos diarios que alivian la tensión de cuello y espalda”

Cada jornada empieza con buenas intenciones y termina con el cuello ardiendo y la espalda rígida. Entre pantallas, movimientos repetidos y prisas, el cuerpo cobra la factura. La fisioterapeuta María Gadea lo ve a diario y propone algo que cabe en cualquier agenda: gestos sencillos que bajan el volumen del dolor.

El coworking abre a las ocho y media y ya hay un rumor de teclados, vasos de café y cuellos que crujen al girar. Una chica se masajea la nuca con la tapa del bolígrafo, un diseñador estira los hombros mirando a la ventana, un programador cambia de postura sin encontrar la buena, como si su silla estuviera hecha de piedras. María Gadea, mochila y esterilla, entra para una charla corta, de esas que mueven más hábitos que músculos, y los asistentes se recolocan casi por instinto cuando la ven sonreír. Ella no promete milagros, promete minutos útiles. Tres gestos, cero excusas.

La carga invisible del día a día

La tensión de cuello y espalda no aparece de golpe: se va tejiendo con hilos finos mientras contestas un correo, haces una llamada o esperas el metro con la cabeza baja. La musculatura cervical y dorsal aguanta más de lo que confiesa, hasta que el cuerpo habla con un pinchazo, un dolor sordo o esa rigidez que te quita ganas de todo. María Gadea dice que el problema no es trabajar, sino trabajar sin microdescansos.

Un ejemplo sencillo: Laura, 36 años, abogada, pasa ocho horas entre reuniones y documentos, y llega a la consulta con cefaleas tensionales un par de veces al mes. No tiene lesión grave, tiene hábitos acumulados, tiene los hombros en las orejas y respira corto, como si llevara prisa incluso sentada. En dos semanas, con cambios mínimos y tres gestos diarios, sus tardes dejaron de ser una batalla y las mañanas empezaron con menos resistencia.

El cuerpo no se queja por capricho, sino por compresión, falta de riego y exceso de tono en algunas cadenas musculares. El pecho cerrado arrastra a los hombros, la cabeza adelantada sobrecarga la nuca, el estrés eleva el diafragma y todo conversa en el mismo idioma: tensión. Cuando entiendes ese mapa, los gestos dejan de ser estiramientos sueltos y se vuelven llaves que abren espacio.

Tres gestos diarios que descomprimen

Gesto 1: “Reset de 60 segundos”. Siéntate con los isquiones bien apoyados, pies en el suelo y coronilla creciendo hacia arriba, mete un poco la barbilla como si hicieras doble mentón y mira al horizonte. Exhala largo por la boca, como si empañaras un cristal, y deja que los hombros caigan, luego dibuja círculos lentos hacia atrás, tres veces. Dos ciclos más, y listo: **60 segundos, tres veces al día**.

Gesto 2: “Anclaje de escápulas + respiración lateral”. De pie o sentado, imagina que deslizas las escápulas en dirección a los bolsillos traseros sin apretar el cuello, y coloca las manos en las costillas bajas. Inhala hacia las manos, abriendo costados, y suelta el aire lento, sintiendo cómo se ablanda la zona lumbar y el pecho pierde rigidez. *Respira y baja los hombros, ahora mismo.*

Gesto 3: “Automasaje con pelota”. Una pelota de tenis vale: apóyala entre tu espalda alta y la pared, un poco hacia el lado del omóplato, y rueda despacio en forma de cruz, arriba-abajo y lateral, sin clavar. Quédate en el punto que “duele bien” y respira tres exhalaciones largas, luego cambia. **No debe doler, debe aliviar**.

Cómo hacerlo sin liarte (y sin lesionarte)

La magia está en la repetición pequeña y sostenible, no en una sesión heroica cada dos semanas. Pon alarma a media mañana y a media tarde, busca un marco de puerta para apoyar la espalda, usa la silla que ya tienes, no hace falta convertir la oficina en un gimnasio. Si hoy te sale torpe, mañana saldrá menos torpe.

Errores que María ve a diario: mover solo el cuello “en seco” sin colocar la base del tronco, rodar la pelota sobre el hueso del omóplato, estirar con dolor pensando que más es mejor. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Ella propone un trato realista: dos tandas entre semana y una extra el viernes antes de cerrar el portátil, y si un día fallas, no hay culpa, hay siguiente intento.

Hay señales para parar: hormigueo en brazos, dolor que dispara, mareo o visión rara, ahí no se insiste porque no es el territorio del automasaje, es el de la consulta. **Si aparece hormigueo o dolor agudo, detén el gesto y acude a un profesional.**

“No pido horas, pido tres minutos con intención; el cuerpo agradece lo pequeño cuando es constante”, dice María Gadea, mientras muestra el mentón recogido y una exhalación que afloja el pecho.

  • Reset 60”: autoelongación + doble mentón suave + hombros atrás-abajo + dos exhalaciones largas.
  • Anclaje escapular: deslizas hacia bolsillos, respiras hacia costillas laterales, sueltas cuello.
  • Pelota en pared: lento, en cruz, busca el “bien” y respira tres veces por punto.
  • Evita dolor punzante, mareo o adormecimiento. Si pasa, para y consulta.
  • Mejor poco y a menudo que mucho y de golpe.

Lo que cambia cuando cambias tres minutos

Todos hemos vivido ese momento en el que una simple llamada alarga el día y aprieta el trapecio como una tuerca. Cuando introduces tres gestos breves, no cambias solo la tensión local: cambias el ritmo con el que te hablas, das permiso al cuerpo para bajar revoluciones, mejoras la forma en que entra el aire y repartes carga. Hay días en los que el alivio se nota como un clic y otros en los que solo evitas empeorar, y ambas cosas cuentan.

Punto clave Detalle Interes para el lector
Reset postural 60” Autoelongación, mentón adentro, hombros atrás-abajo, dos exhalaciones largas Rápido, discreto, cabe en cualquier pausa de correo
Respiración lateral Anclaje de escápulas y expansión costal hacia las manos Destraba el pecho y descarga el cuello sin estirar “a lo bruto”
Automasaje con pelota Rodar lento en pared por dorsal alto y borde escapular Alivio inmediato y barato, controlas la presión

FAQ :

  • ¿Cuántas veces al día conviene hacer los tres gestos?Con dos tandas entre mañana y tarde ya notas cambio, y un tercer “reset” antes de cerrar la jornada suma puntos.
  • ¿Y si tengo hernia o protrusión cervical/lumbar?Evita el automasaje en fase aguda y consulta primero; los gestos de respiración y autoelongación suelen ser más seguros, siempre sin dolor.
  • ¿Mejor antes o después de entrenar?Úsalos como activación suave antes y como bajada de revoluciones al terminar; el cuerpo aprende por repetición.
  • ¿Qué pelota sirve si no tengo de tenis?Una de goma blanda o lacrosse suave; si es muy dura, reduce presión apoyándote menos en la pared.
  • ¿Cuándo ir a fisioterapia en lugar de hacerlo solo?Si hay dolor agudo, mareo, hormigueo, pérdida de fuerza o el malestar no cede en una semana, toca evaluación profesional.

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