En redes, el vaso de la discordia vuelve a llenarse y miles dudan si cambiar la compra del súper.
La conversación sobre la **leche** y la **carne** regresa con fuerza y se cruza con dudas reales: salud, etiquetas y quién aconseja bien. En medio del ruido, la voz del médico **Manuel Viso** irrumpe con un mensaje que interpela al lector y apunta a la **evidencia** antes que a las modas.
Quién es Manuel Viso y por qué su mensaje prende
Manuel Viso, médico de **Amoeiro (Ourense)**, especialista en hematología y medicina interna, con máster en **Nutrición**, se ha convertido en una referencia en **Instagram** como **@manuelvisothedoc**. Su estilo ameno, sin jerga innecesaria, le permite rebatir ideas populares que circulan por los foros y los vídeos cortos. Su última intervención se ha viralizado por un motivo sencillo: se dirige a la cámara con un vaso de **leche** y defiende que demonizar alimentos sin datos no ayuda a nadie.
Viso insiste en un punto clave: tomar decisiones alimentarias exige **evidencia contrastada**, no consignas virales.
El médico no niega que existan situaciones particulares —alergias, intolerancias o patologías concretas—, pero cuestiona los mensajes generalistas que sentencian que “la leche inflama” o que “la carne es malísima” para todo el mundo. Su idea fuerza: el contexto, la cantidad y la calidad marcan la diferencia.
Lo que dijo en su vídeo: menos ruido, más evidencia
El vídeo arranca directo: “Ni la **leche** es mala, ni la **carne** tampoco”. Sostiene el vaso, subraya que él mismo la consume y remata con ironía: si fuera dañina en términos absolutos, “yo estaría criando malvas”. Ese tono serio pero cercano conecta con miles de usuarios que se sienten perdidos entre recomendaciones cruzadas.
La desinformación alimentaria tiene costes: ansiedad, compras erráticas y dietas que recortan nutrientes sin razón.
El objetivo de su mensaje no es promover el consumo indiscriminado, sino frenar el péndulo del miedo. Viso llama a revisar fuentes, a preguntar y a desconfiar de consejos extremos que prometen curarlo todo borrando grupos enteros de alimentos.
Leche y salud: qué sabemos hoy
Los **lácteos** aportan **proteína** completa, **calcio** biodisponible, **yodo**, **vitamina B12** y, si están enriquecidos, **vitamina D**. La literatura científica reciente sugiere que el consumo moderado de lácteos, especialmente **fermentados** como yogur o kéfir, se asocia a un perfil cardiometabólico neutro o favorable en población general. La **carne** aporta hierro hemo, zinc y B12; su recomendación pasa por raciones y frecuencias ajustadas, priorizando cortes magros y cocciones sencillas.
- Para población general, 2-3 raciones diarias de **lácteos** pueden encajar en un patrón saludable.
- En **adolescentes**, mujeres gestantes y mayores, asegurar el **calcio** y la **proteína** cobra relevancia.
- Quien no toma lácteos debe planificar fuentes alternativas de **calcio** y **B12** con rigor.
El matiz importa. No es lo mismo un vaso de **leche** que un postre lácteo azucarado. No equivale una carne fresca a un ultraprocesado cárnico con sal elevada. Tampoco pesa igual un hábito diario que un consumo ocasional.
Mitos frecuentes y lo que dice la ciencia
| Mito | Qué dice la evidencia |
|---|---|
| “La leche inflama a todo el mundo”. | No hay prueba de inflamación sistémica por lácteos en población sana. En intolerancia o alergia, sí conviene evitarlos. |
| “La carne es siempre perjudicial”. | El riesgo depende del tipo, la cantidad y la preparación. Carne fresca magra en raciones moderadas puede formar parte de una dieta saludable. |
| “La leche causa acné en todos los casos”. | La relación no es universal ni concluyente. Algunas personas sensibles podrían notar cambios con lácteos altos en azúcar o suero. |
| “Sin lácteos, los huesos estarán mejor”. | El hueso depende de **calcio**, **proteína**, **vitamina D** y ejercicio. Con o sin lácteos, hay que cuadrar esos pilares. |
Los mensajes que prohíben por sistema suelen ignorar el factor dosis, el patrón dietético global y la situación clínica individual.
La cita en Lugo: datos, sector y cercanía
Viso no se queda en la pantalla. El viernes 21 de noviembre, a las 11:30, participará en una jornada por el 10.º aniversario de **Agromuralla**, en el Salón de Actos del edificio administrativo de la **Xunta de Galicia** en **Lugo**. Allí se hablará de **leche**, **lácteos** y **carne** desde los datos, con profesionales del sector. La premisa: desmontar bulos, reconocer el trabajo de los ganaderos y poner en el centro la calidad y la trazabilidad.
Según la organización, el formato será cercano, con espacio para preguntas y ejemplos prácticos. La idea es aterrizar conceptos que a menudo se quedan en consignas y ofrecer herramientas sencillas para interpretar etiquetas y raciones.
Guía rápida para no perderse en el supermercado
- Prioriza **lácteos** naturales o sin azúcar añadido; en **leche**, elige entera, semidesnatada o desnatada según tus necesidades energéticas.
- Si te preocupa la vitamina D, valora **leche enriquecida** o revisa tu exposición solar y tu ingesta global.
- En **carne**, opta por cortes magros, raciones de 100-150 g y cocciones suaves. Limita embutidos y ultraprocesados.
- Observa la lista de ingredientes: pocos, claros y sin sorpresas. La **evidencia** empieza en la etiqueta.
¿Y si la leche me sienta mal?
La **intolerancia a la lactosa** provoca gases, dolor abdominal o diarrea tras consumir lácteos. Puedes optar por **leche sin lactosa**, yogures con cultivos vivos o porciones pequeñas repartidas a lo largo del día. La alergia a la proteína de la **leche** es distinta y exige evitarla por completo bajo supervisión médica.
Si no tomas lácteos, organiza fuentes de **calcio** (sardinas con espina, tofu con sales cálcicas, bebidas vegetales **enriquecidas**, frutos secos) y garantiza **B12** si sigues una pauta vegana. La planificación evita déficits silenciosos.
Lo que queda para el lector
El mensaje de **Manuel Viso** cruza la pantalla porque toca un problema real: la dieta se ha llenado de consignas fáciles. Su propuesta no es un eslogan, sino un método: preguntar, leer, contrastar y ajustar las raciones a la vida de cada uno. El objetivo no es defender la **leche** o la **carne** a toda costa, sino devolver el peso a la **evidencia** y al contexto.
La pregunta útil no es “¿es bueno o malo?”, sino “¿para quién, cuánto, con qué hábito y con qué objetivo?”
Si haces deporte, la **proteína** del lácteo puede ayudarte a recuperar. Si eres mayor, la combinación de **calcio**, **proteína** y actividad física protege tu masa ósea y muscular. Si te preocupa el planeta, prioriza productores locales y formatos con menor huella, y combina proteína animal con legumbres en tu semana.
Un último consejo práctico: planifica tres menús tipo que sepas preparar rápido y rotar. Añade un lácteo o su alternativa fortificada, una ración de vegetales, un cereal integral y una fuente de **proteína**. Con eso, la alimentación deja de ser un campo de batalla y vuelve a ser lo que debe: una herramienta cotidiana para tu salud.



Gracias por aterrizar el debate con datos y contexto. Soy intolerante leve a la lactosa y siempre me lío con las etiquetas: ¿tiene sentido priorizar yogur/kéfir frente a leche sin lactosa si busco proteína y tolerancia? También agradecería una guía rápida sobre raciones para deportistas amateur; a veces se demoniza sin mirar cantidades. Buen recordatorio: no todo “lácteo” es igual ni toda carne es ultraprocesada.