En muchas cocinas, las sartenes envejecen antes de tiempo: se pegan, pierden brillo y surge la duda sobre higiene y gasto.
Ángel León, el conocido chef del mar, ha puesto el foco en un problema cotidiano y caro para cualquier hogar: las sartenes que ya no rinden. Su propuesta no es una compra nueva, sino un gesto mínimo con un ingrediente barato. La clave se centra en recuperar superficie y seguridad, y lo logra con un método que cualquiera puede aplicar en minutos.
Quién es Ángel León y por qué escucharlo
León dirige Aponiente, en El Puerto de Santa María, avalado por varias estrellas Michelin y Soles Repsol. Más allá de su prestigio, su consejo conecta con algo muy práctico: dejar una sartén vieja como si acabara de salir de la tienda sin usar productos agresivos. El enfoque prioriza eficacia, seguridad alimentaria y ahorro.
El método de la sal gorda paso a paso
El procedimiento se apoya en las propiedades de la sal gorda como abrasivo mineral y absorbente de grasa. Funciona especialmente bien en acero inoxidable y hierro. En superficies antiadherentes, conviene moderar la temperatura para evitar daños.
Calienta la sartén, añade varios puñados de sal gorda, mueve para que raspe y absorba, retira y lava con agua y jabón.
- Calienta la sartén hasta que alcance temperatura de trabajo. En antiadherentes, a fuego medio.
- Añade sal gorda generosa. La sal suelta los restos y atrapa la grasa quemada.
- Agita o remueve con una espátula de madera para que toda la base reciba el “barrido”.
- Deja que la sal se oscurezca con los residuos. Retírala con papel de cocina cuando enfríe un poco.
- Friega con detergente suave y seca al instante para evitar óxido o cercos.
Este gesto mejora el deslizamiento, reduce olores y evita que restos carbonizados contaminen preparaciones futuras. La sal no raya el metal como un estropajo duro mal usado y no deja residuos químicos.
Qué hace la sal sobre la grasa y los restos
La sal crea fricción seca y capta humedad, por lo que levanta polímeros de aceite y pequeñas costras sin atacar el metal. Al no añadir agua durante el proceso, el choque térmico se minimiza. El resultado es una superficie más limpia, lista para que los alimentos se despeguen mejor.
Riesgos de cocinar con sartenes dañadas
Una sartén deteriorada afecta sabor y seguridad. En recubrimientos de teflón muy envejecidos o agrietados, el sobrecalentamiento puede liberar microplásticos y nanoplásticos. Diversos estudios apuntan que una fisura minúscula ya es suficiente para desprender cantidades significativas de partículas. Por eso conviene recuperar la base con métodos físicos y, si el antiadherente está levantado, retirarla del uso diario.
Si el antiadherente se pela o burbujea, deja de usarla para cocinar: no hay limpieza que repare un recubrimiento roto.
Manchas típicas y cómo atacarlas sin gastar de más
Además de la sal, hay manchas concretas que requieren otro enfoque. Las más habituales en acero inoxidable son los chorretones blanquecinos por cal, cercos de aceite quemado y zonas oscuras pegadas por polimerización del aceite.
| Problema | Solución recomendada | Tiempo | Materiales aptos | Riesgo |
|---|---|---|---|---|
| Chorretones blanquecinos/cal | Vinagre de limpieza con agua caliente, remojo y estropajo suave | 5–10 min | Acero inoxidable | Bajo |
| Oscuros por aceite polimerizado | Sal gorda en caliente o limpiahornos puntual con guantes | 3–8 min | Acero inoxidable | Medio si usas químicos |
| Brillo apagado | Piedra blanca o pulidor específico para acero | 5 min | Acero inoxidable | Bajo |
| Restos carbonizados ligeros | Sal gorda + papel, repetir si hace falta | 2–4 min | Acero, hierro, antiadherente con cuidado | Bajo |
Precauciones según el tipo de sartén
- Antiadhesivas (teflón y similares): evita temperaturas máximas. Trabaja con sal a fuego medio y nunca uses estropajo metálico.
- Hierro fundido: la sal va muy bien. Seca al instante y cúrela con una fina capa de aceite para prevenir óxido.
- Acero inoxidable: admite calor alto y sal sin problema. Si usas limpiahornos, guantes y ventilación. No prolongues el contacto.
- Aluminio anodizado: modera la fricción y evita químicos fuertes para no opacar el acabado.
Cómo alargar la vida útil: hábitos que marcan la diferencia
Un buen lavado no compensa un mal almacenamiento. Golpes, apilado sin protección y humedad acortan años de servicio silenciosamente.
- Apila con separadores de tela o silicona para proteger la capa antiadherente.
- Guarda en lugar seco y ventilado. Secado total antes de guardar.
- Evita choques térmicos: no mojes en frío una base al rojo.
- Usa herramientas de madera o silicona para no rayar.
- Precalienta el acero inoxidable y añade aceite cuando esté templado: mejora el despegado natural.
Frecuencia de mantenimiento y coste real
Una “limpieza con sal” cada 10–15 usos mantiene a raya la suciedad sin gastar. Un kilo de sal gorda ronda céntimos por sesión. La operación completa suele llevar menos de diez minutos. Si la sartén mejora, pospones una compra que hoy puede superar con facilidad los 30–60 euros.
Cuándo sí conviene jubilar una sartén
No todo merece rescate. Estas señales justifican cambiarla.
- El recubrimiento antiadherente se pela, burbujea o muestra la base metálica.
- La base está combada y reparte mal el calor.
- Olor persistente a quemado tras varias limpiezas.
- Óxido activo en zonas de contacto con alimentos en hierro no curado.
Un plus para cocinar mejor desde hoy
Una base limpia no lo es todo. Para que nada se pegue en acero inoxidable, prueba la “prueba de la gota”: cuando una gota de agua forme una bola que patina, añade aceite y cocina; es señal de temperatura adecuada. En hierro, mantén un curado ligero con aceite alto en humo y caliéntalo bien antes de usar.
Un minuto extra de cuidado antes y después de cocinar ahorra dinero, mejora sabores y evita residuos indeseados en el plato.
Guía rápida de actuación
- Si ves manchas claras: vinagre de limpieza y agua caliente.
- Si hay costras oscuras: sal gorda en caliente y repite si hace falta.
- Si necesitas un ataque químico: limpiahornos puntual, guantes y tiempos cortos.
- Si quieres brillo final: piedra blanca o pulidor para acero.
Este enfoque, inspirado en el truco de Ángel León, combina fricción controlada, química doméstica simple y sentido común. Aplicarlo de forma regular reduce el riesgo de partículas indeseadas, mejora el rendimiento térmico y devuelve dignidad a esas sartenes que ya dabas por perdidas. Si eliges bien la técnica según el material, ganarás meses —y a veces años— de uso real sin renunciar a seguridad ni a sabor.



Acabo de hacerlo con una sarten de acero inoxidable: calentar, puñados de sal gorda, barrido y jabon. ¡Flipante, resbalan los huevos otra vez! Pensé comprar otra (60€ fácil) y me lo he ahorrado. Mil gracias por el truco.