Entre pinos, tajinastes y cenizas volcánicas, un herbívoro silencioso muerde brotes diminutos. Parece inofensivo, pero su rastro es profundo.
Senderistas, fotógrafos y familias lo ven cruzar lomas y barrancos como si fuera un vecino más del monte. El problema empieza donde casi nadie mira: en los brotes tiernos, el suelo suelto y las plantas únicas que sostienen todo el sistema.
El invasor que se confunde con una cabra
En Tenerife y La Palma, el supuesto “fantasma” de las cumbres tiene nombre y apellidos: muflón (Ovis orientalis musimon). Mucha gente lo identifica como una cabra. No lo es. Se trata de un ovino introducido con fines cinegéticos en 1971 en Tenerife, y más tarde en La Palma. Sin depredadores y con alimento disponible todo el año, el animal expandió su presencia y entró en conflicto con la flora endémica.
No hay rugidos ni zarpas. Hay dientes y pezuñas. Su dieta de brotes, flores y pastos coincide con el momento crítico de regeneración de especies únicas del Parque Nacional del Teide. El mordisqueo repetido impide la reproducción de muchas plantas y el pisoteo facilita la erosión, abre caminos al agua de escorrentía y deja zonas desnudas.
El muflón figura desde 2013 en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras en Canarias por su impacto sobre la flora endémica.
Por qué este problema te afecta aunque no vivas en las islas
El patrimonio natural canario no es solo paisaje: almacena carbono, retiene suelo, modera el clima local y sustenta economías ligadas al turismo de naturaleza. Cuando el muflón reduce poblaciones de tajinastes, violetas del Teide o bencomias, el daño no se limita a una flor bonita: cae la polinización de insectos especialistas, baja la cobertura vegetal y se encadenan impactos que terminan en la factura pública y en la calidad de la experiencia del visitante.
Además, el efecto es acumulativo. Un invierno seco castiga a las plantas. Un verano con más tránsito resuspende polvo. Si en medio actúa un herbívoro que selecciona los brotes más nutritivos, la recuperación se frena durante años. El resultado es un ecosistema más frágil frente a olas de calor, incendios y lluvias torrenciales.
El impacto no es “puntual”: el pastoreo selectivo sobre especies raras deja huecos ecológicos que otras plantas oportunistas ocupan con ventaja.
La controversia: control, erradicación y argumentos cruzados
El debate existe. Algunos grupos cuestionan la erradicación y proponen mantener al muflón como recurso cinegético o paisajístico. Alegan que no transmite grandes enfermedades, que aporta “diversidad” y que su estatus no es nacional. Pero la pregunta que guía la gestión no es estética. Es ecológica: ¿su presencia es compatible con un sistema insular, aislado y con altísima endemia? Los informes técnicos en Tenerife y La Palma señalan que no.
Los instrumentos de gestión incluyen caza selectiva, capturas con redes, vallados temporales y exclusiones para salvar poblaciones de plantas críticas. No hay bala de plata. Cada herramienta tiene límites logísticos, costes y un marco legal que exige coordinación con Parques Nacionales, cabildos y cuerpos de seguridad.
Lo que está en juego en el Teide
El Teide no solo es un icono turístico. Es un laboratorio vivo de evolución. Muchas especies de esas laderas nacieron ahí y en ningún otro lugar del planeta. El muflón, acostumbrado a comer lo más tierno y nutritivo, elige justo las fases que las plantas necesitan para pasar a la siguiente generación. Ese desajuste empuja a algunas a un cuello de botella del que luego cuesta salir incluso si el herbívoro desaparece.
En islas, la combinación de endemia y ausencia histórica de grandes herbívoros vuelve devastador un impacto que en la península puede parecer menor.
Cómo reconocerlo y no confundirlo con cabras asilvestradas
Identificar al animal ayuda a reportar observaciones fiables a los gestores y a evitar decisiones precipitadas. Estas claves visuales te orientan:
| Rasgo | Muflón | Cabra asilvestrada |
|---|---|---|
| Cuernos | Machos con cuernos curvados hacia atrás en media luna | Formas muy variables; en machos, cuernos más gruesos y divergentes |
| Pelaje | Marrón rojizo; machos con “silla de montar” clara | Gamas muy diversas, a veces con manchas irregulares |
| Cola | Corta, poco visible | Más evidente y móvil |
| Grupo | Hemisocial: hembras con crías; machos en grupos aparte | Hatos mixtos más variables |
| Comportamiento | Más esquivo, se detiene y observa antes de huir | Puede acercarse más a senderos y basureros |
Qué puedes hacer tú si visitas las islas
La conservación se decide en despachos, pero se gana en los senderos. Estas acciones reducen el problema:
- Respeta los cierres temporales, desvíos y vallados que protegen plantas sensibles.
- No salgas de los senderos señalizados; el pisoteo crea vías de acceso para herbívoros y erosiona.
- Evita alimentar o acercarte a fauna; altera sus patrones de movimiento.
- Si observas grupos de muflones, reporta la localización a los gestores del espacio protegido.
- Limpia botas y material para no mover semillas entre zonas.
Gestión y futuro cercano: cómo se frena el daño
Los equipos del parque combinan monitoreo de plantas sensibles con acciones de reducción del herbívoro. En áreas críticas se instalan exclosures (pequeños cercados) para medir la recuperación de la vegetación sin presión de consumo. Si las plantas responden en pocos años con más floración y reclutamiento, el dato respalda intervenciones más amplias. También se restauran laderas con plantación de juveniles cultivados en viveros de genética local, y se protege el suelo con mulching de materiales inertes.
¿Significa esto que no hay alternativa a la erradicación? La experiencia en islas sugiere que mantener densidades bajas rara vez evita el daño a las especies más palatables. El umbral de impacto ecológico está por debajo de lo cómodo para un herbívoro con alta capacidad de reproducción. Por eso, los planes suelen fijar objetivos de cero en zonas núcleo y control estricto en áreas periféricas.
Lecciones que dejan otras invasiones
Canarias comparte reto con archipiélagos de todo el mundo. Donde entró un gran herbívoro sin enemigos naturales, la flora insular perdió diversidad, bajó la cobertura y aumentó el riesgo de incendios. El patrón se repite: si se actúa temprano, el coste baja y la recuperación acelera. Si se pospone, la restauración exige más años, más mano de obra y más recursos.
Información útil para ampliar la mirada
El término especie exótica invasora no depende del carisma del animal, sino de su impacto medible sobre biodiversidad, economía o salud. Un herbívoro que parece “otra cabra más” puede convertirse en un multiplicador de problemas cuando la flora local no evolucionó con su presión de ramoneo. Por eso, la prevención —no introducir fauna ni plantas fuera de su rango— tiene más retorno que cualquier plan de choque.
Si planeas rutas por alta montaña en Tenerife o La Palma, guía tu itinerario con mapas oficiales y consulta el estado de los senderos. Organiza horarios para evitar horas de máximo calor, lleva agua suficiente y utiliza calzado con buena sujeción para no favorecer el desprendimiento de suelos volcánicos sueltos. Tus decisiones reducen la carga sobre un territorio que ofrece mucho y soporta poco margen de error.


