La fiebre por el verde doméstico crece y muchos hogares lucen nuevas macetas. Pero no todas prosperan como se espera.
Con más personas cuidando plantas resistentes por su bajo mantenimiento, el jardinero Álvaro Pedrera —creador de Ypikue— lanza un aviso incómodo: el problema no es la falta de riego. Su diagnóstico, basado en cientos de consultas y cursos, desmonta una creencia popular y propone un método sencillo para que tus plantas vivan más y mejor.
Quién es Álvaro Pedrera y por qué su consejo importa
Pedrera se ha especializado en jardinería doméstica, enfocada a salones, terrazas y cocinas. Desde su plataforma Ypikue, comparte clases, vídeos y guías para principiantes y aficionados. Su trabajo se centra en observar rutinas reales de cuidado y corregir los hábitos que más dañan a las plantas dentro de casa.
Su conclusión más repetida: el enemigo silencioso no es el olvido, sino el exceso de riego.
El verdadero motivo por el que mueren tus plantas resistentes
La mayoría de plantas de interior no se apagan por sed. Lo hacen ahogadas. Pedrera calcula que hasta el 90% de los fracasos en interior se explican por exceso de agua. El fenómeno es tan común que él lo bautiza como “síndrome del pez ahogado”: macetas con sustrato encharcado, raíces sin oxígeno y un declive lento que muchos confunden con sequía.
Paradójicamente, las especies consideradas “todoterreno” —como Potos, Kentia o Espatifilo— sufren más este error, porque su fama de duras empuja a regarlas “por si acaso”.
Si el sustrato se pega al dedo a los pocos centímetros, no riegues. Tu planta aún tiene reservas.
Qué especies se ven más afectadas
- Potos: tolera periodos de sequía; con agua de más, amarillea y pierde vigor.
- Kentia: palma de interior que necesita drenaje alto y riegos espaciados.
- Espatifilo: pide humedad ambiental, no suelo encharcado.
- Suculentas y cactus: almacenan agua; el riego frecuente pudre la base.
Cómo reconocer el exceso de agua antes de que sea tarde
El exceso de riego tiene señales claras. Detectarlas a tiempo evita pérdidas innecesarias y gastos en trasplantes.
- Hojas amarillas y blandas: indican falta de oxígeno en las raíces.
- Tallos oscuros o viscosos: alerta de pudrición interna.
- Raíces marrones con mal olor: daño avanzado por hongos.
- Moho u hongos en superficie: humedad sostenida en el sustrato.
La confusión habitual: ver hojas decaídas y pensar en sed. Antes de añadir agua, introduce un dedo 3–4 cm. Si notas frescor o tierra que se adhiere, espera.
Guía de rescate en 7 pasos
Si tu planta ya muestra síntomas, actúa con un protocolo rápido. Pedrera propone una respuesta escalonada que funciona en la mayoría de casos.
- Detén el riego y vacía el plato o la cubierta decorativa.
- Desmolda la maceta y retira el sustrato empapado sin romper las raíces sanas.
- Seca las raíces 12–24 horas en un lugar ventilado y a la sombra.
- Recorta zonas negras o blandas con tijeras desinfectadas.
- Aplica un fungicida si hubo olor o mucosidad.
- Trasplanta a mezcla nueva con drenaje activo (perlita, arena gruesa, fibra de coco).
- No abones hasta ver brotes nuevos; las raíces necesitan recuperarse.
- Regar al trasplantar: espera a que el sustrato se asiente y la maceta pese menos.
- Sol directo inmediato: aumenta el estrés; opta por luz brillante indirecta.
- Abonar por “revivir”: los fertilizantes queman raíces débiles.
- Pudrición de raíces (Phytophthora, Pythium): colapso rápido si no se corta a tiempo.
- Clorosis: hojas amarillas por bloqueo de nutrientes en suelos saturados.
- Hongos superficiales: colonizan la capa alta del sustrato y delatan humedad crónica.
- Medidor de humedad: útil para principiantes y macetas profundas.
- Palillo de madera: si sale limpio y seco, toca riego; si sale oscuro y húmedo, espera.
- Báscula mental del peso: levanta la maceta y aprende su “peso seco” y “peso mojado”.
- Regadera de pico fino: riegos precisos sin encharcar.
- Bolas de arcilla en el fondo: mejoran el flujo y evitan charcos.
- Luz: más luz indirecta implica más evaporación; vigila antes de regar.
- Temperatura: en invierno, los riegos se espacian; el frío ralentiza la absorción.
- Humedad ambiental: una bandeja con agua y piedras sube la humedad sin mojar el sustrato.
- Tamaño de maceta: macetas grandes retienen agua más tiempo.
Errores frecuentes tras el rescate
Cuándo y cuánto regar de verdad
No hay una norma universal. La frecuencia depende de especie, luz, temperatura, tamaño de maceta y mezcla. Esta tabla orienta sin sustituir la observación:
| Tipo de planta | Señal para regar | Frecuencia orientativa | Sustrato recomendado |
|---|---|---|---|
| Potos, Kentia, Espatifilo | Capa superior seca 3–5 cm | Cada 7–14 días | Universal con 30% perlita |
| Suculentas y cactus | Maceta muy ligera | Cada 14–28 días | Mineral, muy drenante |
| Aromáticas de interior | Hojas menos tersas y tierra suelta | Cada 5–10 días | Ligero, con arena |
Regar “por calendario” provoca errores. Atiende al peso de la maceta, la luz y la estación.
Enfermedades que nacen con el agua estancada
El encharcamiento crea un hábitat perfecto para hongos y bacterias. Aparecen tres problemas habituales:
La prevención empieza en el drenaje: macetas con orificio, plato libre de agua y mezclas aireadas. Un mal drenaje multiplica el riesgo incluso en plantas resistentes.
Herramientas que ayudan a no pasarse con el agua
Cómo ajustar el riego según tu casa
Cambia más el entorno que la planta. Ajusta estas variables y reducirás riegos problemáticos:
El método de las tres comprobaciones
Antes de regar, aplica tres controles rápidos: tacto del sustrato, peso de la maceta y estado visual de hojas. Si dos de tres dicen “seco”, riega; si no, espera.
Menos agua, mejor mezcla y más observación. Esa tríada alarga la vida de tus plantas.
Información útil para ir un paso más allá
El agua del grifo con mucha cal puede acumular sales y agravar la clorosis. Alterna con agua filtrada o deja reposar el agua 24 horas. Un lavado de sustrato cada cierto tiempo elimina exceso de sales en macetas viejas.
Si sueles viajar, apuesta por autorriego con mechas o conos cerámicos y un sustrato ligero. Mantendrás una humedad estable sin ahogar las raíces. Y recuerda: cada planta “habla” con sus hojas. Si cambias una variable —luz, mezcla, maceta—, ajusta el riego la semana siguiente.


