Antonio Garrigues, abogado de 91 años en activo, sobre la jubilación: “No hay derecho a jubilarse, ese derecho no existe"

Antonio Garrigues, abogado de 91 años en activo, sobre la jubilación: “No hay derecho a jubilarse, ese derecho no existe»

Un abogado de 91 años cruza la puerta del despacho sin ceremonia y deja una frase que se pega como una astilla: “No hay derecho a jubilarse, ese derecho no existe”. No lo dice para provocar, o no solo. Lo dice como quien defiende una visión del mundo: trabajar como forma de estar vivo, más allá del salario y del cargo. En un país que alarga la edad legal y a la vez reza por desconectar antes, su sentencia abre un campo minado. Y atrae.

La escena ocurre a media mañana en un edificio del centro de Madrid. Antonio Garrigues saluda a quien se cruza, baja la vista a los papeles con una atención que ya no se estila y pregunta por un juicio como si empezara hoy. Huele a café reciente y a libros viejos, y hay una calma rara, casi de biblioteca. Un compañero más joven le enseña una sentencia en el móvil; él asiente, sonríe y suelta esa línea que lo cambia todo. “No hay derecho a jubilarse, ese derecho no existe”. El silencio posterior pesa lo justo para que alguien tosa. Y todos seguimos trabajando. Con otra idea fija.

La incomodidad de una frase que no pasa de moda

La idea de Garrigues pincha porque rasca algo que evitamos: ¿trabajamos por necesidad o por sentido? En su boca, la jubilación no es el final del cuento, es un permiso para desaparecer del mapa cívico. Él no lo compra. Prefiere hablar de utilidad, de conversación, de servicio. Y de ritmo. Su generación creció con la ética del oficio y la paciencia del tiempo lento. La nuestra quiere equilibrio y aire. Ahí choca todo y se enciende la discusión. Donde otros ven descanso, él ve pérdida.

Un ejemplo sencillo: una maestra se jubila a los 63, promete viaje, serie y terraza. Tres meses después organiza una biblioteca de barrio porque se aburre de escucharse. Otro: un ingeniero de 68 monta un taller de mentorización los miércoles por la tarde, sin cobrar. Hay cifras que apuntan lo mismo: la esperanza de vida española roza los 83 años y las carreras se alargan, aunque el empleo no siempre acompaña a los mayores. La sensación es doble. Hay ganas de parar un poco. Y hay energía para seguir aportando.

La lectura jurídica de la frase de Garrigues es fácil de rebatir. Claro que existe el derecho a jubilarse y a cobrar una pensión. Lo que él pone en cuestión no es la ley, es el relato. ¿Desde cuándo convirtió la sociedad la jubilación en un muro infranqueable, un “hasta aquí” para todo? Su tesis es otra: los derechos protegen, no inmovilizan. Si quieres parar, para. Si quieres seguir, sigue. La clave está en no convertir la edad en dogma. Y en aceptar que el valor no caduca a los 65.

¿Cómo se trabaja a los 90 sin romperse?

La respuesta está en los microgestos. Garrigues no hace maratones; trota intelectual. Bloques cortos de concentración, pausas reales, una caminata breve entre reuniones. Leer cada día un rato, sí, pero cosas distintas que te obliguen a pensar en diagonales. Evitar las guerras que requieren músculo y buscar los temas que piden criterio. Proteger la voz y la espalda. Tomar decisiones temprano y dejar la parte social para la tarde. Un consejo suyo que se entiende en la primera fila: “ocúpate de lo importante antes de que te ocupe a ti”. Parece simple. Sirve.

También hay errores que cansan el doble a cualquier edad. Confundir horas con valor. Negarse a delegar. Atrincherarse en lo que ya sabes y mirar con recelo lo nuevo. El teléfono no es el enemigo; el ruido, sí. Y el orgullo. Se trabaja mejor cuando el ego baja volumen. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Por eso conviene un sistema que te salve en los días malos. Tu cuerpo te habla, tu agenda te grita y tus límites no necesitan notario. Escúchalos y ajusta. La resistencia no siempre es fuerza, a veces es terquedad.

Hay un punto de ética personal en todo esto, que él formula sin rodeos:

“No hay derecho a jubilarse, ese derecho no existe”.

  • Seguir siendo útil no es trabajar más, es trabajar distinto.
  • Pon una franja horaria sagrada para pensar sin interrupciones.
  • Reduce reuniones largas; apuesta por conversaciones cortas y claras.
  • Aprende algo mínimo cada semana. *Una idea nueva basta.*
  • Cuida un “hobby serio” que te saque del despacho y te devuelva a él con aire.

¿Y si la jubilación fuera una elección y no un muro?

Todos hemos vivido ese momento en el que alguien te dice “tú ya hiciste lo tuyo” y te entra frío. La frase de Garrigues planta una alternativa: la edad puede ser un dato, no una frontera. Hay trabajos que desgastan el cuerpo y ahí la retirada es salud. Hay otros que necesitan cabeza y conversación, y ahí la continuidad es riqueza. No se trata de prescribir heroísmo a los 90, sino de liberar trayectorias. La sociedad gana cuando mezcla generaciones, cuando deja espacio a lo nuevo sin ahuyentar lo valioso.

La conversación que abre no es sobre pensiones, es sobre propósito. Y sobre cómo organizar una vida larga con etapas porosas. Rotaciones, mentoría cruzada, contratos flexibles, proyectos que se cierran y otros que vuelven, pausas elegidas sin culpa. Ahí está la modernidad. La frase duele porque nuestra cultura adora los finales claros. El trabajo entendido como comunidad no tiene final, tiene ritmos. **Edad y valor** no deberían pelearse. Si hay algo que sí merece llamarse derecho, es el de seguir en la mesa mientras tengas algo que aportar. Y el **derecho a desconectar** cuando ya no.

Hay quien lee a Garrigues como una provocación, y sí, lo es. También es un espejo incómodo para una época que romantiza la autoayuda y olvida la utilidad pública. No hay receta única. Hay maneras de vivir el trabajo con dignidad y sin culto a la productividad. Hay lugares donde el talento veterano ilumina y no estorba. Hay días en los que desearás parar, y otros en los que querrás volver, aunque sea un rato. Lo que queda en el aire es una pregunta sencilla, casi doméstica: ¿cómo quieres seguir estando en el mundo?

Punto clave Detalle Interés para el lector
La frase de Garrigues Pone la jubilación como tema cultural, no solo legal Replantea decisiones personales y prejuicios sociales
Método a los 90 Ritmos cortos, foco, límites y aprendizaje continuo Guía práctica para cualquier edad
Modelo flexible Mentoría, proyectos por tramos, mezcla generacional Ideas para empresas y profesionales que no quieren apagarse

FAQ :

  • ¿Garrigues niega el derecho legal a la jubilación?No. Su frase cuestiona el relato de la jubilación como “fin de todo”, no la pensión ni la ley.
  • ¿Trabajar hasta los 90 es realista para cualquiera?No para todos los oficios ni para todas las personas. La clave es adaptar el rol, el ritmo y el formato.
  • ¿Qué gana la empresa con perfiles muy veteranos?Contexto, criterio y menos errores caros. El tiempo da olfato y red.
  • ¿Cómo evitar el agotamiento en carreras largas?Bloques de foco, descanso real, delegar, aprendizaje semanal y decir no a tiempo.
  • ¿Y si solo quiero parar sin más?Perfecto. La idea no es obligar a seguir, sino abrir la puerta a quien desea continuar sin pedir permiso.

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