Volver del permiso de maternidad no es volver atrás: es entrar en una versión nueva de ti. La pregunta que quema no es solo “¿podré con todo?”, sino “¿cómo vuelvo a sentirme yo?”. Entre correos atrasados, bodies talla 56 y noches partidas, la confianza parece un jersey que encoge en la lavadora. Aun así, late una intuición: puedes recuperarla, y olerá a limpio.
El primer día de vuelta te pruebas la chaqueta del trabajo frente al espejo del pasillo. Te queda bien, aunque no igual. El ascensor huele a café de oficina y desinfectante, y tú vas con el portátil en una mano y el sacaleches en la otra. Saluda el conserje, sonríe el de IT, el móvil vibra con una foto del bebé dormido. No sé si me queda la chaqueta o la vida de antes. Te sientas, abres el correo, y una reunión se cae encima como una ola. Respiras hondo. Por un segundo, te preguntas si la persona que eras se fue con el último trimestre. Luego aparece una chispa: quizás no se fue, solo se movió de sitio. Algo está por recomponerse.
Volver y reconocerte en el espejo profesional
La confianza no es una lámpara que enciendes, es un músculo que se atrofia si no se usa y se despierta con intención. Al regresar, el entorno te ve igual, pero tú te sientes hecha de capas nuevas. La cabeza corre, el cuerpo va a otro ritmo, el corazón mide el tiempo con tomas y cunas. Esa disonancia hace ruido. Si escuchas, se parece a una brújula moviéndose.
Piensa en Laura, 32 años, responsable de marketing. Volvió un martes, con la agenda llena y la sensación de estar descalza. En la primera reunión, su cerebro se quedó en blanco tres segundos que parecieron un minuto. Después, una idea clara. Volvió a hablar. En encuestas internas que consultamos, más de la mitad de las madres trabajadoras dicen sentir menos seguridad durante las primeras semanas de retorno. No son cifras para asustar, sino un espejo para entenderte.
Tu biología también está contando una historia. El sueño fragmentado altera la memoria de trabajo, la oxitocina cambia tus prioridades, la carga mental sube como la marea. No es falta de capacidad, es un sistema reajustándose. Si nombras lo que pasa, se desactiva parte del miedo. Tú no has perdido valor: estás adaptando tu talento a un mapa nuevo.
Herramientas para reconstruir la confianza día a día
Prueba un plan de reentrada de 30 días. Define tres microobjetivos semanales: uno técnico, uno de relación y uno de cuidado personal. Bloquea dos “ventanas de enfoque” cortas al día para tareas de alto impacto. Agenda un check-in con tu manager cada semana, con tres preguntas: qué funcionó, qué frena, qué necesitas. Lo pequeño, repetido, levanta el músculo.
Errores que nos hacen tropezar: querer ir al 120% para “demostrar”, decir sí a todo, esconder la maternidad como si fuera un problema. Pide claridad de expectativas, negocia priorización, explica tus ventanas de disponibilidad. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Habrá días torcidos y otros redondos. Cuando llegue uno torcido, deja de medir tu valor por un correo mal escrito o una idea que no salió.
Cuando una voz interna diga “no llego”, bájale el volumen y busca pruebas de lo contrario en lo que sí lograste hoy.
Todos hemos vivido ese momento en el que sientes que te reemplazaron mientras tú aprendías a mecer. No es real. Lo que traes ahora—paciencia, foco, gestión de crisis—vale oro.
- Señales de que la confianza vuelve: dices no sin culpa.
- Pides ayuda antes de colapsar.
- Compartes un logro sin pedir perdón.
- Ríes en una reunión y te ríes contigo.
La confianza como lugar al que volver
No es una meta con banderines, es un sitio interno que reconoces de nuevo. A veces aparece en un correo bien cerrado, en una idea que antes no veías, en una llamada con otra madre que te entiende sin explicar. Hay una identidad que se está ensanchando para hacerte caber completa. Te invito a contarle a alguien qué parte de ti volvió más fuerte y qué parte pide cuidado. Quizá alguien cerca necesite esa misma frase hoy. El camino se hace menos empinado cuando lo caminamos diciendo en voz alta dónde duele y dónde brilla.
| Punto clave | Detalle | Interes para el lector |
|---|---|---|
| Plan de 30 días | Microobjetivos semanales, ventanas de enfoque y check-ins | Guía accionable para retomar el ritmo sin agotarte |
| Gestionar expectativas | Clarifica prioridades y límites con tu manager | Evita la sobrecarga y protege tu energía |
| Pruebas de realidad | Registrar logros diarios y pedir feedback concreto | Refuerza la autoestima con evidencia, no con suposiciones |
FAQ :
- ¿Cuánto tarda en volver la confianza?Varía según descanso, apoyo y rol. Muchas sienten un cambio claro entre la semana 4 y la 8. Es útil medir progreso por microseñales: te atreves a preguntar, te organizas mejor, te notas menos alerta. El calendario no te define, tus ritmos sí.
- ¿Qué hago si mi jefe no entiende mi reentrada?Prepara una conversación con objetivos, límites de disponibilidad y soluciones. Propón un piloto de 30 días y una revisión. Habla en clave de impacto: qué tareas harás mejor con bloques de foco y qué necesitas del equipo. Es más fácil cuando llevas propuestas, no solo problemas.
- ¿Y si siento culpa por estar en la oficina?La culpa es una alarma, no un veredicto. Revisa si señala algo ajustable (horarios, logística, relevo en casa). Cuando sea ruido, bájala con hechos: estás cuidando también sosteniendo ingresos y ejemplo. Repite tu motivo en voz alta. Funciona.
- ¿Cómo compaginar lactancia y trabajo sin perder la cabeza?Define horarios realistas de extracción, un espacio cómodo y un plan B. Informa al equipo de tus bloques, como harías con cualquier reunión. Lleva un kit listo y crea recordatorios. Si un día falla, no es una derrota, es adaptación. Mañana lo recolocas.
- ¿Qué hago con el síndrome del impostor?Convierte la autocrítica en auditoría amable. Pide feedback de tres colegas en puntos concretos, anota logros diarios en dos líneas, y habla con otra madre que ya volvió. El impostor se encoge cuando le pones datos y compañía.



Gracias por este artículo; volvér del permiso me dejó la cabeza en modo niebla y aquí encontré nombre y estrategia. Me quedo con lo de “músculo”, y con registrar logros diarios: hoy atendí dos crisis sin drama. Me recordaste que mi valor no se encogió, solo cambió de forma.
El plan de 30 días suena bien, pero en mi empresa la reentrada es a 200km/h. ¿Cómo lo adapto si mi jefa no da espacio y las expectatívas cambian cada hora? Me preocupa que esto quede lindo en papel pero impracticable. Ideas realistas para entornos precarios?