Una directora de sucursal en Calahorra ha sido despedida tras meses de pequeñas ausencias que, juntas, contaban otra historia: salir en plena jornada para citas personales y volver cuando el ritmo ya había cambiado. Su salario, 7.345 euros al mes, alimenta el debate público. ¿Cuánta autonomía cabe en un cargo de responsabilidad cuando la puerta gira y los clientes siguen entrando?
La mañana olía a laca y café corto. El secador zumbaba con esa vibración que hace temblar los hombros, mientras la directora miraba el reloj y el móvil vibraba con notificaciones silenciosas. En el salón, dos vecinas comentaban lo de siempre: la humedad, el tiempo, los precios. En la sucursal, a seis calles, el mostrador estaba con personal mínimo y una cola que se movía despacio, como si el tiempo se pegara a los suelos.
La escena parecía inocente: un corte rápido, un retoque de color, “vuelvo en media hora”. Pero el minuto no perdona en los negocios, y en un pueblo todo se ve. Al final del día, lo que parecía rutina se volvió patrón. Y alguien tomó nota. Algo no cuadraba.
El día que el reloj dejó de correr a su favor
En banca, el tiempo es un activo más. Se planifican picos, ventanillas, firmas, y cada ausencia pesa un poco más que en otros oficios. En una ciudad pequeña como Calahorra, la gente sabe cuándo la sucursal está a pleno y cuándo va justa. La directora, con años de oficio y confianza delegada, cruzaba la calle en horario laboral para asuntos personales. La autonomía es aire, sí, pero el aire también se acaba.
Lo que empezó como un “salgo un momento” se repitió lo suficiente como para dejar rastro. El registro de fichajes, los tickets de caja lenta, las cámaras de la zona comercial, incluso los mensajes en grupos vecinales, compusieron el mosaico. Había días de 12:20 a 13:10, otros de 16:05 a 17:00, y la sensación de que el equipo cargaba con el turno mientras la jefa afinaba flequillo. En paralelo, clientes esperando una firma, un cambio de cuenta, una explicación sobre comisiones.
Aquí no se juzga un peinado. Se evalúa una cadena de decisiones. La ley laboral contempla el despido disciplinario cuando hay transgresión de la buena fe contractual y repetición en la conducta. La clave está en el patrón, no en el día suelto. Una jefatura no solo administra tareas, también personifica un ejemplo. Cuando el ejemplo falla en horario crítico, la confianza se fisura. Y la confianza es la moneda más cara de una sucursal.
Cómo se vigila el tiempo cuando el cargo pesa
Hay un gesto sencillo que evita tormentas: pactar ventanas de ausencia visibles. Calendario compartido con el equipo, bloqueos claros en horas valle, y sustituciones asignadas por adelantado. Si hay que salir, que sea breve, explicado y compensado. Si la cita no es movible, que coincida con baja afluencia y con un segundo responsable preparado. Un correo escueto vale oro: “Salgo 12:15-12:45, me cubre Marta, regreso con llamadas pendientes”. Transparencia que desactiva el runrún.
El error más habitual es confundir confianza con barra libre. La libertad horaria existe, sí, pero no a cualquier hora ni a cualquier precio. Hay días en los que la sucursal arde y el peinado puede esperar. También pasa al revés, claro: turnos extenuantes que nos dejan sin vida propia. Todos hemos vivido ese momento en el que el cuerpo pide parar y el trabajo no baja. Seamos honestos: nadie gestiona su agenda con perfección suiza todos los días.
“A nadie le despiden por una peluquería. Le despiden por el patrón que dibuja esa peluquería en el registro horario y en el servicio”, resume un abogado laboralista consultado.
Y para quien lidera equipos, ese patrón se vigila con pequeñas rutinas que protegen la imagen y los resultados:
- Bloquea ausencias solo en horas valle y deja constancia por escrito.
- Activa un relevo claro y comunica quién cubre qué.
- No repitas un mismo día/horario de salida: crea rotación real.
- Compensa esas pausas con tareas de alto valor visibles.
- Cuida los mensajes externos: lo personal, siempre discreto.
Lo que deja este caso en Calahorra
El eco no es la anécdota del tinte, sino la frontera borrosa entre autonomía y abuso en puestos con sueldo alto y alta exposición. Hoy hay fichajes digitales, cámaras, correos, chats y clientes que hablan entre sí. Todo deja huella. Lo expresivo del asunto es que una pequeña rutina privada puede crecer hasta convertirse en un relato público. Ahí, el daño ya no es solo interno, también comunitario. La pregunta es otra: ¿cómo blindar la confianza cuando la flexibilidad es la norma y el reloj es poroso? Este caso no invalida los permisos ni la vida real. Señala que la libertad se sostiene en acuerdos y en un cuidado delicado de las formas. En una sucursal, la silla vacía se nota. Y el rumor siempre corre más rápido que una agenda mal cuadrada.
| Punto clave | Detalle | Interes para el lector |
|---|---|---|
| Autonomía vs. control | La dirección de sucursal tiene margen, pero con registros y ventanas pactadas | Aprender a gestionar salidas sin romper la confianza |
| Patrón de conducta | La repetición pesa más que el acto aislado en un despido disciplinario | Evitar hábitos que se conviertan en prueba |
| Imagen pública | En ciudades pequeñas, los movimientos son visibles y comentados | Cuidar la reputación se vuelve parte del trabajo |
FAQ :
- ¿Qué se sabe del caso concreto?Se trata del despido de la directora de una sucursal en Calahorra por ausencias reiteradas durante la jornada para asuntos personales. No han trascendido nombres propios ni el banco.
- ¿Puede una empresa despedir por ir a la peluquería?Por una sola salida aislada, lo normal es una advertencia. El despido llega cuando hay un patrón que vulnera la buena fe contractual y afecta al servicio.
- ¿Cómo diferenciar una pausa legítima de un abandono del puesto?La clave es la comunicación previa, la cobertura del servicio y el registro horario. Sin aviso, sin cobertura y con repetición, se interpreta como abandono.
- ¿Un salario alto cambia la evaluación del caso?No cambia la ley, pero sí las expectativas: a mayor responsabilidad, mayor ejemplaridad. Un sueldo elevado implica más mirada encima.
- ¿Qué hacer si necesitas salir en plena jornada?Pactar el horario, dejar relevo, comunicar por escrito y compensar. Y, si es posible, mover la cita a horas valle. Lo personal, mejor sin ruido.


