El pueblo de Cataluña que vive dentro de un castillo

El pueblo de Cataluña que vive dentro de un castillo

En Cataluña existe un lugar donde la vida diaria transcurre entre muros centenarios, calles de piedra y un foso esculpido en la roca. No es un decorado de cine. Es un pueblo real que, literalmente, vive dentro de un castillo: Peratallada.

La mañana se abre con un golpe suave de persianas de madera y olor a pan. Un gato se estira en el filo de una ventana, como si fuera suyo todo el muro. Camino por la calle Mayor y el sonido de mis pasos rebota en la piedra, vieja y enorme, hasta perderse en el arco de la plaza. La primera luz enciende los tonos miel de la arenisca y, por un segundo, el tiempo se para. *Hay mañanas en que el silencio pesa más que la piedra.* En el borde del pueblo, el foso tallado en la roca aparece de golpe, profundo, frío, sorprendente. Una vecina me dice “bon dia” y sigue su ruta con el pan bajo el brazo. Y entonces lo entiendes. No es un parque temático.

Un pueblo que late entre murallas

Peratallada no es solo un castillo con casas; es un organismo que respira. Tras la primera puerta, el pueblo se enrosca en pasajes estrechos, plazas mínimas y muros que han domesticado el viento. Cada esquina guarda una capa de siglos y, aun así, hay macetas, ropa tendida y risas al caer la tarde. La torre principal asoma sin imponerse, como si recordara a todos que su papel fue proteger, no asustar. Aquí la vida va a un ritmo raro: rápido en verano, lento el resto del año. **No circulan coches** y los pasos recuperan su sonido.

Un dato ayuda a entender el milagro: menos de 250 vecinos viven intramuros durante el año, y en agosto la cifra de visitantes puede multiplicarse por diez. La panadería abre antes de que el sol trepe a la torre, y el correo entra a pie, como se ha hecho siempre. Una mañana, Marta —que nació aquí— me señaló el foso y dijo, medio riendo: “Ahí jugábamos a escondernos; hoy lo enseñamos a medias en las visitas”. El foso es un anillo oscuro, **foso tallado en roca viva**, de hasta varios metros de profundidad, que subraya lo extraordinario: el pueblo entero es una fortaleza que sigue habitada.

¿Por qué ha sobrevivido tan intacto? Porque hubo reglas claras y una cultura del cuidado. Desde los años setenta el núcleo está protegido como conjunto histórico, y cualquier reforma se hace con lupa: piedra vista, carpintería discreta, cables escondidos. También porque el turismo, si bien exige equilibrios, paga parte de la factura de conservar. La otra parte la pone la gente que elige vivir aquí. Se nota en los detalles: un picaporte rehecho por un herrero local, la cal apagada aplicada con paciencia, la señalética mínima. La economía se sostiene en restaurantes, artesanía y alojamientos pequeños, pero el pulso lo dan los desayunos de diario.

Cómo habitar un castillo sin sentirse en un museo

La mejor manera de entrar es empezar por el Portal de la Verge, cruzar la Plaça de les Voltes y subir, sin prisa, hacia la Torre del Homenaje. Luego bordea el foso por el “fossar” exterior y vuelve por el lado opuesto, para sentir el círculo protector de la piedra. Si llegas a primera hora, verás el pueblo encenderse como una foto que aparece en un cuarto oscuro. Haz una parada en la plaza principal, mira las casas en escalera y prueba el pan de la hornada del día. Esa es la coreografía que hace que Peratallada te hable. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días.

Errores típicos: llegar a las 13:30 en pleno julio pensando que habrá sombra y mesa libre. O querer aparcar dentro (no se puede). Mejor calzado cómodo, agua y una chaqueta ligera fuera de temporada, porque la piedra retiene fresco. Evita tacones finos, que se pelean con el empedrado. Y respeta esas puertas entreabiertas: dentro hay alguien que trabaja, duerme, cría hijos. Todos hemos vivido ese momento en el que la foto podía esperar y la mirada tenía que ser más suave. Piensa que aquí la belleza no es una vitrina, es una casa.

“Aquí la piedra te baja el pulso,” me dijo un vecino que arreglaba su ventana con una lija. “Te obliga a ir a su ritmo.” La frase se te queda clavada cuando la tarde cae y se encienden tres o cuatro lámparas cálidas.

“La fortaleza nos protege, pero la vida dentro la hacemos nosotros,”

añadió otra vecina, señalando el zócalo que su abuelo reparó en los años 50. Para orientarte rápido y disfrutar sin agobios, anota:

  • Mejor época: primavera y otoño, luz limpia y menos gente.
  • Aparcamiento: en las zonas habilitadas a la entrada del núcleo, a pie de muralla.
  • Ruta corta: Portal de la Verge – Plaça de les Voltes – foso exterior – vuelta por el Carrer d’en Peralta.
  • Imprescindible: la foto desde el camino del foso, con el perfil de la torre.
  • Plan largo: comer en la plaza y quedarte hasta que se vacíe; el pueblo cambia de piel al anochecer.

Lo que nos dice Peratallada del futuro de los pueblos

Peratallada enseña que preservar no es congelar, es convivir. Un pueblo puede abrirse al mundo sin perderse, si las reglas van al ritmo de las personas y no solo de los negocios. Aquí la hostelería existe, sí, pero también los reencuentros de los domingos, la fiesta mayor que saca mesas a la calle y los oficios que sobreviven discretos. La pregunta es incómoda y necesaria: ¿qué precio tiene mantener vivo un castillo? Entre alquileres que suben y temporadas muy marcadas, la respuesta cambia según quién la cuente. Aun así, hay señales buenas: teletrabajo que trae familias, escuelas rurales cercanas que suman, talleres que forman a jóvenes en restauración. Mirando estos muros, piensas en Tossa, en Montblanc, en Miravet. Sitios donde el pasado no grita, susurra. Y donde el futuro, si se cuida, puede ser igual de humano.

Punto clave Detalle Interés para el lector
Vivir dentro de un castillo Pueblo intramuros con foso y muralla activos Experiencia única y fotogénica sin artificio
Cuándo y cómo visitarlo Primavera/otoño, ruta circular por el foso, sin coche Evitar aglomeraciones y disfrutar el ritmo local
Reglas de conservación Protección patrimonial, reformas con criterios estrictos Comprender por qué el lugar se ve tan auténtico

FAQ :

  • ¿Dónde está Peratallada exactamente?En el Baix Empordà (Girona), dentro del municipio de Forallac, a unos 40 minutos de la Costa Brava.
  • ¿Se puede dormir dentro de las murallas?Sí, hay pequeños hoteles y casas rurales intramuros, con encanto y normas de silencio nocturno.
  • ¿Es apto para ir con niños o carritos?Se puede, aunque el empedrado es irregular; mejor mochila portabebés y calzado firme.
  • ¿Qué ver cerca en el mismo día?Pals, Palau-sator, la playa de la Gola del Ter y la villa de Begur, todas a corta distancia.
  • ¿Hay visitas guiadas al castillo?En temporada alta suelen ofrecerse recorridos guiados por el núcleo histórico y el entorno del foso.

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