Espirulina vs chlorella: cuál depura mejor según los nuevos estudios

Espirulina vs chlorella: cuál depura mejor según los nuevos estudios

Las algas verdes han pasado de las tiendas naturistas a la mesa de la cocina, con promesas de “resetear” el cuerpo tras un exceso, una mudanza, un tratamiento médico o un año agotador; la conversación se ha vuelto concreta: ¿sirve más la espirulina o la chlorella para depurar de verdad, aquí y ahora, con estudios recientes en la mano?

Encendí la licuadora un lunes de enero con la misma mezcla de culpa y esperanza de medio planeta: agua fría, un plátano tristón, una cucharadita verde brillante, y la idea de que el cuerpo “se limpia” si le das la herramienta correcta; al rato me llegó un audio de una amiga que juraba por la chlorella como si fuera un imán de metales, mientras en la consulta de un dietista escuché el elogio de la espirulina para el hígado cansado tras meses de estrés y comidas rápidas. Todos hemos pasado por ese momento en que buscas una señal clara, un sí o un no, algo que te evite perder tiempo y dinero. El detalle es que el cuerpo trabaja a su modo. Y la ciencia matiza. No depuran igual.

Espirulina vs chlorella: lo que dicen los estudios nuevos

La espirulina es una cianobacteria rica en ficocianina y antioxidantes; la chlorella es un alga de pared celular dura y mucha clorofila, y ese contraste técnico se traduce en efectos distintos cuando hablamos de “depurar”. Revisiones de 2023–2024 señalan que la espirulina brilla en estrés oxidativo y función hepática (mejoras modestas en ALT/AST y marcadores inflamatorios), mientras que la chlorella destaca en captar compuestos en el intestino y favorecer su eliminación por las heces, con datos humanos sobre dioxinas y, de forma más limitada, metales. El mito del polvo milagroso se cae solo cuando lees las letras pequeñas: ambos ayudan, pero en frentes diferentes.

Un ejemplo que suele pasar desapercibido: un ensayo en Bangladesh con personas expuestas a arsénico mostró que espirulina combinada con zinc incrementó la excreción y mejoró síntomas cutáneos, una pista de su papel como “respaldo” antioxidante en toxicidad real, no solo de laboratorio; al mismo tiempo, pequeños ensayos japoneses observaron que mujeres que tomaron chlorella durante el embarazo tuvieron menos dioxinas en la leche y niveles de IgA algo más altos, probable señal de un efecto barrera intestinal. No es un cartel luminoso de “cura”, pero sí señales consistentes de que cada una tiene su terreno.

La lógica detrás es menos esotérica y más de fontanería biológica: la chlorella tiene una pared celular con componentes que se adhieren a moléculas y bilis en el lumen intestinal, lo que reduce reabsorción enterohepática y empuja toxinas a la taza; la espirulina actúa más como bombero interno, elevando enzimas antioxidantes endógenas y modulando Nrf2, lo que ayuda al hígado a procesar y neutralizar, y a los tejidos a no “arder” en el proceso. Traducido al lenguaje de la despensa: la chlorella saca bolsas de basura por la puerta, la espirulina cuida el motor del camión que las transporta.

Cómo usarlas sin perder la cabeza

Si buscas un gesto concreto, sencillo y repetible, piensa en pequeñas dosis y momentos: 1–3 g/día de chlorella de pared rota con comida principal para “atrapar” en el intestino, 1–3 g/día de espirulina por la mañana para apoyar ese arranque hepático y antioxidante; toma agua, incluye proteína y verduras amargas que estimulen bilis, y deja que el reloj haga su trabajo. *La detox no es un botón mágico, es hábito.* Si tienes enfermedad tiroidea, embarazo, anticoagulantes o autoinmunidad, pide luz verde a tu médico antes de jugar a químico casero.

Errores típicos que veo una y otra vez: querer notar “algo fuerte” la primera semana y doblar la dosis, mezclar con café hirviendo que estropea compuestos, comprar sin mirar informes de microcistinas o metales pesados, y olvidar la fibra que hace de cinta transportadora; Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Vas a fallar alguna semana, y no pasa nada si vuelves a lo básico sin drama. Si aparece náusea o malestar, baja a la mitad, come algo salado, y observa el cuerpo dos o tres días antes de decidir que “no te funciona”.

La chlorella muestra mejores datos para atrapar toxinas en el intestino.

“Cuando la gente entiende que ‘depurar’ es favorecer el flujo —bilis, heces, sudor— y bajar la inflamación en paralelo, deja de buscar pócimas y elige rutinas que suman sin ruido”, me dijo un hepatólogo que ve demasiados suplementos y poca agua.

  • Compra solo marcas con análisis de microcistinas, metales y radionúclidos por lote (GMP, ISO, NSF o similar).
  • Empieza con 500 mg al día y sube semanalmente; tu intestino marca el ritmo.
  • Prioriza comidas reales: crucíferas, alliums, cítricos, huevo; las algas no sustituyen un plato.
  • Si tomas fármacos, deja 2–3 horas de margen con la chlorella para no “secuestrarlos”.

Entonces, ¿cuál depura mejor?

La respuesta honesta incomoda a quien quería un ganador de portada: para metales y compuestos persistentes que circulan con la bilis, la balanza se inclina hacia la chlorella; para estrés oxidativo sistémico y un hígado cargado por vida real, la espirulina marca diferencias en marcadores y en cómo te sientes tras unas semanas. La calidad del producto lo cambia todo. Hay personas que encuentran su punto dulce combinando dosis pequeñas de ambas, y otras que rotan por temporadas según su agenda, su dieta y su piel. Tu rutina de sueño, tu tránsito intestinal y tu plato diario van a decidir más que cualquier etiqueta verde fosforito. Y sí, hay días de caos: una pizza a medianoche, un viaje, un grito; ahí es donde una cápsula no arregla, pero tampoco estorba si el resto del ecosistema está de tu lado.

Punto clave Detalle Interes para el lector
Chlorella para “arrastre” intestinal Pared celular que se adhiere a bilis, dioxinas y parte de metales; datos humanos en reducción de dioxinas Útil tras comidas copiosas, para tránsito lento o cuando buscas menos reabsorción
Espirulina para apoyo hepático Ficocianina y antioxidantes que elevan defensas endógenas y modulan inflamación Interesa si hay cansancio, piel opaca o enzimas hepáticas algo elevadas
Seguridad y calidad Analíticas por lote, ausencia de microcistinas y metales; empezar bajo, subir con calma Evita efectos indeseados y compras inútiles; más resultados con menos dosis

FAQ :

  • ¿Puedo tomar espirulina y chlorella juntas?Sí, muchas personas combinan dosis pequeñas; suele funcionar tomar chlorella con comidas y espirulina lejos de ellas. Deja margen si tomas medicamentos.
  • ¿Cuánto tarda en notarse algo?Hay quien nota digestión más ligera en una semana; los cambios en marcadores suelen verse a 4–8 semanas. El ritmo intestinal y la calidad de la dieta mandan.
  • ¿Sirven para el mercurio de amalgamas o pescado?La evidencia en humanos es limitada; la chlorella parece más prometedora para captación intestinal, pero no sustituye protocolos médicos ni quela ción clínica.
  • ¿Son seguras en embarazo y lactancia?Existe investigación con chlorella en gestantes con reducción de dioxinas en leche, aunque no es una recomendación universal. Consulta con tu profesional y prioriza marcas con analíticas claras.
  • ¿Qué dosis son habituales?Rangos comunes: 1–3 g/día de espirulina y 1–3 g/día de chlorella; algunos estudios usan hasta 5–8 g/día por tiempo limitado. La spirulina destaca cuando el hígado necesita respaldo antioxidante.

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