Los técnicos de calefacción llevan semanas repitiéndolo en barrios y foros: el mal hábito con el termostato que parecía inocente se vuelve muy caro cuando llegan las noches frías. La tentación de “jugar” con la temperatura para sentir calor ya, o de apagar todo al salir y pedirle a la casa que recupere seis grados en media hora, es el tipo de reflejo que dispara el consumo sin que te des cuenta. Hablamos de cientos de euros en una temporada. Hablamos de un error cotidiano con nombre y apellidos.
El primer día de ola de frío, a las 7:18, la cocina de Marta todavía huele a café y el suelo está un poco helado. Mira el termostato de la pared, parpadea el 17,5°C, y con el dedo hace lo que hace todo el mundo cuando se le mete el frío en el cuerpo: lo sube a 23°C con un gesto rápido, como quien sube el volumen de una canción favorita. La caldera responde con un rugido breve, los radiadores se despiertan, y la sensación de “calor de golpe” casi consuela. Casi. Porque hay una factura esperando. Una factura silenciosa. Algo no cuadra.
El error silencioso: jugar con el termostato como si fuera un interruptor
La idea de que el termostato es un “acelerador” que conviene pisar a fondo cuando tenemos frío es cómoda, intuitiva y carísima. Un salto brusco, de 16°C a 22°C, obliga a la caldera o a la bomba de calor a trabajar en picos, abre ciclos cortos y hace que la casa se caliente de forma desigual; te quedas con la nariz ardiendo y los pies fríos, mientras el contador gira. **El gran error no es subir un grado: es pedirle a la casa que salte de 16°C a 22°C de golpe.** Esa montaña rusa térmica desgasta equipos y multiplica el gasto. Y deja una sensación rara de calor “pegajoso”.
Un ejemplo reciente que nos contaron en Alicante lo hace muy visual. Una pareja joven, piso de 80 m², termostato en el pasillo cerca de la puerta de entrada y del plenum de aire. Apagaban la calefacción al salir por la mañana, la encendían a tope al volver y dormían con la casa forzada a 22,5°C durante una hora “para templar”. En la primera factura de invierno, +31% respecto al año pasado. Ajustaron: bajaron a 19,5°C constantes, programaron un arranque suave 60 minutos antes de llegar y desplazaron el termostato a una pared interior. Segunda factura: -18% frente a la primera. El confort, dicen, “más redondo” y menos ruido de máquina.
La lógica detrás es sencilla. Cada grado que pides por encima de una base razonable (19–20°C) eleva el consumo de calefacción entre un 6% y un 8%, según técnicos consultados y pruebas de campo habituales. Cuando dejas caer demasiado la temperatura y luego exiges una recuperación rápida, el sistema entra en su zona menos eficiente. La caldera va a máxima potencia y se detiene en secuencias, la bomba de calor activa descongelaciones y sopla aire templado que no llega a calentar masas. Se crea un combado térmico en paredes y suelos, y la casa se vuelve una noria energética. Es ahí donde los “cientos” se esconden.
Qué hacer hoy: ajustes finos que ahorran dinero de verdad
La receta ganadora suena aburrida y funciona: estabilidad y anticipación. Fija una temperatura base entre 19°C y 20°C en horario activo y baja solo 1–2°C por la noche o cuando te ausentes unas horas, no más. Programa un pre-calentamiento 45–90 minutos antes de tu llegada, en lugar de subir a lo loco a última hora. Si tu termostato lo permite, usa “rampa” o “eco con avance” para que el equipo llegue a la consigna sin picos. En bombas de calor, activa el modo clima y deja que la máquina module; en caldera, prioriza curvas suaves y evita apagados totales. *La casa agradece la constancia más que los impulsos.*
Hay detalles simples que marcan diferencia. Coloca el termostato lejos de corrientes, radiadores y cocinas; una pared interior a 1,5 m del suelo es el punto dulce. Aísla la noche con persianas y cortinas, para que no tengas que pedir grados extra por la mañana. Purga los radiadores en octubre y revisa una vez al mes si hay habitaciones que se disparan en temperatura: vale más equilibrar caudales que “compensar” subiendo el salón. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Por eso conviene dejarlo bien programado una vez, probar una semana y ajustar dos cosas, no veinte.
En palabras de quien toca calderas cada día, la verdad es menos épica y más constante.
“La regla que más dinero ahorra es esta: no exijas saltos, pide constancia. Tu equipo es más eficiente manteniendo que persiguiendo”, explica María Lafuente, técnica de climatización con dos décadas de oficio.
**Un termostato en la pared equivocada puede encarecer tu factura más que una ventana mal sellada.** Y hay una lista corta que sirve de recordatorio práctico:
- Base 19–20°C, bajada nocturna de 1–2°C, nunca 5–6°C.
- Pre-calentamiento programado, no “turbo” manual al llegar.
- Termostato en pared interior y sin sol directo.
- Evitar modo “hold” permanente: permite que la programación trabaje.
- Puertas semiabiertas para que el flujo de aire no engañe al sensor.
La próxima factura contará esta historia por ti
Quien haya pasado un invierno apretando botones sabe que hay una diferencia entre calor y confort. Lo primero se compra a golpes de consigna; lo segundo se construye con ritmos que respetan la inercia de la casa. Todos hemos vivido ese momento en el que despiertas de madrugada, tiritas, subes el termostato dos grados y te quedas mirando el piloto como si fuera una vela. **La regla que más dinero ahorra: estabilidad y anticipación.** Cambiar este hábito no se nota en un día ni en dos, se nota cuando abres la factura y cuando dejas de pisar suelos que van del hielo al horno en horas. La casa respira mejor, tú también.
| Punto clave | Detalle | Interes para el lector |
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FAQ :
- ¿Cuál es el “error con el termostato” del que hablan los técnicos?Bajar mucho la temperatura al ausentarse y exigir recuperaciones rápidas con subidas bruscas, como si fuera un interruptor. Ese patrón genera picos, ciclos cortos y consumo disparado.
- ¿De verdad un grado más se nota en la factura?Suele traducirse en un 6–8% más de energía en calefacción. Un par de grados sostenidos todo el día impactan más que un rato corto, por eso interesa una base razonable y estable.
- ¿Qué temperatura recomiendan para estar cómodo?Entre 19°C y 20°C en horario activo y 17–18°C de noche. Ajusta medio grado a tu sensación, no a la prisa. La ropa y el aislamiento también cuentan.
- ¿Es mejor apagar la calefacción al salir todo el día?Si te vas muchas horas, baja 2–3°C y programa un pre-calentamiento. Apagar del todo en casas con mala inercia suele salir caro al recuperar.
- ¿Dónde va el termostato para medir bien?En pared interior, a 1,5 m del suelo, lejos de sol, cocina, radiadores y corrientes. Así evita lecturas falsas que disparan el consumo.


