La receta de lentejas de un chef gallego que se prepara en 20 minutos y siempre queda suave

La receta de lentejas de un chef gallego que se prepara en 20 minutos y siempre queda suave

Un plato de cuchara en 20 minutos, cremoso como si hubiese chup‑chup durante horas, sin que la lenteja se rompa ni se quede dura. La promesa suena a magia de abuela, pero viene de un chef gallego que cocina rápido porque el servicio no espera. La pregunta pica: ¿cómo logra que siempre quede suave?

Llueve en Vigo y el cristal de la ventana suda vapor. En una cocina pequeña, Iago —delantal con manchas de pimentón y sonrisa de alguien que ya ha salvado mil comidas— pone una olla baja al fuego, echa un hilo de aceite y lanza un sofrito sin mirar el reloj, como quien escucha una canción favorita; la cebolla, el ajo y un poco de pimiento verde bailan en dos minutos, entra un chorizo de pueblo cortado fino, suenan las primeras risas del equipo. El caldo ya está caliente, las lentejas pardinas lavadas esperan en un colador, la hoja de laurel huele a domingo. Nadie habla de remojos ni de largas esperas. Iago guiña un ojo, apaga la duda con un gesto simple y dice: hoy salen en veinte. Y salen. ¿Cuál es el truco?

La idea central es casi contraria a lo que nos contaron: elegir la lenteja adecuada y correr rápido al principio para ir lento después, con micro pausas que miman el grano, porque la variedad manda y el ritmo decide la textura. Iago usa pardina pequeña, **sin remojo**, porque cocina antes y mantiene la piel íntegra, y arranca con un sofrito veloz que perfuma sin oscurecer, ya que el tostado exagerado endurece. El caldo entra muy caliente, nunca frío, para que la lenteja no sufra un cambio brusco de cocción al revés, y la sal se espera al final, como una recompensa.

Un ejemplo lo deja claro: para cuatro, el chef pesa 320 g de pardina, corta media cebolla, medio pimiento verde y un diente de ajo, saltea dos minutos con 30 ml de aceite, añade 60 g de chorizo gallego muy fino, una hoja de laurel, media cucharadita de pimentón dulce, y en ese mismo minuto vierte 1,1 litros de caldo de ave hirviendo. Lava las lentejas bajo el grifo y las suma sin miedo, fuego medio‑alto hasta el primer hervor alegre y, aquí viene el gesto, las “asusta” con un chorrito de agua fría para que se relajen. Dos asustos, tapa entreabierta, 16 a 18 minutos. **20 minutos reales**.

La explicación de por qué quedan tan suaves tiene lógica sencilla: el choque con agua fría corta el hervor salvaje, baja la agresividad de las burbujas y evita que la piel se rompa, mientras la cocción retoma más serena y la fécula se suelta en hilo fino, lo justo para ligar sin espesar de más. La sal al final no tensa la piel, el caldo caliente evita que el grano “se asuste” a la inversa, y una cucharada de lentejas trituradas y devueltas a la olla crea esa **textura cremosa** que parece milagro. Todos hemos vivido ese momento en el que una legumbre se queda dura por el tomate temprano: aquí el ácido llega al final, nunca al inicio.

La técnica precisa tiene tres gestos que no fallan: sofreír corto y claro, asustar dos veces con un chorrito de agua fría, y terminar con una ajada gallega mínima que aporta brillo y suavidad. Para la ajada, calienta 3 cucharadas de aceite, dora 1 diente de ajo laminado sin prisas, apaga el fuego y espolvorea media cucharadita de pimentón, devuelve a la olla fuera del hervor y mueve la cacerola en vaivén, sin cuchara. Ese vaivén integra grasa y almidón sin castigar el grano. Si el agua de tu zona es dura, Iago añade una puntita de bicarbonato —como lo hace su madre— del tamaño de una lenteja. *Un rumor a caldo que abriga la tarde.*

Errores comunes que él ve cada semana: hervores violentos con tapa cerrada, tomate desde el minuto uno, sal temprana, cuchara que entra y sale como hélice. Y un clásico: usar la lenteja castellana grande para “ir más rápido”, cuando pide otra liga y más tiempo. Si solo tienes agua del grifo con cal, filtra o mezcla la mitad con agua embotellada, porque la dureza pelea con la piel. Seamos honestos: nadie hace realmente eso todos los días. Por eso el plan B es simple: caldo de brick caliente y paciencia de 12 minutos con la tapa entreabierta, sin remover.

“Si respetas el primer hervor y el silencio del grano, la lenteja se da”, suelta Iago mientras apaga el fuego y deja reposar tres minutos, porque el reposo termina la seda sin fogón extra.

“Lo rápido no está reñido con lo tierno; lo tierno pide calma en el momento justo”, dice el chef, mirando la cuchara como si fuera un instrumento de cuerda.

  • Variedad: pardina pequeña o beluga para 20 minutos
  • Caldo: siempre caliente; agua filtrada si hay cal
  • Sal, ácido y vinagre: al final, para no tensar
  • Textura: ligar con un cucharón triturado de lentejas
  • Final feliz: ajada gallega y reposo de 3 minutos

Queda una idea que invita a jugar: estas lentejas de 20 minutos no compiten con las de domingo, conviven, y liberan al plato de cuchara de la condena del tiempo, abriendo la puerta a comer mejor entre semana sin drama. Cambia el chorizo por verduras y curry suave, o suma berza muy picada al final para un guiño a Galicia que nutre y refresca; unas gotas de vinagre de manzana despiertan el caldo sin robarle ternura. Si te animas, prueba con 2 mejillones por persona abiertos al vapor y su jugo filtrado, que entran al final y regalan yodo y memoria de puerto. Lo bonito no es la receta, sino el permiso: cocinar rico cuando el reloj muerde.

Punto clave Detalle Interes para el lector
Variedad y tiempo Lenteja pardina pequeña, cocción 16–18 min con “asustos” Plato de cuchara rápido sin remojo
Textura sedosa Caldo caliente, sal y ácido al final, ligar con un cucharón triturado Resultado **siempre queda suave** y brillante
Toque gallego Ajada final de ajo y pimentón, reposo 3 min Sabor profundo con gesto mínimo

FAQ :

  • ¿Qué lenteja usa el chef y por qué?Pardina pequeña, porque cuece rápido, mantiene la piel y suelta el almidón suficiente para ligar sin romperse.
  • ¿Puedo hacerlo en olla a presión?Sí: 8 minutos desde que sube la válvula, despresuriza natural, ajada al final y 2 minutos de reposo con tapa abierta.
  • ¿La sal endurece las lentejas?Si entra muy pronto, sí puede tensar la piel; mejor salar al final y corregir en el reposo, el paladar lo nota.
  • ¿El bicarbonato cambia el sabor?Una pizca mínima ayuda con aguas duras y no se percibe; si te pasas, deja regusto jabonoso, usa “el tamaño de una lenteja”.
  • ¿Se pueden congelar?Perfectamente; enfría rápido, guarda en porciones y descongela en la nevera, calienta suave y revive con un chorrito de caldo o agua.

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