Le preguntan a italianos viviendo en Madrid qué cambiarían de la ciudad y coinciden en un punto clave

Le preguntan a italianos viviendo en Madrid qué cambiarían de la ciudad y coinciden en un punto clave

Un grupo de italianos que viven en Madrid responde a una pregunta simple: ¿qué cambiarían de la ciudad? Los acentos romanos, napolitanos y milaneses no se ponen de acuerdo en casi nada… salvo en un punto que repiten con calma testaruda: más sombra real, más bancos, más agua fresca en la calle. No es un capricho, dicen. Es sobrevivir mejor a la vida diaria.

Plaza de Olavide, 17:12, domingo. Un camarero de Bari seca vasos mientras un ventilador de sobremesa hace lo que puede. La terraza está llena, pero las mesas al sol se quedan vacías como islas calientes. A dos sillas de mí, una pareja de Palermo compara Madrid con su barrio en Italia: “Allí hay portici, aquí te asas”, sueltan, medio en broma. El calor pega en las baldosas, rebota en las fachadas, se mete bajo la piel.

Me acerco con una pregunta tonta y honesta: si pudieran cambiar algo de Madrid, ¿qué sería? Responden rápido, sin girar la cabeza. “Sombra. Y bancos. Y agua para beber en la calle, como en Roma”. Nadie discute. Nadie duda.

Los escucho durante un rato. Alguno recuerda los “nasoni” romanos, otro habla de Bologna y sus soportales, una chica de Torino menciona parques con pérgolas. Y al final, una frase corta queda en el aire como un veredicto. No es el alquiler.

El punto común: más sombra, bancos y agua

La idea principal sale de todas las bocas italianas que conocí esa semana: Madrid necesita sombra de verdad donde la gente vive el día. Aceras, paradas de bus, plazas sin árboles. No piden un bosque nuevo, piden refugios cotidianos, a pie de barrio. “Cuando el sol está arriba, la ciudad es un horno”, me dice Marco, de Catania, mirando una calle sin toldos. **El descanso no debería depender de pagar otra consumición.**

Ejemplo rápido: Valentina, arquitecta de Milán, bajaba a diario por la calle Fuencarral con su hija pequeña. La niña se negaba a caminar al mediodía, y ella compró una sombrilla ridícula que acababa enredada en todo. Un día visitaron Roma y descubrieron otra vez los “nasoni”: fuentes bajas, frías, pensadas para las manos. “No es nostalgia”, me dijo. “Es una solución simple que cambia el ánimo del día”. Volvieron a Madrid y Valentina empezó a buscar sombras como si fueran estaciones.

La lógica es casi física. Se habla de microclimas, de superficies que absorben o reflejan calor, de cómo un árbol bien colocado baja la temperatura de una acera. Un banco bajo una pérgola no es un adorno: permite que los abuelos esperen al nieto del cole sin fundirse. **Ciudades como Sevilla están cubriendo patios y plazas con velas tensadas; ¿por qué no convertirlo en norma de verano en Madrid?** Quien camina lo nota. Quien trabaja en la calle, también.

Cómo lo harían “a la italiana”

Los italianos no traen recetas mágicas, traen pequeños hábitos. Sombras móviles con toldos ligeros en calles comerciales. Árboles de copa ancha en esquinas estratégicas, no solo palmeras decorativas. Pérgolas con parras o glicinas en patios de colegio y centros de salud. Y fuentes bajas con chorro continuo para rellenar botellas sin malabares. *Pequeños gestos que suman grados menos y muchos suspiros más.*

Hay consejos que suenan a sentido común. Si el Ayuntamiento tarda, el barrio puede moverse: comunidades que colocan velas tensadas en patios, comerciantes que comparten toldos entre fachadas, vecinos que reclaman bancos donde ya se sienta la gente en el bordillo. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. También hay errores frecuentes: plantar árboles que dan poca sombra, poner bancos al sol por “orden”, instalar fuentes imposibles de usar. Todos hemos vivido ese momento en el que te quedas de pie, con la botella vacía, frente a un grifo impracticable.

“No hablamos de gastar millones”, me dijo Lucca, diseñador florentino, “hablamos de pensar en el cuerpo humano”.

“Madrid ya es luminosa. Lo que falta es refugio. Una luz amable necesita una sombra generosa.”

  • Toldos compartidos en ejes comerciales durante los meses de calor.
  • Pérgolas vegetales en plazas con estancias largas (colegios, centros de salud, mercados).
  • Fuentes bajas, con chorro continuo y accesibles para peques y mayores.
  • Bancos a la sombra real, orientados al paso del aire, no pegados al asfalto.
  • Árboles de copa ancha, priorizando esquinas y cruces con tránsito peatonal.

Más allá del sol: lo que Madrid podría ganar

Hay algo bonito en esta coincidencia italiana. No niega lo que Madrid ya es —abierta, vital, callejera—; propone un ajuste fino para elevar su calidad de vida. Imagina agosto con corredores de sombra por los que ir a pie sin sufrir. Imagina abuelos charlando en bancos frescos y niños jugando sin achicharrarse. **Imagina que rellenar tu botella es tan sencillo como parpadea.**

Cuando una ciudad decide cuidar el cuerpo, mejora todo lo demás. Bajan las prisas, suben los paseos, la vida de barrio se estira. El comercio local gana miradas, las terrazas comparten protagonismo con zonas gratuitas de descanso, los encuentros ocurren sin pedir permiso al calor. Y la salud agradece cada grado menos.

Esto no es una guerra contra el sol. Es una invitación a convivir con él sin maldecir cada esquina. Si los italianos que viven aquí lo ven tan claro, quizá sea porque vienen de urbes que aprendieron a domar el verano a fuerza de portici, fuentes y pequeños inventos cotidianos. No hace falta copiar Roma o Bolonia al milímetro. Hace falta empezar por una pregunta simple: ¿dónde me siento, a la sombra, sin pagar, mientras la ciudad sigue latiendo?

Punto clave Detalle Interés para el lector
Sombra cotidiana Toldos, pérgolas vegetales y árboles de copa ancha en rutas peatonales Caminar y esperar sin sofoco; mejor verano a pie
Bancos bien colocados Asientos a la sombra, orientados al aire, cerca de puntos de espera Descansar sin consumo; más vida de barrio
Agua accesible Fuentes bajas tipo “nasoni” para rellenar botellas Ahorro y salud; hidratación fácil para todos

FAQ :

  • ¿Por qué los italianos insisten tanto en la sombra?Porque vienen de ciudades con cultura de refugio urbano: portici en Bolonia, fuentes en Roma, plazas con pérgolas. Saben que cambia el día.
  • ¿Qué barrios de Madrid ya lo hacen medianamente bien?Algunas calles con arbolado maduro en Chamberí o Salamanca y parques de barrio con pérgolas puntuales. Falta continuidad en las rutas diarias.
  • ¿Esto es caro para el Ayuntamiento?No necesariamente. Toldo estacional, pérgolas modulares y fuentes sencillas cuestan poco comparado con obra pesada. Lo clave es planificar por uso, no por foto.
  • ¿No sería más prioritario el alquiler?El alquiler preocupa, claro. Aquí hablamos del punto en el que coinciden, y no fue la vivienda: fue el refugio básico en la calle. Dos debates compatibles.
  • ¿El horario español influye en esta queja?Sí. Las comidas largas y las tardes extendidas te pillan al sol muchas horas. Tener sombra y agua hace ese ritmo mucho más llevadero.

1 thought on “Le preguntan a italianos viviendo en Madrid qué cambiarían de la ciudad y coinciden en un punto clave”

  1. J’adore cette idée: plus d’ombre, plus de bancs, plus d’eau ! Madrid passe enfin en mode ‘vivable’ 🙂 Les nasoni à la romaine, je signe demain.

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