Mario Alonso Puig, médico: “La forma en la que te hablas cada mañana cambia tu energía para todo el día”

Hay mañanas que empiezan con un zumbido de pantalla, una prisa suave y una frase automática que no perdona: “Hoy no puedo con esto”. Mario Alonso Puig, médico y divulgador, insiste en algo tan prosaico como radical: la primera conversación del día no es con el mundo, es contigo. Y ese diálogo, más que un gesto motivacional, actúa como una palanca biológica. ¿Y si cambiar esa frase cambiara el día entero?

El café humea, la casa aún respira a medias, y en el espejo aparece esa cara que conoces desde siempre y a la que pocas veces hablas bien. En el metro, alguien se enciende con noticias y scroll; otro se toma tres respiros largos y se dice, casi en secreto: “Hoy voy a ir a mi ritmo, con foco”. La escena pasa cada día y, sin ruido, deja huella en el cuerpo. *Lo notas en el pulso, en la espalda, en la forma de entrar en la primera reunión.* Intriga: ¿de verdad esas palabras cambian la química?

Lo que te dices al amanecer enciende tu biología

Mario Alonso Puig, cirujano y una de las voces más escuchadas en bienestar y alto rendimiento, lo repite sin grandilocuencia: el diálogo interno de la mañana afina el sistema nervioso. No es poesía, es fisiología en zapatillas. Un lenguaje amable, específico y con intención activa la corteza prefrontal y baja el ruido de la amígdala. Lo que te dices no es un detalle: es un interruptor biológico.

Piensa en Laura, enfermera de urgencias que vive a golpe de turnos cambiantes. Diez días probó un ritual breve: tres respiraciones nasales, postura abierta y una frase guía distinta según el día. En su libreta anotaba energía a medio día, tensión en las manos y calidad de atención con pacientes. No hubo milagro hollywoodense, pero sí algo medible: menos rigidez cervical, menos “explosiones” a media mañana, más foco en tareas críticas. Estudios sobre autoafirmaciones ya mostraron descensos del estrés y mejor recuperación frente a retos. A Laura la cifra le dio igual. A su espalda, no.

La explicación es sencilla y poderosa. El cerebro funciona por predicción: lo que le dices al empezar se convierte en filtro de lo que notarás después. Se abre el Sistema Reticular Activador, esa “linterna” atencional que decide qué importa en el caos. Palabras con dirección + cuerpo alineado = circuito coherente. Ese combo regula el tono vagal, mejora la respiración y te da microsegundos de elección antes de reaccionar. La cadena es invisible, pero el efecto se ve en el primer correo difícil del día.

El ritual de 3 minutos que propone esta mirada

Hay un gesto concreto que cabe entre el despertador y el primer sorbo. Siéntate, pies en el suelo, columna larga. Respira 4 segundos por la nariz y suelta 6, tres veces. Nombra en voz baja tu intención única del día: “Hoy priorizo claridad al hablar”. Visualiza 10 segundos el primer paso que la encarna. Luego una frase breve y verdadera: “Voy a hacerlo con calma y firmeza”. La mente no entiende de discursos perfectos, entiende de señales.

Errores frecuentes: querer abarcar cinco metas a la vez o hablarte como un jefe incómodo. Elige una idea, no un párrafo. Si te sientes plano, no forces euforia; elige tono neutral-compasivo: “Hoy doy un paso pequeño y consistente”. Todos hemos vivido ese momento en el que el cuerpo pide quedarte en la cama y la cabeza te empuja como si nada. Seamos honestos: nadie hace esto todos los días. Lo que sostiene el hábito es la flexibilidad amable, no la culpa. Si fallas, vuelves mañana. Punto.

Lo que sube la potencia es la coherencia entre voz, cuerpo y acción. Ponte de pie un instante, abre el pecho sin exagerar, mira al horizonte, deja que la mandíbula caiga un milímetro. Después habla. La fisiología prepara el terreno para la palabra.

“La forma en la que te hablas cada mañana cambia tu energía para todo el día”.

Pequeño encuadre para llevar en el bolsillo:

  • Respira 3 ciclos 4-6 por la nariz.
  • Frase guía única y concreta.
  • Primer micro-paso visualizado 10 segundos.
  • Postura abierta y mirada suave.
  • Repite en voz baja sin prisa.

Una conversación que cambia el día (y un poco la vida)

Lo que propone Mario Alonso Puig no es un truco de autoayuda, es un entrenamiento de atención. Al principio suena raro, como hablar con alguien que no conoces. A la semana se vuelve un ancla. A los tres meses, una forma de arrancar que evita gastar energía en batallas internas. Hay días grises y días brillantes. El ritual es el mismo.

Si trabajas en remoto y el mundo te llega por pantallas, poner voz a una intención cuida tu higiene mental. Si sales a la calle y el ruido te rodea, ese minuto y medio protege tu foco. No se trata de ser imbatible, sino de estar un poco más disponible para lo que importa. Cambiar la mañana no es magia; es práctica.

Punto clave Detalle Interes para el lector
Palabras que activan Intención única, frase breve y verdadera Guía clara para empezar sin dispersión
Cuerpo como aliado Respiración 4-6, postura abierta, mirada al horizonte Regula estrés y mejora foco en minutos
Constancia flexible Ritual de 3 minutos, sin culpa por fallos Hábitos sostenibles en días reales

FAQ :

  • ¿Quién es Mario Alonso Puig?Médico y conferenciante español, con trayectoria en cirugía general y formación en liderazgo y mente-cerebro, autor de libros como “Reinventarse”.
  • ¿Por qué influye tanto lo que me digo por la mañana?Porque el cerebro predice y filtra. Tus palabras iniciales orientan atención, emoción y acción, modulando sistemas como el nervioso autónomo.
  • ¿Qué digo si me siento sin motivación?Elige neutralidad compasiva: “Hoy doy un paso pequeño y constante”. Evita la euforia fingida, busca verdad y dirección.
  • ¿Cuánto tiempo necesito?Tres minutos bastan: 30-40 segundos de respiración, 20 de intención, 10 de visualización y una frase en voz baja. Si puedes más, genial.
  • ¿Y si tengo ansiedad o un día crítico?Reduce el ritual a respiración + una frase estabilizadora: “Estoy aquí, voy paso a paso”. Si la ansiedad persiste, consulta a un profesional.

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