No me vengas con monsergas" : por qué la sigues diciendo en 2025 sin saber hoy de dónde salió

No me vengas con monsergas» : por qué la sigues diciendo en 2025 sin saber hoy de dónde salió

Hay palabras que cortan conversaciones al momento. Las repetimos sin pensar, en casa o trabajo, como si fueran un freno automático.

Entre ellas, una fórmula que habrás oído mil veces sigue generando debate. La usamos para cerrar discusiones, pero su historia no está cerrada y despierta curiosidad cada vez que alguien se pregunta de dónde salió.

Qué significa hoy y por qué irrita tanto

Cuando alguien suelta «no me vengas con monsergas», marca un límite. Pide que vayamos al grano. Señala que hay paja, excusas o un discurso que enreda.

En el uso actual, monserga equivale a discurso pesado, confuso o repetitivo. No implica necesariamente mentira, sí cansancio y pérdida de tiempo.

La expresión ha sobrevivido a generaciones porque funciona en situaciones muy comunes: una explicación que se alarga, un regateo de promesas, una coartada poco clara. Es directa, es breve y tiene un punto coloquial que desarma.

De dónde podría venir: las hipótesis que compiten

La etimología no está cerrada. La RAE la rotula como «de origen incierto». Aun así, hay propuestas con más aceptación que otras.

La opción más citada conecta monserga con el occitano mensorga «mentira», relacionado con el francés mensonge. Aporta verosimilitud histórica, pero no pruebas definitivas.

Propuesta Lengua de origen Idea central Pruebas Dudas
Mensorga → mensonge Occitano / francés De «mentira» a discurso que engaña o enreda Cita en el Diccionario crítico de Joan Corominas; contacto histórico con el sur de Francia En español, monserga no siempre implica falsedad
Sergas Castellano clásico De «hazañas» a relatos ampulosos que cansan Eco literario: Las sergas de Esplandián No hay documentación que enlace sergas y monserga
Serga/sarga (tela) Vocabulario textil Metáfora de tejido que se enreda Semejanza formal con «sarga» Salto semántico sin textos que lo sostengan
Mons + erga Latín Juego de «monte» + «hacia» Ninguna Sin base filológica ni evolución fonética coherente

La pista occitana que convence a más lingüistas

Joan Corominas propuso que monserga derive de mensorga «mentira», con cruce del francés mensonge. El mapa lingüístico ayuda: durante siglos hubo intercambio entre Aragón, Cataluña, el Rosellón y el Languedoc. En ese corredor, voces como garabato, bidón o bufanda dejaron huella. La ruta encaja. Lo que flojea es el sentido: el español actual asocia monserga más a pesadez que a engaño. La transición semántica puede explicarse por contaminación de usos: un discurso engañoso acaba siendo, antes que nada, un tostón.

La tentación literaria de las sergas

Otra línea mira a sergas, término medieval para «hazañas». De ahí se sugiere el desliz: de la épica ampulosa a la perorata cansina. La imagen encaja con el cansancio que provoca un relato interminable. El problema es documental. Sergas salió de la lengua viva antes de que monserga entrara en escena. Falta el puente cronológico que todo etimólogo quiere ver.

Cuando el lenguaje se enreda como una tela

Se ha sugerido una conexión con serga o sarga, tejidos cuyo urdido puede enmarañarse. La metáfora de «enredo» seduce. Pero no aparece en textos que hagan el giro literal → figurado. Sin ejemplos de taller o manuales que lo respalden, la hipótesis queda en intuición.

La falsa etimología latina

La ocurrencia que combina mons «monte» con erga «hacia» no se sostiene. Ningún texto latino la anticipa ni la cadena de sonidos lleva, de forma plausible, a monserga. Es un caso clásico de etimología popular: ingeniosa, pero sin cimientos.

Lo que sí sabemos a ciencia cierta

La documentación académica ofrece un ancla temporal. El Diccionario de 1843 ya registraba monserga como «lenguaje confuso y embrollado». Desde ahí, el término se asentó en lo coloquial y pasó a frases hechas que todavía circulan.

Primera definición registrada: 1843. Sentido nuclear: confusión, embrollo, pesadez. Marca de uso: coloquial, con tono cortante.

Cómo la usamos hoy: matices y ejemplos

La expresión aparece en casa, en el trabajo y en redes. Funciona como cortafuegos conversacional. Contiene una queja y un mandato tácito: «sé claro».

  • En una reunión: «Si tenemos cifras, vamos a ellas y dejemos la monserga».
  • En familia: «Cuéntame qué pasó sin tanta monserga».
  • En atención al cliente: «No me vengas con monsergas, quiero la solución».
  • En política: «El electorado castiga la monserga y premia la claridad».

No es solo impaciencia. También es una demanda de eficiencia. El oyente indica que el empaquetado retórico no compensa y pide datos, hechos o decisiones.

Qué dice la RAE y qué falta por saber

La RAE mantiene la etiqueta de «origen incierto». Para fijar una etimología oficial se exige documentación histórica coherente, continuidad semántica y una evolución fonética plausible. La hipótesis de Corominas reúne piezas razonables, pero no todas. Faltan textos puente que muestren el paso de «mentira» a «discurso pesado» en español.

Cómo evitar la monserga en tu día a día

La palabra sirve para frenar, pero también para mejorar cómo hablamos. Aplicar hábitos concretos reduce la sensación de lata y ahorra tiempo.

  • Empieza por la conclusión y añade solo los datos que la sostienen.
  • Usa verbos precisos. Evita perífrasis interminables.
  • Si cuentas un proceso, delimita tres pasos y un resultado.
  • Cuando pidas algo, formula una acción y un plazo.
  • Si detectas objeciones, anticípalas en una frase.

Un test de 30 segundos para tu próximo mensaje

Antes de enviar un correo o hablar en una reunión, revisa estas preguntas. Si respondes «no» a una, corrige el texto.

  • ¿La primera frase dice qué quieres o qué ofreces?
  • ¿Cada párrafo aporta un dato, una fecha o una decisión?
  • ¿Has eliminado adornos que no cambian el sentido?
  • ¿Puedes recortar un tercio sin perder información?

Más allá de «monserga»: expresiones hermanas y cuándo usarlas

El español tiene fórmulas cercanas que aportan matices. Elegir bien baja la tensión y evita malentendidos.

  • Ir al grano: invita a centrar el mensaje sin descalificar al interlocutor.
  • No me vengas con cuentos: añade sospecha de ficción o excusa.
  • Deja de rodeos: sugiere falta de claridad deliberada.
  • Vamos a lo importante: orienta la conversación con un tono constructivo.

Para tu curiosidad lingüística

Si te interesan los orígenes, una buena práctica consiste en rastrear diccionarios históricos y hemerotecas. Palabras como monserga dejan rastro en definiciones, notas a pie de página y ejemplos literarios. La pista firme que tenemos hoy es esa entrada de 1843 y un consenso parcial en torno al occitano. Lo que falta por aparecer podría estar en correspondencia privada, prensa regional o manuales de retórica del XIX aún poco digitalizados.

Mientras tanto, la expresión sigue viva por su utilidad comunicativa. Señala que el tiempo importa, que la claridad se valora y que un discurso sin foco se paga. Si mañana la vuelves a oír, ya tendrás más contexto. Y quizá prefieras otra fórmula menos cortante para pedir lo mismo: claridad.

2 thoughts on “No me vengas con monsergas» : por qué la sigues diciendo en 2025 sin saber hoy de dónde salió”

  1. Me encantó la explicacion sobre por qué irrita tanto esta frase; ahora voy a pensarlo dos veces antes de soltarla en reuniones. Buenísimo.

  2. ¿De verdad la pista occitana convence a mas lingüistas? Además de Corominas, ¿qué estudios recientes lo sostienen? Echo en falta bibliografía precisa.

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