Paula Herrera, especialista en nutrición: “El café no es el problema: es lo que le echas lo que te resta años de vida”

Paula Herrera, especialista en nutrición: “El café no es el problema: es lo que le echas lo que te resta años de vida”

Paula Herrera, especialista en nutrición, lo dice sin rodeos: el café no es el villano. El peligro se esconde en lo que le echamos sin pensar, cada mañana, medio dormidos, buscando consuelo en una taza.

Es lunes, 8:07. La cafetería vibra con cucharillas chocando y un hilo de sirope cayendo a cámara lenta. Una clienta pide “capuccino grande con caramelo, nata y canela extra”. El barista bombea, sonríe, ofrece topping crujiente. La taza pesa como un postre en plato hondo. Paula observa desde la barra, cuaderno en mano: anota bombas líquidas, hábitos, pequeñas decisiones que suman. Hay un olor dulce en el aire que no es café, es promesa de energía instantánea. La gente sale apurada con vasos altos, nombres mal escritos y prisas. En la mesa de al lado, alguien comparte un “me lo merezco”. Paula se acerca y pregunta suave: “¿Te has fijado cuántas cosas hay antes de la cafetera?”. Sus ojos no juzgan, hacen zoom. Lo peligroso no es el café.

El enemigo dulce en una taza inocente

Hay una falsedad cómoda: si suena a café, debe ser ligero. La realidad es otra. Cuando la taza se convierte en un contenedor de siropes, cremas y espumas azucaradas, deja de ser café y se acerca a un batido. La trampa está en el azúcar y los siropes. Paula lo explica con calma: el sabor está programado para buscar dulzor, y las marcas lo saben. Los “pumps” van sumando como una calculadora invisible. No es un gesto inocente, es un hábito aprendido.

Un ejemplo con nombre propio: Marta, 29 años, cambió la cucharadita de azúcar por jarabes “sin culpa”. Pasó de 1 a 3 bombas al día, más la nata “porque total, es lunes”. En un vaso grande, esa mezcla puede superar 45-60 gramos de azúcar, el equivalente aproximado a 12-15 cucharaditas. Lo llamas café, pero tu cuerpo lo procesa como un postre líquido. Y claro que sabe a gloria. Esa gloria pasa factura a medio plazo.

La cascada es conocida: pico de glucosa, bajón, hambre temprana, otra bebida dulce para “remontar”. No demoniza el café, subraya lo añadido. Un café solo aporta casi cero calorías y compuestos con efecto antioxidante. El café, solo, no te quita años de vida. El problema llega con cremas vegetales ultraprocesadas, jarabes aromatizados y natas montadas, donde aparecen grasas refinadas y azúcares libres. La taza deja de ser ritual y se convierte en atajo dulce que te roba energía real más adelante.

Cómo conservar el placer… sin pagar el peaje oculto

Herrera propone una maniobra simple: “reducción en escalera”. Dos semanas para entrenar lengua y cerebro. Semana 1: si usas 2 pumps, baja a 1 y añade canela o cacao puro. Semana 2: 1 pump a la mitad y un chorrito pequeño de leche entera o bebida vegetal sin azúcar. Día 15: prueba medio pump o infusión de vainilla natural para aromatizar. La sensación de placer se mantiene, la carga de azúcar, no. El café vuelve a saber a café.

Errores comunes, los de siempre. Cambiar azúcar por edulcorantes y pensar que ya está resuelto. O disfrazar la taza con “leches” vegetales que llevan azúcar escondido y aceites. O creer que si es “desnatado” es “ligero”, y acabar con más volumen para compensar. Seamos honestos: nadie mide cada sorbo todos los días. La clave es un ritual sostenible, no un examen. Elige vasos medianos, decide un límite de sirope a la semana, juega con especias. El placer no se negocia, se afina.

Paula lo resume en una frase que desarma. La dosis hace el veneno. El gesto no es quitar, es elegir mejor. Menos jarabe, mejor café. Menos espuma azucarada, más temperatura correcta. Menos toppings, más sabor auténtico.

“El café no es el problema: es lo que le echas lo que te resta años de vida.” — Paula Herrera, especialista en nutrición

  • Prueba canela, cardamomo o cacao puro para aromatizar.
  • Prefiere leche entera en poca cantidad a litros de desnatada sin sabor.
  • Evita cremas vegetales con aceites hidrogenados o azúcar añadido.
  • Limita los siropes a días puntuales y medio pump.
  • Bebe el café recién hecho, sin “postres líquidos” encima.

Lo que tu café dice de tus hábitos

Todos hemos vivido ese momento en que el día pesa, abres la app de delivery y pides el “latte de premio”. Lo entendemos. La cuestión no es castigarte, es leer el mensaje: ¿estoy cansado, tengo hambre real, busco consuelo? El café puede acompañar, no llenar vacíos. Cambiar el “me lo merezco” por “me lo cuido” reescribe la escena. Elige un vaso más pequeño, baja el dulzor, añade un snack con proteínas a media mañana si te da el bajón. El cuerpo escucha cada pequeño ajuste. Una taza consciente no promete milagros, da estabilidad. Y cuando el antojo golpee, celebra el capricho, disfrútalo lento, sin que sea la norma.

Punto clave Detalle Interes para el lector
Azúcares y siropes Convierten el café en postre líquido y disparan picos de glucosa Comprender por qué el bajón llega antes del mediodía
Alternativas sencillas Especias, medio pump, leche real en poca cantidad, cacao puro Mantener el placer sin arrastrar calorías vacías
Ritual consciente Reducir en escalera, elegir tamaño, reservar toppings para ocasiones Hábito sostenible que suma bienestar a la semana

FAQ :

  • ¿Cuántos cafés al día encajan en una vida saludable?Para la mayoría, 1 a 3 tazas de café filtrado o espresso está bien. Si duermes mal o tienes ansiedad, ajusta a menos. Escucha tu cuerpo.
  • ¿La stevia o el eritritol son mejores que el azúcar?Son opciones sin calorías y pueden ayudar a reducir el dulzor. Úsalos como puente, no como permiso para beber “postres” diarios.
  • ¿El café en ayunas “estropea” el estómago?Depende. A muchos les sienta bien, a otros les da acidez. Prueba con un poco de comida o cambia el horario si notas molestias.
  • ¿El descafeinado es más saludable?Es útil si la cafeína te altera el sueño. Elige descafeinado por agua o CO₂ y evita llenarlo de siropes, la regla sigue siendo la misma.
  • ¿Qué hay de los cafés fríos embotellados o de lata?Lee la etiqueta: muchos llevan azúcar y cremas vegetales. Busca versiones sin azúcar y añade tú un toque de canela o leche al servir.

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