La agenda no cabe, las pestañas del navegador se multiplican y el café ya no hace magia. Nos piden “ser productivos” mientras encadenamos videollamadas y correos a deshoras. Quizá no sea falta de disciplina, sino de gasolina. Cambiemos la pregunta: ¿y si no fuera el tiempo, sino la energía?
El metro iba lleno y aún así se oía el zumbido de notificaciones. Un chico marcaba en su móvil “bloque de foco 09:00–12:00”, como si su cerebro obedeciera al calendario. A dos asientos, una abogada cerraba los ojos treinta segundos, respiraba, y luego abría el portátil con una calma de quirófano. A las 15:17, el vagón era el mismo, pero la escena había cambiado: caras bajas, bostezos escondidos, esa niebla que llega sin pedir permiso. Todos hemos vivido ese momento en el que el día nos empuja, y nosotros sólo empujamos café. No te falta fuerza de voluntad; te falta carga. Algo se desbloquea cuando dejas de organizar minutos y empiezas a cuidar tu batería. Pruébalo una mañana.
Primero la batería, luego la agenda
La idea suena contracorriente y, aun así, es simple: **Energía antes que tiempo.** El tiempo es plano, la energía sube y baja como una marea. No trabajamos igual a las 9:20 que a las 16:40, por más que la tarea sea la misma.
Imagínate que llevas una mochila con pilas que alimentan tu atención, tu memoria de trabajo y tu autocontrol. Esas pilas se recargan y se vacían con luz, sueño, comida, movimiento, incluso con el tipo de conversación que tienes. Si te pones a escribir una propuesta crucial a las 12:55, justo antes de comer, estás pidiendo sprint en subida. Hay días en que una hora buena vale por tres regulares.
La ciencia lleva años susurrándolo. Trabajamos en ciclos ultradianos de 90–120 minutos, con crestas de foco y valles de fatiga. Un estudio de la NASA sobre siestas breves encontró que pilotos que dormían 26 minutos mejoraron un 34% su rendimiento y un 54% su estado de alerta. No es magia; es fisiología. Y lo notas en lo micro: ese momento en el que te sale el párrafo de una, frente a ese otro en el que relees la misma línea cinco veces.
Cómo convertir tu día en un mapa de energía
Empieza por una auditoría sencilla de tres días. Cada media hora, valora tu energía de 1 a 5 y anota qué estabas haciendo, comiendo o sintiendo. Verás picos predecibles y valles traicioneros. Bloquea tus tareas de más fricción en tus 1–2 ventanas top del día y reserva lo rutinario para los valles.
Cuida los rituales que cargan tu batería. Luz natural por la mañana 10 minutos, algo de movimiento breve, proteína en el desayuno si te sienta bien, y café a partir de los 60–90 minutos tras despertar. Trabaja en tandas de 90 minutos y corta con microdescansos reales: mirar lejos, respirar 10 veces, un paseo de cinco. **Una siesta de 10–20 minutos funciona.** Después de las 16:00, vuelve al té o al agua para que el sueño no pague el precio.
El error más común es copiar la rutina de otro como si tu cuerpo fuera el suyo. Tu colega rinde a las 7:00; tú enciendes el motor a las 10:30. Es legítimo. Otra trampa: meter reuniones en tus mejores horas y dejar lo creativo para el bajón. Inviértelo. Seamos honestos: **Seamos honestos: nadie hace esto todos los días.** Habrá días torcidos, pero incluso dos bloques buenos a la semana cambian el trimestre.
Hay una regla portátil que me regaló una jefa de producto: “Planifica con tus picos, protege tus valles y perdona lo gris”. Funciona porque reduce fricción, no porque imponga más disciplina. La energía es un recurso que se invierte, no que se exprime.
“Si respetas dos ventanas de alta energía al día, el resto puede ser imperfecto sin que el resultado sufra”. — Laura, líder de equipo en Medellín
- 10 minutos de luz natural por la mañana.
- 3 “snacks” de movimiento: escaleras, caminar, estirar.
- 1 bloque sin notificaciones (90 min) en tu pico.
- Almuerzo ligero y sin “picos” de azúcar.
- Cierre de día: 5 minutos para descargar pendientes a mañana.
Deja de medir horas: diseña tu batería
Piensa en tareas por costo energético, no por duración. Redactar una propuesta puede costar “alto”, contestar correos “bajo”, una reunión estratégica “medio-alto”. Junta tareas de la misma familia en el mismo bloque y reduce cambios de contexto. Tu cerebro lo agradece con foco.
La tarde pide otro trato. Si te da el bajón, come algo sencillo, sal a caminar diez minutos, vuelve con agua y un bloque corto de 45 minutos. No luches tres horas contra la marea. A veces, trabajar menos rato en el momento correcto rinde más que alargar por inercia.
Para equipos, prueba una franja común de “silencio operativo”: 10:30–12:00 sin reuniones ni chats. Después, abre compuertas. No todo el día debe ser sagrado; basta con proteger una ventana. Habrá excepciones, y no pasa nada si un día se cuela una llamada urgente.
Microgestos que suman (y un par que restan)
Pon el teléfono boca abajo y lejos en tus picos. Escribe tu objetivo en una nota antes de abrir apps. Trabaja con auriculares y la misma lista de reproducción cada vez que entras en foco, como una llave que gira.
Evita el multitasking y los “chequeos rápidos” que se comen el bloque. Si vas a revisar WhatsApp, hazlo cada hora, no cada ocho minutos. Antes del almuerzo, cinco sentadillas o subir escaleras cambian la química del cuerpo más que otro café.
Hay días que la energía no aparece, por sueño, por estrés, por vida. Acepta el mínimo viable: una tarea de impacto, y a otra cosa. Para lo demás, usa plantillas, listas repetibles y automatiza lo que aburre. Tu energía creativa es demasiado cara como para gastarla copiando y pegando.
Lo que cambia cuando cambias el foco
Cuando gestionas tu energía, tu agenda deja de sonar a obligación y empieza a sonar a estrategia. Dices “no” con calma a lo que roba tus picos y regalas tu mejor versión a lo que te importa. No es sólo trabajo; afecta a cómo llegas a casa, a cómo duermes, a si te ríes a las 21:00 o colapsas.
No todo se puede mover y no todo el mundo manda en su horario. Aun así, un 20% de ajustes trae un 80% de alivio. Un paseo al sol, una llamada que pasa de la mañana a la tarde, un almuerzo menos pesado. Pequeñas palancas, gran batería.
Con el tiempo, ves que el objetivo no es “hacer más”, sino “hacer bien lo que importa y dejar aire para el resto”. Ese aire es parte del trabajo. Porque la energía es el activo que convierte minutos en progreso. Y, sí, el progreso se nota en el ánimo.
¿Y si lo pruebas una semana?
Proponte un experimento ligero de siete días. Mapea tus picos, protege dos bloques, come más limpio al mediodía, camina diez minutos a media tarde, guarda una siesta corta si puedes, y baja el café después de las 16:00. No busques perfección, busca señales.
Verás patrones que estaban ocultos a simple vista. Descubrirás que el correo puede esperar 90 minutos, que una conversación en el pico crea mejores decisiones, que tu creatividad aparece si le haces sitio. Y si un día no sale, mañana hay otra ventana.
Gestionar energía no es una religión ni una moda. Es mirar de frente cómo funciona tu cuerpo hoy y tratarlo como aliado. Puede que no ganes horas, pero ganas vida dentro de las horas. Y eso, por sí solo, cambia el trabajo.
| Punto clave | Detalle | Interes para el lector |
|---|---|---|
| Ritmos ultradianos | Bloques de 90–120 min con microdescansos | Más foco con menos desgaste |
| Auditoría de energía | Medir 1–5 cada 30 min durante 3 días | Detectar picos y valles personales |
| Protección de picos | Tareas de alto impacto en tus mejores horas | Resultados visibles sin alargar jornadas |
FAQ :
- ¿Qué significa gestionar la energía y no el tiempo?Asignar tareas según tu nivel de carga mental, física y emocional, y usar hábitos que recargan tu “batería” para rendir mejor en menos horas.
- ¿Y si soy noctámbulo o madrugador?Trabaja con tu cronotipo. Localiza tus 1–2 picos naturales y pon ahí lo difícil. El resto se adapta alrededor.
- ¿Cómo evito el bajón de la tarde?Almuerzo ligero, luz y paseo corto, agua, y un bloque breve de 45 minutos. Si puedes, micro siesta de 10–20 min y café justo antes para el “caffeine nap”.
- ¿Qué hago con reuniones imprevisibles?Declara una franja de “silencio” compartido (ej. 10:30–12:00) y mueve lo movible. Si un día se rompe, compensa protegiendo el siguiente pico.
- ¿Cuándo veré resultados?En 3–4 días notarás claridad; en 2 semanas, mejores entregas; en 1 mes, menos cansancio crónico y más consistencia.


