El teletrabajo prometía libertad, pero a muchas madres les explotó como una granada silenciosa entre reuniones, meriendas y notificaciones. Marta, madre de dos y gestora de proyectos, rozó el borde del colapso hasta que se inventó una regla tan simple que parecía una broma. Hoy comparte la fórmula que la sacó del caos: una manera concreta de decidir qué entra en el día y qué se queda fuera. Nada de jornadas perfectas ni hacks imposibles. Solo una regla con tres cifras que cabe en la palma de la mano.
El primer lunes de septiembre, la mesa de Marta estaba sembrada de migas de galleta y posits. El mayor pedía tijeras para una maqueta; la pequeña, un vaso de agua « con hielo, mami, pero no tanto ». Slack sonaba como una lluvia fina y el calendario era una colcha de parches. Ella respiró hondo, abrió el portátil, y el perro decidió ladrar justo en el “buenos días” de la videollamada. Chafó el micro. Sonrió como pudo. Y supo que así no llegaba a diciembre. Subrayó una frase en su cuaderno. Luego dibujó tres números en grande. Y ese día cambió.
La regla 1–2–5: una madre, tres cifras y un día posible
La idea le llegó después de una mañana en la que no logró terminar nada completo. Abrió cinco hilos a la vez y cerró cero. En el almuerzo, miró a los niños y dijo en voz baja: “Una cosa, dos bloques, cinco permisos”. Así nació la regla 1–2–5. Uno: elegir la cosa que, si sale, salva el día. Dos: proteger dos bloques de foco, sin interrupciones, de unos 50 minutos. Cinco: permitir solo cinco irrupciones intencionadas, pequeñas, de familia, recados o chats. Marta no prometió perfección. **Prometió límites claros con nombres fáciles.**
El primer día que la probó, su “1” fue cerrar una propuesta para un cliente. Pegó en la puerta de su cuarto un dibujo con un 1 grande y un color verde. Allocó dos ventanas en el calendario: 9:00–9:50 y 14:10–15:00. Las llamó “foco”. En casa acordaron las “5” interrupciones: preguntas urgentes, llamadas del cole, abrazos de emergencia, y el inevitable “¿dónde están mis zapatos?”. A la tercera ruptura, sacó un papel y marcó el número tres. Todos vieron cómo bajaba la cuenta. A las 16:00, la propuesta estaba enviada. La tarde tuvo menos carreras. *A veces, el orden no es silencioso, es una coreografía rugosa.*
La lógica es brutal por obvia. La mente necesita una prioridad nítida, no una nube de cosas “importantes”. El reloj necesita barreras físicas y sociales para que el foco no sea un deseo, sino un espacio. Y la casa necesita válvulas: si prohíbes todo, revienta; si permites todo, te ahogas. La 1–2–5 traduce eso en una mecánica visible. Uno decide. Dos protege. Cinco dosifica. No borra el caos doméstico, lo encierra en un parque y pone horarios. **La regla 1–2–5 no es magia, es un límite con forma de rutina.**
Cómo aplicarla sin convertir tu vida en un Excel
Empieza escribiendo tu “1” en una tarjeta y ponla donde se vea. No es una lista: es una sola frase con verbo y final claro. Luego abre el calendario y crea dos bloques con nombre propio: “Foco A” y “Foco B”. Avísalo en casa, en el chat del equipo y con una nota en la puerta: “Vuelvo en 50”. Deja a mano una hoja para marcar las “5” interrupciones permitidas. Cada marca es un check que calma. Al acabar el día, haz una foto al papel. Suma pequeños triunfos. Y mañana, repite con otra “1”.
Los tropiezos llegan pronto. Dices que tu “1” es un informe, pero pones el correo primero y te comes una hora en respuestas. O te inventas bloques de 25 minutos y los partes con cafés. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Cuando te pase, vuelve al núcleo: una cosa que importa, dos ventanas ciegas al ruido, cinco permisos humanos. Si un bloque se cae, muévelo, no lo mates. Si gastas las cinco interrupciones antes del mediodía, añade un “descanso de contingencia” de 10 minutos y reinicia el conteo. Tu regla no te juzga, te guía.
El segundo mes, Marta afinó el método. Redujo notificaciones, puso un temporizador visible y regaló a los niños un timbre de bicicleta: lo tocan cuando necesitan algo de verdad.
“Cuando digo que estoy en ‘foco A’, mis hijos saben que ‘volvemos en 50’ es real. No siempre lo clavan, yo tampoco. Pero el clima cambió: hay un lenguaje común y un fin en la espera”
Ese lenguaje se entrena con pequeños gestos visibles:
- Tarjeta con la “1” del día en la nevera
- Dos bloques en el calendario con color distinto
- Temporizador grande en la mesa
- Hoja con cinco casillas para interrupciones
- Frase puente: “Vuelvo en 50 y te escucho”
Lo que se queda contigo cuando apagas el portátil
Uno podría despachar la 1–2–5 como una ocurrencia simpática. Sería perderse lo que sugiere: que la vida en casa no pide heroicidades, pide ritmos. Que priorizar no es dejar de amar a los tuyos, es dejar de mentirle al tiempo. El día que Marta falló su “1” porque el pequeño llegó con fiebre, la regla no se rompió: se dobló y esperó. Al día siguiente, esa “1” se convirtió en una llamada honesta al cliente y un bloque extra el jueves. Todos hemos vivido ese momento en que la realidad te desordena la agenda y te aprieta el pecho. La 1–2–5 no te roba humanidad. Te la devuelve con márgenes.
| Punto clave | Detalle | Interes para el lector |
|---|---|---|
| “1” prioridad diaria | Una acción clara con final medible | Reduce ansiedad y da dirección desde la mañana |
| “2” bloques de foco | Dos ventanas de 45–60 minutos blindadas | Trabajo profundo real sin depender de la fuerza de voluntad |
| “5” interrupciones | Solo cinco permisos intencionados para familia/recados | Mantiene la paz en casa sin perder avances |
FAQ :
- ¿Qué pasa si no cumplo mi “1” del día?Convierte esa tarea en la “1” del siguiente día o en una llamada de renegociación. El valor está en proteger la prioridad, no en la racha perfecta.
- ¿Cómo explico la regla a mi equipo sin parecer poco accesible?Dilo simple: “Trabajo en dos ventanas de foco para entregar mejor. Estoy disponible en estos huecos y contesto lo urgente en 60 minutos”. La claridad evita roces.
- ¿Y si mis hijos son pequeños y no entienden relojes?Usa señales visuales: un cartel con colores, una luz encendida/apagada, o un temporizador con arena. Añade la frase puente: “Vuelvo cuando suene esto”.
- ¿Puedo tener más de dos bloques de foco?Si tu jornada lo permite, sí. Empieza con dos y sube a tres solo cuando los dos estén firmes. La regla funciona por su sencillez.
- ¿Qué hago cuando ya gasté las cinco interrupciones?Crea un “parque de espera”: una lista visible con lo pendiente para después del bloque. Al terminar, atiende la lista antes de abrir nuevas ventanas.


