Una profesora de primaria cuenta el método que usa para aumentar la concentración de los niños

Una profesora de primaria cuenta el método que usa para aumentar la concentración de los niños

Una maestra de primaria explica cómo apagó el zumbido de la distracción en su aula y encendió la chispa del foco, sin castigos ni sermones, con una rutina sencilla que los niños piden por su nombre.

La campana suena y entran a trompicones, con mochilas que parecen hablar por ellos. Nerea, maestra de tercero, no levanta la voz ni pide silencio. Levanta una mano, mira un punto en la pared y, uno a uno, los niños copian el gesto. El murmullo cae como lluvia que se agota, quedan ojos atentos y mesas con solo un lápiz, una libreta y una tarjeta del día. Se oye un susurro de aire y un clic en el temporizador visual pegado a la pizarra. En la esquina, un semáforo de cartulina pasa a verde. Un niño inquieto deja de tamborilear, otro termina la primera línea sin borrones. El aula respira con ellos. Nerea anota una sola frase en la pizarra y sonríe. Algo raro pasó.

La escena real que cambió el ambiente

El primer gesto de Nerea no es pedir que se porten bien, sino invitarles a “aterrizar”. Dos respiraciones largas con la mano en la barriga, una mirada fija a un punto negro dibujado sobre la pared, y la mesa limpia con tres objetos. El resto va a una caja con el nombre del día. Ese pequeño ritual dura menos de un minuto y corta el ruido interno. Los niños no sienten que empiezan a trabajar, sienten que su cabeza baja a tierra, como un avión que toca pista y rueda.

La segunda pieza entra con juego. Ella enciende el semáforo del foco y coloca la flecha en verde, luego marca un bloque de 7 minutos en un reloj de arena digital. Lo llama “micro-reto 7-2”. Siete minutos de trabajo a tope, dos de estirar, hidratar o mirar por la ventana sin hablar. Repite tres rondas y abre una pausa mayor. El movimiento no interrumpe, ordena el día. Un niño que suele levantarse veinte veces, se levanta tres. Un dato tonto que asombra.

La tercera clave es una caja discreta al lado de la puerta: la caja de aparcar ideas. Si aparece un pensamiento que distrae —“quiero contar lo del perro”, “me pica el jersey”— lo escriben en un post-it y lo aparcan. El papel libera la mente sin pelea. Al final, quien quiere comparte dos notas y ríe. Lo que parecía un truco es una válvula. La distracción deja de ser el enemigo y se vuelve un visitante que sabe dónde esperar.

El método paso a paso que Nerea cuenta a quien se lo pide

Nerea lo llama método FARO: Foco, Aire, Reto y Orden. Foco con una señal clara en la pizarra y un gesto ancla con los dedos. Aire con respiración 4-2-4: inspiran cuatro, sostienen dos, sueltan cuatro. Reto con una tarjeta de miniobjetivo en una frase, escrita por ellos. Orden con la mesa en “modo tres objetos”. El FARO se enciende en menos de 90 segundos y guía lo que sigue. Hoy había magia en ese silencio con vida.

Hay días en que la energía viene torcida. Nerea no insiste en alargar los bloques, acorta a 5-2 y añade una mini-pa­usa activa con un giro de hombros. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Ella tampoco. Lo cuenta sin culpa y con gracia, porque el poder está en volver al gesto, no en la perfección. Si un niño se desborda, le ofrece la piedra del foco, un objeto pequeño que dice “estoy volviendo”. Nadie se siente castigado, todos se sienten incluidos.

“La concentración no es silencio muerto. Es un acuerdo breve, repetible y visible. Si lo pueden ver y sentir, lo pueden sostener.”

En ese acuerdo caben pequeñas reglas de oro que Nerea pega como recordatorios:

  • Ritmo 7-2 o 5-2 según el día, máximo tres rondas seguidas.
  • Un único objetivo por tarjeta, verbo al principio: “resolver”, “copiar”, “escribir”.
  • Postura neutra y ojos a punto fijo antes de empezar cada bloque.
  • Música sin letra a 60-70 BPM cuando toque escritura larga.

Por qué funciona y cómo adaptarlo a tu clase o tu casa

La rutina baja la fricción de inicio y quita decisiones. Un cerebro infantil se concentra mejor cuando el contexto decide por él. Señales visuales, tiempos breves, un micro-objetivo y un lugar para “lo que no toca ahora”. Lo fisiológico ayuda: alargar la exhalación calma el sistema nervioso y prepara el foco. La idea no es resistir la distracción, sino encauzarla con ritmo. Un niño no se pelea con siete minutos. Siete minutos le parecen un juego ganable.

Todos hemos vivido ese momento en el que la mesa se vuelve campo de batalla y el lápiz pesa un kilo. No es solo de niños. La tentación es exigir “más concentración” como si fuera un botón. Nerea propone lo contrario: quitar lo que sobra y crear señales amables. Música sin voces, luz cálida, un temporizador que se vea desde el fondo, consignas cortas. Si fallas una ronda, no pasa nada. Si el colectivo se cae, pausa amarilla y vuelta a Aire. La rutina perdona, y por eso vuelve a la vida.

Hay errores que duelen porque parecen pequeños. Gritar “¡silencio!” justo antes de pedir foco. Cambiar la regla cada dos días. Dar dos tareas en una ronda de siete minutos. Prometer premios eternos por algo que debe sentirse propio. Nerea insiste en tres antídotos: menos palabras, más gestos; menos tiempo, más claridad; menos culpa, más práctica. Y un aviso: no todo niño responde igual a la música o a la luz. Prueba, anota, ajusta. El FARO es un marco, no una jaula.

Cómo llevarlo a tu rutina sin volverte loco

La gracia de este método es que cabe en una mochila. En casa, el semáforo puede ser una pinza verde en la lámpara. La caja de aparcar ideas, un vaso con post-its. El temporizador, el del móvil en modo avión y pantalla en alto. Escribe el miniobjetivo con el niño y deja que lo lea en voz alta. Si el día sale denso, baja a 4-1, dos rondas, y termina con lectura en voz baja. Si el día sale rodado, sube a 9-2. No hay épica diaria, hay constancia juguetona. Lo que empieza como rutina se vuelve identidad: aquí trabajamos así, aquí respiramos antes de empezar.

Punto clave Detalle Interes para el lector
Ritmo 7-2 Bloques de 7 minutos de foco y 2 de pausa activa, tres rondas Permite sostener la atención sin agotamiento
Señales visibles Semáforo del foco y temporizador a la vista Quita discusiones y reduce la fricción inicial
Válvula de escape Caja de aparcar ideas con post-its Transforma la distracción en un aliado controlado

FAQ :

  • ¿Desde qué edad funciona el método FARO?A partir de 6-7 años se entiende el juego de tiempos. En infantil, usa solo Aire y Orden en bloques de 3-1.
  • ¿Qué hago si un niño rompe siempre la ronda?Dale un rol de “guardián del tiempo” o un objeto ancla. Reducir a 5-2 suele cambiar el patrón.
  • ¿Y si el grupo es muy ruidoso?Arranca con dos rondas cortas, práctica del gesto en silencio y una canción de entrada siempre igual, sin letra.
  • ¿Sirve para tareas creativas?Funciona bien con escritura y dibujo libre. Ajusta a 9-2 y deja el objetivo como “bocetar X” sin exigir cierre.
  • ¿Qué pasa con niños con TDAH?El FARO no sustituye apoyos específicos. Ayuda a crear estructura amable y tiempos acotados que reducen el desborde.

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