Valter Longo: “Los elementos que determinan que una persona viva hasta los 65 o los 90 años son la nutrición y el estilo de vida”

Valter Longo: “Los elementos que determinan que una persona viva hasta los 65 o los 90 años son la nutrición y el estilo de vida”

¿Por qué algunas personas llegan lúcidas y activas a los 90 mientras otras se apagan a los 65? La frase de Valter Longo, uno de los investigadores de longevidad más escuchados del mundo, suena como un recordatorio sin maquillaje: “Los elementos que determinan que una persona viva hasta los 65 o los 90 años son la nutrición y el estilo de vida”. No hay atajos, solo decisiones cotidianas que se repiten hasta volverse destino.

La escena ocurrió en un mercado de barrio a primera hora. Una señora de 87 años pedía sardinas brillantes, un manojo de acelgas y un kilo de garbanzos, “para el potaje”. El pescadero guiñó un ojo: “Siempre lo mismo, y aquí sigue, más fuerte que yo”. Pensé en Valter Longo y en cómo su idea viaja del laboratorio a la cesta de la compra. El vapor que escapaba de un puesto de caldo, el olor a café y pan tostado, y esa sensación cálida de rutina bien hecha. Nada de superalimentos exóticos. Nada de promesas vacías. Pequeños gestos, repetidos con terquedad, que cambian marcadores, estados de ánimo y años de vida. La cuchara cuenta años.

Comer años: la tesis de Longo en la vida real

En las zonas del mundo donde más gente sopla 90 velas, el menú es humilde. Legumbres casi a diario, verduras de temporada, aceite de oliva y un poco de pescado. El cuerpo se mueve porque la vida lo pide: cuestas, huertos, escaleras. Allí, la medicina empieza en la cocina y en los horarios. Los años extra rara vez vienen en cápsulas; se cocinan a fuego lento. Longo pone palabras y datos a lo que vemos: dietas con proteína moderada antes de los 65, algo más después, ventanas de comida cortas, y una relación más suave con el azúcar y el estrés.

José, 58, administrativo en Valencia, llegó con barriga rebelde y sueño irregular. Cambió la cena tardía por una más temprana, se dio 13 horas sin comer por la noche, y tres veces por semana llevó lentejas con verduras al trabajo. Ocho meses después, bajó 8 kilos, su médico sonrió con el colesterol en orden, y él volvió a subir las escaleras sin bufar. En Loma Linda, la comunidad adventista que Longo suele citar, la esperanza de vida supera en varios años la media de su país. Entre centenarios de Cerdeña y Okinawa se repiten los mismos platos y ritmos.

La lógica que propone Longo es biológica, no mística. Menos proteína animal y azúcares ultrarrápidos reducen IGF-1 y apagan vías de crecimiento que aceleran el desgaste. Ventanas de 12-13 horas sin comida nocturna descansan al metabolismo y sintonizan con el reloj interno. Los ciclos del llamado “ayuno que imita el ayuno” empujan al cuerpo a reciclar lo viejo y conservar lo útil. El músculo se protege con fuerza y movimiento diario. El resultado no es solo vivir más, sino vivir mejor esos años.

Del laboratorio al plato: métodos simples que funcionan

Longo lo resume en un patrón flexible y muy mediterráneo. Base vegetal rica en legumbres, verduras, frutas, cereales integrales y frutos secos. Pescado azul 2-3 veces por semana, huevos y lácteos con cabeza, carnes como invitadas ocasionales. Proteína total alrededor de 0,8 g/kg al día hasta los 65; después, subir un punto si hay riesgo de fragilidad y acompañar con ejercicios de fuerza. Ventana diaria de 12-13 horas sin comer, con cena temprana y desayuno sin prisa. Ciclos de 5 días de “ayuno mimético” algunas veces al año, guiados y con seguridad. Sencillo, realista.

Los errores se repiten. Saltar a ayunos extremos sin adaptación. Creer que “sin proteína no hay músculo” y cargar con filetes, cuando las legumbres hacen mucho del trabajo. Obsesionarse con suplementos y olvidar la olla. Todos hemos vivido ese momento en el que la agenda te come y cenas cualquier cosa a las 23:30. Seamos honestos: nadie hace realmente eso todos los días. La clave no es la perfección, sino la mayoría de los días. Volver a la rutina sin drama, cocinar el domingo dos bases y congelar, mover el cuerpo aunque sea media hora.

Cuando la comida deja de ser lucha y vuelve a ser rito, el cuerpo coopera. La vida larga se cocina en microdecisiones.

“Los elementos que determinan que una persona viva hasta los 65 o los 90 años son la nutrición y el estilo de vida”. — Valter Longo

  • Dos tercios del plato con verduras y hortalizas; el resto, legumbres y cereal integral.
  • Aceite de oliva virgen extra como grasa principal, sin miedo a una cucharada generosa.
  • Pescado azul 2-3 veces por semana; carne roja, rara vez.
  • Ventana de 12-13 horas sin comer de noche y cena temprano.
  • Caminar cada día y dos sesiones de fuerza a la semana para cuidar el músculo.

Lo que nos dice la ciencia… y lo que nos dice la vida

La dieta de la longevidad no es una moda más. Es una forma de ordenar la semana para que el cuerpo encuentre un ritmo que sabe reconocer. Comer con horario, dormir a una hora parecida, cocinar cosas sencillas, mover el esqueleto sin épica. Se come por salud, pero también por memoria. El caldo que te recuerda a una abuela, el paseo que te limpia la cabeza, la siesta corta que te salva la tarde.

El otro eje es la comunidad. Gente que queda para caminar, que comparte táper de lentejas, que celebra sin empujarte a excesos. Cuando los vínculos se cuidan, el estrés baja un escalón y el cuerpo lo nota. Longo lo menciona a menudo de manera indirecta: propósito, hábitos, entorno. Menos pantallas antes de dormir, más luz del sol al despertar. Comer con alguien mejora la adherencia sin que te des cuenta. Comer sencillo es una forma de modernidad inteligente.

Esta propuesta no es elitista ni cara. Es más barata que la ultra-procesada, y más sostenible. Exige planificar, un poco de paciencia y algo de cariño por la cocina. Cambia la energía al cabo de unas semanas, el humor en dos meses, los análisis en un trimestre. No hay promesa de inmortalidad, sí de probabilidades mejores. Y eso ya es mucho. Tal vez lo que nos parecía rutinario, bien mirado, era el tesoro. Y estaba en casa.

Punto clave Detalle Interes para el lector
Dieta pescatariana y vegetal Legumbres, verduras, cereal integral, aceite de oliva; pescado 2-3 veces/semana Fácil de adoptar con sabores familiares y productos locales
Ventana de 12-13 horas Cenar temprano y retrasar el desayuno para descansar el metabolismo Mejor sueño, menos picos de glucosa, digestiones más ligeras
Movimiento y fuerza Caminar a diario y 2 sesiones de fuerza semanales Protege músculo, articulaciones y autonomía con la edad

FAQ :

  • ¿Qué propone exactamente Valter Longo?Un patrón basado en plantas con algo de pescado, proteína moderada hasta los 65 y algo mayor después, ventanas nocturnas de 12-13 horas sin comer y ciclos puntuales de “ayuno mimético” de 5 días bajo supervisión.
  • ¿Necesito el “ayuno que imita el ayuno” si ya como sano?No es obligatorio. Puede aportar beneficios metabólicos y de “reciclaje celular”, pero la base sigue siendo la dieta diaria, el horario regular y el movimiento.
  • ¿Cuánta proteína y de qué tipo antes y después de los 65?Hasta los 65, alrededor de 0,8 g/kg/día, priorizando legumbres, tofu, frutos secos y algo de pescado. A partir de los 65, subir a 1–1,2 g/kg/día y combinar con fuerza para evitar fragilidad.
  • ¿Café o vino encajan en esta forma de comer?Café y té, en moderación, pueden encajar. Si tomas alcohol, una copa de vino con la comida, no como excusa diaria. Si no bebes, no hace falta empezar.
  • ¿Quién debería evitar ayunos o cambios bruscos sin consejo médico?Personas con diabetes medicada, trastornos de la conducta alimentaria, embarazo o lactancia, enfermedades renales, mayores muy frágiles o quienes toman fármacos que se ven afectados por la ingesta.

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