Ya nadie se asoma a la ventana": el oficio que te organizaba el día y hoy ya no existe en tu calle

Ya nadie se asoma a la ventana»: el oficio que te organizaba el día y hoy ya no existe en tu calle

Entre recuerdos y silencios, los pueblos vuelven a preguntarse cómo se sostenía la vida cuando la tecnología apenas asomaba entonces.

En 2025, esa pregunta abre una ventana a un oficio que marcó a generaciones en la España interior. No llevaba micrófono ni despacho. Caminaba, tocaba un tambor o una trompeta, y su voz ordenaba el día. Hoy, ese papel se ha disuelto entre altavoces, aplicaciones y grupos vecinales, pero su rastro explica cómo funcionaban los pueblos cuando la información no llegaba en el bolsillo.

Un altavoz humano que unía al vecindario

Durante la posguerra, la escasez de medios, el aislamiento y los bajos niveles de alfabetización dejaron un hueco que ocupó el pregonero. Era la voz pública. Anunciaba decisiones del ayuntamiento, avisos urgentes y oportunidades de comercio. Su presencia convertía las plazas en puntos de información y coordinación.

En muchos municipios, la radio apenas sonaba y la prensa llegaba tarde o no llegaba. La calle se convirtió en cartelera viva. Allí el pregonero marcaba el ritmo de la comunidad con un itinerario fijo, paradas establecidas y un repertorio de fórmulas que daban validez a lo comunicado.

El pregonero fue el sistema informativo más fiable y barato para miles de familias rurales durante años difíciles.

Cómo trabajaba, paso a paso

  • Recorría calles y plazas siguiendo un itinerario pactado con el concejo.
  • Usaba un aviso sonoro, normalmente tambor o trompeta, para reunir a los vecinos.
  • Abría el mensaje con fórmulas que dotaban de oficialidad: «Se hace saber…».
  • Transmitía bandos municipales, turnos de riego, cortes de agua o luz, subastas y pérdidas de animales.
  • También difundía encargos de particulares, con tarifa regulada por el ayuntamiento.

«Se hace saber…» no era una frase cualquiera: era el sello que convertía la voz en norma, y el rumor en información útil.

Control institucional, comercio y disciplina vecinal

La autoridad local fijaba lugares, horarios y contenido. Esa supervisión aseguraba que la información respondiera a prioridades institucionales y evitara duplicidades. El pregonero apoyó tareas de orden: avisó sanciones, citaciones y embargos. También impulsó economía: anunció la llegada de comerciantes, el precio del grano, o la subasta de leña.

Esa mezcla de control y servicio generó confianza. El vecindario se organizaba con rapidez. Bastaban dos toques de tambor para que el pueblo se asomara a puertas y ventanas. La calle era el medio, la voz era el mensaje.

La caída: alfabetización, radio y carreteras

A medida que avanzó la segunda mitad del siglo XX, el oficio perdió centralidad. Mejoró la alfabetización, se extendió la radio doméstica, crecieron las rutas de prensa y el telégrafo dejó paso al teléfono. El pregonero redujo encargos, y en muchos pueblos dejó de oírse durante los años setenta.

Periodo Transformación clave Efecto sobre el pregonero
Década de 1940 Escasez, aislamiento y bajo acceso a prensa Figura central de información local
Décadas de 1950-1960 Expansión de radio y educación básica Menos avisos diarios, más anuncios puntuales
Década de 1970 Infraestructuras y servicios municipales estables Desaparición del oficio en la vida cotidiana
2025 Megafonía fija, bandos electrónicos y mensajería Sustitución por sistemas digitales o altavoces municipales

¿De verdad no quedan? Lo que sí pervive en 2025

La figura profesional ya no se ve en la calle, pero su huella persiste. En fiestas, el pregón inaugural revive el rito de la palabra pública, aunque es una ceremonia distinta. En el día a día, muchos ayuntamientos recurren a megafonía fija para alertas y bandos. Y gran parte de los avisos han migrado a cartelería, webs municipales o listas de WhatsApp.

El cambio trae ventajas y retos. Ganamos velocidad y cobertura potencial, pero el exceso de mensajes y los silencios digitales generan otra brecha: quien no usa móvil o vive con mala señal puede quedar fuera. El viejo pregonero, con su recorrido, no dejaba a nadie atrás.

Del pregonero al aviso digital: ventajas y riesgos

  • Rapidez: los bandos electrónicos llegan en segundos a cientos de vecinos.
  • Archivo: queda registro de lo publicado y se consulta cuando conviene.
  • Brecha: mayores sin smartphone y zonas sin cobertura pierden información crítica.
  • Ruido: notificaciones constantes diluyen mensajes esenciales de emergencia.
  • Privacidad: los grupos abiertos mezclan datos personales y rumores.

Lo que puedes hacer tú y tu municipio

Recuperar la eficacia del antiguo sistema no exige nostalgia, sino método. Un plan local de avisos combina medios. El mensaje crítico usa varios canales a la vez y un lenguaje sencillo. La experiencia del pregonero aporta pistas útiles.

Claves prácticas para bandos que sí llegan

  • Ruta de difusión: define orden de canales (megafonía, mensajería, carteles) y horarios fijos.
  • Fórmula inicial: usa un encabezado reconocible que genere atención y validez.
  • Mensaje corto: qué, dónde, cuándo y a quién afecta, en dos o tres frases.
  • Punto físico: mantén un tablón visible para quien no usa móvil.
  • Ensayo anual: simula un aviso de emergencia para comprobar cobertura real.

Si un corte de agua ocurre a medianoche, el protocolo debe activar megafonía, mensaje breve y cartel en los 10 minutos siguientes.

Memoria viva: cómo preservar el oficio sin convertirlo en postal

Muchos archivos locales guardan bandos y libretas de encargos. Grabar testimonios de antiguos pregoneros y digitalizar esas notas ayuda a entender cómo se gestionaba la vida diaria. Pueden salir de ahí modelos de mensaje, vocabulario y ritmos que todavía funcionan.

Una actividad educativa sencilla consiste en pedir a los alumnos que redacten un bando real de su municipio con 40 palabras, siguiendo la estructura clásica. Después se prueba el texto en megafonía del colegio o en un acto público. El resultado suele sorprender: claridad y orden sin tecnicismos.

Un término, dos funciones

Pregonero y pregón no son lo mismo. El primero fue oficio público con tarifas y rutas; el segundo es el discurso que abre fiestas. Ambos comparten algo clave: una comunidad reunida por la palabra y un mensaje que busca ser oído por todos.

Si te toca redactar avisos vecinales, piensa como aquel profesional de la posguerra: una audiencia diversa, poco tiempo, y una promesa clara. La tecnología cambia el altavoz, pero no sustituye la precisión del mensaje ni la cercanía de quien lo pronuncia.

1 thought on “Ya nadie se asoma a la ventana»: el oficio que te organizaba el día y hoy ya no existe en tu calle”

  1. Texte magnifique. On oublie que la voix du pregonero faisait lien autant qu’elle informait. Deux coups de tambour et tout le voisinage savait quoi faire; c’étais simple, efficace, et personne n’était laissé de côté. Aujourd’hui, entre applis et groupes WhatsApp, on a la vitesse mais pas la proximité. Belle mise en perspective historique (aprés-guerre, radio, routes) et, surtout, des conseils pratiques utiles pour nos communes. La formule d’ouverture reconnue manque cruellement dans nos messages modernes.

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