El doctor Manuel Viso lo resume en una frase que se te queda: el atún en lata “es buen amigo, pero nunca como pareja fija”. El boom del táper en la oficina, el gimnasio entre reuniones y los precios apretando han puesto esa lata en el centro de muchas cocinas. ¿Comerla a diario? La pregunta no es teórica: pasa en miles de hogares cada semana.
La escena fue un martes cualquiera. En la pausa del mediodía, una fila de personas abrió al unísono su atún como si fuera un ritual. El aroma salado llenó el pasillo, alguien mezcló con maíz y un chorrito de limón, otro lo volcó sobre pan integral. Todos miraban el reloj, nadie miraba la letra pequeña. Frente a esa coreografía, Viso me dijo lo de “buen amigo” con media sonrisa de médico cansado de repetirlo. Abrir una lata te salva el día, pero no debe dictar tu semana. La frase quedó flotando entre cubiertos de plástico y teclados. Una simple lata puede contar más de lo que parece.
Atún en lata: héroe práctico, novia celosa
El atún en lata tiene algo de superpoder. Proteína fácil, barata y que no necesita nevera. Te saca de apuros, te arregla una ensalada triste y te permite llegar al final del día con la sensación de haber “comido bien”. Viso no demoniza la lata, la aterriza: **sirve, y mucho, cuando se usa con cabeza**. Lo que cuestiona es el matrimonio diario, esa costumbre de no variar por prisas o pereza. Comer igual todos los días también aburre al cuerpo.
Conozco a Marcos, 34, que durante dos meses tiró de atún a diario para “ponerse en forma”. Perdió peso, sí, y ganó cansancio. Un dato que ayuda: una lata estándar escurrida aporta entre 18 y 24 gramos de proteína y puede rondar 0,5 g de sal, más si lleva salsa. No todas las latas son iguales: el “atún claro” suele ser listado o rabil, menor tamaño y, por eso, menos mercurio. El “bonito del norte” o albacora es más apreciado y también más grande. En nutrición, el detalle de la especie no es un capricho de etiqueta.
La explicación es sencilla y un poco incómoda. El mercurio se acumula en peces grandes, y el atún es un pez que vive mucho y come otros peces. Si lo conviertes en rutina diaria, subes papeletas. No es una ruleta rusa, es estadística. La mayoría de guías recomiendan alternar pescados y limitar los grandes, algo que vuelve al atún un recurso estupendo… cuando rota. Hay otro punto: la sal y el aceite de algunas latas suman sin que te enteres. El cuerpo agradece variedad; los hábitos, no tanto.
Cómo comer atún sin dramas: la regla del semáforo
Viso propone una brújula sencilla, casi de nevera: la regla del semáforo. Verde: atún en lata 1–2 veces por semana, mejor claro, al natural o en aceite de oliva bien escurrido, con vegetales y legumbres al lado. Amarillo: 3 veces si rotas con caballa, sardina, huevos o pollo, y eliges latas bajas en sal. Rojo: embarazo, lactancia o infancia pequeña, donde conviene minimizar atún grande y priorizar especies pequeñas. Es una guía de uso, no una alarma. Ayuda a decidir un martes a las 22:00.
Los tropiezos son muy humanos. Creer que “light” significa menos mercurio, cuando solo habla de aceite. Abrir, mezclar con mayonesa y pensar que sigue siendo ligero. Olvidar escurrir bien. No mirar la especie y comprar por precio. Seamos honestos: nadie pesa ni enjuaga la lata todos los días. Un gesto simple cambia el juego: abrir, escurrir a conciencia y compensar con un bol de tomate, pimiento y garbanzos. El atún sube, la sal baja y el plato respira.
Hay un punto más que Viso repite sin levantar la voz: el cuerpo no ama los monotemas. Comer variado es una póliza de salud. Y sí, el placer cuenta.
“El atún en lata es práctico y saludable cuando rota; lo problemático es la inercia. Cambiar dos veces por semana ya marca la diferencia”, recuerda Manuel Viso.
- Prefiere “atún claro” o listado cuando puedas.
- Al natural o en aceite de oliva, bien escurrido; enjuagar bajo el grifo reduce sodio.
- Rota con sardina, caballa, salmón, huevos, legumbres o tofu.
- Si estás embarazada o das lactancia, evita atún grande y consulta tus raciones.
- Busca latas con certificación de pesca responsable y baja sal.
Lo que esta lata nos enseña de nuestras semanas
El atún en lata desnuda la manera en que vivimos. Rapidez, control de gastos, ganas de cuidarnos. También un cansancio que pide atajos. Todos hemos vivido ese momento en el que vuelves tarde, abres la despensa y decides en 30 segundos qué serás mañana. Ahí la frase de Viso cobra sentido: **buen amigo, nunca pareja fija**. Una lata salva el lunes, pero el miércoles quizá necesites sardinas, y el viernes unos huevos con pimientos. No hay épica culinaria: hay ritmo.
| Punto clave | Detalle | Interes para el lector |
|---|---|---|
| Frecuencia | 1–2 latas/semana, con rotación de fuentes proteicas | Guía clara para no pasarse sin pensar |
| Elección de lata | Mejor “claro”, al natural o en aceite de oliva, baja en sal | Compra inteligente y sencilla |
| Combinaciones | Con vegetales, legumbres y cereales integrales | Platos saciantes y equilibrados sin complicarse |
FAQ :
- ¿Puedo comer atún en lata todos los días?Se puede, otra cosa es que convenga. Viso sugiere usarlo 1–2 veces por semana y rotar con otras proteínas para reducir exposición a mercurio y exceso de sal.
- ¿Cuál es la mejor opción: al natural o en aceite?Al natural suma menos calorías y sal; en aceite de oliva puede ser más sabroso. Escurrir bien y, si quieres, enjuagar reduce sodio en ambas.
- ¿El “atún claro” tiene menos mercurio?Suele proceder de especies más pequeñas, lo que tiende a acumular menos mercurio que albacora. Aun así, la rotación sigue siendo clave.
- Estoy embarazada, ¿qué hago con el atún?Prioriza pescados pequeños (sardina, caballa, boquerón) y limita atún grande. Una consulta personalizada con tu médico da más seguridad.
- ¿La lata es segura por el recubrimiento?La mayoría ya es libre de BPA. Si te preocupa, busca esa mención en la etiqueta y evita golpes o latas abombadas.


