Valeria Campos, nutricionista: “El secreto de las personas que llegan a los 90 está en cómo combinan el pan y el aceite por la mañana”

Valeria Campos, nutricionista: “El secreto de las personas que llegan a los 90 está en cómo combinan el pan y el aceite por la mañana”

En un país donde el pan se mira con recelo y el aceite se idolatra a ratos, una nutricionista ha lanzado una idea terrenal y casi provocadora: la clave de quienes soplan 90 velas podría estar en cómo juntan esos dos alimentos al despertar. No en suplementos raros ni en modas pasajeras. En un gesto repetido, casi ritual, que ordena la mañana y calma el día. Valeria Campos lo dice sin adornos técnicos, con voz de cocina y mercado. Y quizá por eso engancha. Porque todos conocemos a alguien que desayuna así desde siempre y sigue caminando con paso firme.

La vi en una cocina con luz de otoño, mirando cómo un señor de 91 años partía una hogaza con manos lentas. Tostó una rebanada, sirvió aceite de oliva virgen extra con un chorrito prudente y pasó el tomate como quien lima una piedra suave. No pesó nada. No midió nada. Solo sabía cuándo parar. Valeria Campos, nutricionista, observó en silencio esa coreografía antigua. Él dio dos mordiscos, bebió agua, esperó unos segundos y sonrió con una calma que no se compra. Algo pasaba ahí.

Pan, aceite y tiempo: el trío de los 90

La idea no es mística. Valeria lo resume con una imagen pegada a la realidad: el pan es el ritmo, el aceite es el freno y el tiempo es el volante. Cuando el primer bocado de la mañana junta carbohidratos y grasa buena, la curva de azúcar sube con menos prisa. Se siente saciedad sin pesadez. El cuerpo arranca sin tirones. Lo que marca la diferencia no es solo “qué” se come, sino “cómo, cuánto y con qué compañía” se muerde. Detalles que parecen pequeños y terminan siendo la línea entre un día que pide picar cada dos horas y otro que te deja pensar en otra cosa.

En el sur, en las islas, en barrios donde aún se madruga, esa escena se repite. Personas mayores que atraviesan los 80 con curiosa energía y cuentan el pan con aceite como quien menciona un vecino de toda la vida. En estudios grandes, los patrones que incluyen aceite de oliva virgen extra han recortado eventos cardiovasculares y han sostenido mejores perfiles metabólicos con el paso del tiempo. No es magia, es constancia. Una teja de pan de masa madre, un tomate de temporada, una cucharada que brilla verde, un poco de proteína cerca. El resto son hábitos que se suman y no estorban.

Lo que ocurre dentro es bastante lógico. La fibra del pan integral o de fermentación lenta ralentiza el vaciado gástrico. La grasa monoinsaturada del aceite suaviza el pico glucémico y alarga la saciedad. El tomate, si entra, añade agua y un punto de acidez que invita a masticar más. Morder, parar, morder otra vez. Ese ritmo, humilde y casi olvidado, apaga la ansiedad de media mañana y quita urgencia a la bollería de paso. El desayuno deja de ser una rampa abrupta y se convierte en una autopista sin sobresaltos.

Cómo combinarlo por la mañana sin complicarse

El gesto tiene método, aunque no parece método. Elige pan de verdad: integral, de masa madre o con grano entero visible. Tosta leve para que crujan los bordes y el centro no se vuelva piedra. Vierte 1 o 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra, no más. Si puedes, acompaña con proteína sencilla: un huevo, un trozo de queso fresco, yogur natural sin azúcar. Añade tomate rallado o fruta entera al lado. Bebe agua antes de empezar y, si te apetece, un café después. Media mañana cambia si el arranque lleva sensatez.

Los errores que más se ven son primos hermanos entre sí. Pan blanco de molde que se deshace como algodón. Aceites refinados que no huelen a nada. Montañas de aceite que empapan el plato y luego pesan toda la mañana. Mermeladas que disfrazan el hambre por veinte minutos. Comer de pie, mirando el móvil, sin masticar. Todos hemos vivido ese momento en el que sales corriendo con una tostada a medias y una prisa que no perdona. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. La idea no es la perfección, es repetir un pequeño acierto casi siempre.

Campos insiste en el orden de los bocados: primero un poco de aceite y proteína, luego el pan, y volver al aceite. Ese vaivén hace que el cuerpo no se dispare. Si hay actividad física temprano, la rebanada puede ser más generosa. Si la mañana va de escritorio, menos pan y más masticación. Lo crucial es sentir cómo se apaga el hambre real y se queda un bienestar tranquilo. Desayuno con sentido, no desayuno por inercia.

“El secreto no es el pan ni el aceite aislados, es la manera en que se encuentran por la mañana. Cuando ese primer cruce es amable, el día entero coopera”, dice Valeria Campos.

  • Pan: integral de masa madre o con grano entero visible.
  • Aceite: virgen extra, 1–2 cucharadas por rebanada.
  • Compañeros: huevo, queso fresco, yogur natural, tomate o fruta entera.
  • Ritmo: morder, parar, beber agua, morder de nuevo.
  • Evitar: pan ultra-blando, aceite refinado, mermeladas azucaradas, prisas.

Un ritual pequeño, un efecto que se nota

Hay algo táctil y emocional en esta escena. Untar aceite convierte la cocina en un sitio más lento. La miga cruje, la cuchara brilla y el reloj baja la voz. No hace falta convertirlo en ceremonia, solo en hábito que cabe en cualquier casa. A veces la nutrición también son gestos que bajan el ruido del día. Lo curioso es que ese gesto se parece mucho en quienes llegan a los 90: pan que no engaña, aceite que huele, compañía de proteína sencilla y un par de minutos para masticar. La longevidad no siempre empieza en grandes decisiones. A veces arranca en una tostada bien hecha.

Punto clave Detalle Interés para el lector
Tipo de pan Integral real, masa madre, grano entero visible Mejor saciedad y curva de glucosa más estable
Cantidad y calidad de aceite 1–2 cucharadas de virgen extra, aroma y amargor presentes Sabor pleno y grasa cardioprotectora sin exceso calórico
Orden y compañía Primero aceite/proteína, después pan; agua y masticación lenta Menos hambre impulsiva y energía más sostenida

FAQ :

  • ¿Sirve el pan sin gluten si no soy celíaco?Si te sienta bien el gluten, no necesitas cambiar. El foco está en la calidad y la fermentación. Un buen pan integral de masa madre suele funcionar mejor que un pan sin gluten ultraprocesado.
  • ¿Y si no desayuno nunca?No hay obligación universal. Si tu cuerpo pide empezar más tarde, aplica el mismo principio cuando rompas el ayuno: pan de calidad, aceite virgen extra y una proteína cerca. Lo que cambia es la hora, no el gesto.
  • ¿Qué aceite debo comprar exactamente?Busca virgen extra, cosecha reciente y variedades que te gusten. Que huela, que amargue un poco, que pique al final. Si no emociona en crudo, probablemente no es el aceite para tu tostada.
  • ¿Esto ayuda a perder peso?Puede facilitar que comas con menos ansiedad y que llegues con calma a la comida. No es una varita mágica. Es un entorno que favorece decisiones mejores el resto del día, sin pelearte con el hambre.
  • ¿Y si tengo diabetes?Consulta con tu profesional de salud para personalizar. La combinación pan integral + aceite + proteína suele dar curvas más estables que el pan solo. La cantidad y el orden importan todavía más.

Leave a Comment

Votre adresse e-mail ne sera pas publiée. Les champs obligatoires sont indiqués avec *