Una alarma que suena. Un café que no perdona. Y esa hinchazón que se cuela en la cintura antes de las diez. Clara Pujol, nutricionista clínica, lo ve a diario en consulta: cansancio que no cede, digestiones pesadas, inflamación de bajo grado. Su consejo es directo y concreto: empieza el día con un alimento sencillo, barato y útil. Un gesto que cambia la mañana sin pedir heroicidades.
A las 7:42, la ciudad bosteza y el metro huele a lluvia y a prisa. En una barra cualquiera, un cruasán brilla bajo los focos, el azúcar enciende un ratito y luego se esconde. Un paciente de Clara lo describe así: “me quedo sin batería a media mañana, como si la cabeza corriese más que el cuerpo”.
Clara Pujol no señala con el dedo, acompaña. Abre un táper, enseña una textura cremosa y tibia. La cuchara hunde lento, como si el cuerpo reconociese algo antiguo. El cambio cabe en una taza.
El alimento del que habla Clara Pujol
Es la avena. Nada de magia, sí de constancia. Clara la defiende por lo que se siente: energía larga y una calma digestiva que baja el ruido interno.
Todos hemos vivido ese momento en el que el estómago protesta mientras el día apenas empieza. La avena, en cambio, no pide espectáculo. Se prepara en cinco minutos, viaja en un tarro, aguanta el ajetreo y llega a la mesa sin drama.
La observación se repite en consulta: quien la adopta nota menos picos y valles. Menos caprichos por dulce, menos inflamación percibida. Y una claridad rara a las once, cuando otros ya hacen segunda ronda de café.
Laura, 38, marketing y reuniones eternas, probó un mes. Cien metros de sprint al cole, metro y portátil abierto a las 8:50. Cambió tostada blanca por 50 g de copos, bebida vegetal y un puñado de arándanos. A la tercera semana, una frase: “No me duele la barriga”.
Su analítica no es un anuncio, es su cuerpo. Llegó a la comida sin atacar el pan, bajó de dos cafés a uno. “No me hundí a media mañana”, resume. En el espejo, menos cara hinchada en las fotos del ascensor.
Las cifras ayudan a entender por qué. Una ración aporta fibra soluble y beta‑glucanos asociados a una glucosa más estable y a un descenso de colesterol. No es una pastilla. Es un hábito que, repetido, crea terreno.
La lógica es simple: menos montaña rusa, menos inflamación silenciosa. Los beta‑glucanos forman un gel suave que enlentece la digestión y da señal de “hay combustible”. Las avenantramidas —compuestos propios de la avena— se han estudiado por sus efectos antioxidantes y calmantes.
La saciedad que da no es pesada, es una manta ligera. Permite pensar y decidir mejor qué comer después. También cuida de la microbiota, esa vecindad de bacterias que dialoga con el sistema inmune.
Hay matices, como en todo. No cura por sí sola, ni quita el dolor de una mala noche. Pero pone las piezas en su sitio y reduce ruido. Un desayuno que no grita sostiene más de lo que parece.
Cómo incorporarla sin complicarse
La receta base cabe en la memoria: 1 parte de copos + 3 partes de líquido. Calienta suave 4–5 minutos con una pizca de sal, remueve hasta cremosidad. Termina con fruta, una proteína (yogur o huevo) y un toque crujiente.
Versión fría para días de prisa: deja la mezcla en un tarro por la noche (overnight oats). A la mañana, añade canela, semillas de chía y algo ácido como kiwi. *El cuerpo agradece lo que no le exige pulso de chef a primera hora.*
Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Por eso, prepara dos o tres raciones y refrigera. Cuando no llegues, un vaso de smoothie con avena molida, plátano y manteca de cacahuete salva la papeleta. **Pequeños atajos sostienen grandes hábitos.**
Errores típicos: convertir la avena en postre diario. Si la bañas en azúcar, sirope y galletas trituradas, el pico vuelve y la inflamación también. Mantén la ración entre 40 y 60 g en seco; más puede caer pesado.
Evita los sobres “instant” azucarados. Mejor copo tradicional o suave, y endulza con fruta. Si eres sensible, remoja los copos 15–30 minutos o fermenta con un poco de yogur para suavizar la fibra. La combinación con proteína y grasa buena manda una señal de calma.
Si hay celiaquía, elige avena certificada sin gluten por riesgo de contaminación. En colon irritable, prueba con porciones pequeñas y observa. **Tu cuerpo es un laboratorio honesto.**
“Quien empieza el día con avena suele notar más energía sostenida y menos inflamación digestiva. No por milagro, por fisiología”, dice Clara Pujol.
“Déjale a tu mañana un alimento que te sostenga, no que te suba y te deje caer” — Clara Pujol, nutricionista clínica
- Base rápida: 50 g de avena + 150 ml de leche o bebida vegetal + pizca de sal.
- Pack antinflamatorio: manzana o frutos rojos, canela, nueces.
- Opción salada: avena con caldo, huevo poché y espinacas.
Lo que cambia cuando arrancas así
Una mañana ordenada no es una agenda perfecta, es un cuerpo que no pelea consigo mismo. La avena abre esa puerta con discreción. Al bajar la prisa metabólica, entra aire en las decisiones: eliges mejor a media mañana, comes con otra hambre.
En la piel suelen verse señales: menos hinchazón facial al despertar, digestión tranquila, claridad mental que no asusta. No todo el mundo nota lo mismo, pero el patrón se repite bastante. Más estabilidad, menos inflamación percibida.
La parte bonita llega sin ruido: caminar más ligero tras el café, un correo respondido sin picar galletas, esa llamada que ya no pospones. **La vitalidad no grita, se nota en las pequeñas cosas.** Y cuando un gesto tan simple mejora el día, apetece contarlo.
| Punto clave | Detalle | Interés para el lector |
|---|---|---|
| Energía sostenida | Fibra y beta‑glucanos que estabilizan la glucosa | Menos antojos y mejor foco hasta el mediodía |
| Menos inflamación percibida | Avenantramidas con efecto antioxidante y calmante | Digestión más tranquila y sensación de ligereza |
| Fácil y versátil | Se prepara caliente o fría con toppings al gusto | Encaja en agendas reales y gustos distintos |
FAQ :
- ¿Qué tipo de avena recomienda Clara Pujol?Copos tradicionales o finos sin azúcares añadidos; para celiaquía, avena certificada “sin gluten”.
- ¿Cuánta cantidad es adecuada para empezar?Entre 40 y 60 g en seco por persona. Ajusta según hambre, actividad y tolerancia.
- ¿Y si tengo el estómago sensible o SII?Empieza con 30–40 g, remoja o cocina más tiempo. Observa síntomas y personaliza con tu profesional.
- ¿Cuándo se notan cambios en energía e inflamación?Mucha gente nota algo en 1–2 semanas de consumo constante; los cambios se consolidan en 4–6.
- ¿Puedo tomarla antes de entrenar por la mañana?Sí. Combínala con proteína (yogur o suero) y algo de fruta para un pre‑entreno suave y eficaz.


