Dormir es uno de los factores fundamentales para nuestro rendimiento físico e intelectual. Si no dormimos lo suficiente, nuestras neuronas lo hacen por nosotros cuando estamos despiertos. De ahí los despistes, la falta de atención o los problemas de concentración.
Por eso, es muy necesario crear una rutina a la hora de irnos a la cama. Dormir ocho horas, acostarnos y levantarnos siempre a la misma hora, establecer hábitos -como por ejemplo, leer- que digan a nuestro cuerpo que es la hora de descansar. También es recomendable hacer deporte para cansarnos, dormir a oscuras e, incluso, tomar infusiones.
A pesar de este protocolo, siempre hay un factor al que no le damos importancia pero que es vital: el colchón. Nuestro sueño debe ser reparador y un buen colchón es fundamental para conseguirlo.
La Asociación Española de la Cama destaca que muchas personas sufren dolores muscualares y de espalda por falta de sueño derivado del uso de colchones en un estado deficiente.
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Lo mejor de un buen colchón es que se adapta perfectamente a nuestro cuerpo y nos permite un descanso más profundo y relajado. Los puedes encontrar de látex, viscoelástica o de HR (High Resilience), que se caracterizan por su alta indeformabilidad.