Florian Kissa, colorista y embajador de Bleu Libellule, lo tiene claro: el secreto está en optar por técnicas suaves y efectos naturales. “El objetivo no es cubrir el cabello por completo, sino trabajar con lo que ya tienes para potenciarlo”, explica. De ahí que sus recomendaciones favoritas para mujeres de más de 50 años sean las mechas finas y el balayage, especialmente en tonos cálidos y ligeramente más claros que el tono base.
Estas técnicas permiten iluminar el rostro sin crear contrastes demasiado marcados, lo que da como resultado una imagen más fresca y armoniosa. Además, requieren poco mantenimiento, un detalle nada menor si buscas practicidad.
¿Por qué estas técnicas rejuvenecen tanto?
A partir de los 50, muchas personas tienen el cabello más fino o con menos volumen. Las mechas bien colocadas crean ilusión de movimiento y profundidad, lo que da sensación de una melena más densa y vital. Además, al enmarcar ligeramente el rostro con luz, se consigue un efecto óptico que suaviza los rasgos y realza el tono de piel.
“El resultado ideal es como ese brillo natural que te queda después de unos días al sol: un look radiante, saludable, sin artificios”, añade Kissa.
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¿Y si tengo muchas canas?
Cuando el porcentaje de canas es alto, el estilista sugiere no forzar el balayage, sino optar por coloraciones tono sobre tono, que cubren de forma natural sin endurecer los rasgos. Los rubios suaves, los castaños claros o los reflejos cálidos se convierten entonces en tus mejores aliados.
Eso sí, teñirse no es una obligación. Dejar las canas al natural también puede ser una elección muy elegante. En ese caso, lo importante será mantenerlas bien cuidadas y libres de reflejos amarillentos, y peinarlas con mimo para lograr un efecto pulido y luminoso.