La vida en pareja a veces puede ser todo un reto. De hecho, la llama que había al principio se atenúa poco a poco sin que uno se dé cuenta. Esto fue lo que le ocurrió a Offer Yehudai y su esposa después de quince años juntos. Su historia empezó como un cuento de hadas en Tel Aviv. La conexión entre ellos era indudable. Esa chispa parecía, en aquel entonces, eterna.
Sin embargo, con el tiempo, la realidad se impuso. La pareja se mudó a Estados Unidos. Después, dieron la bienvenida a cuatro hijos. Paralelamente, Yehudai creó y vendió dos empresas, mientras que su esposa lanzó su propio negocio. Sobre el papel, todo iba bien. Pero, su vida cotidiana cambió. Entre los trayectos escolares y las reuniones de trabajo, el agotamiento se instaló. Por consiguiente, su matrimonio funcionaba como una máquina eficiente pero sin emoción. Las conversaciones giraban ahora en torno a tareas diarias, relegando la intimidad a un segundo plano. Sin conflictos aparentes, sentían un vacío. Algo faltaba, y eran conscientes de ello.
El quid de la cuestión que lo cambió todo
En 2022, tomaron una decisión que lo cambió todo: irse de vacaciones sin los niños. Por primera vez en quince años, se encontraron solos. Volvieron a Tel Aviv, cuna de su amor. Este viaje volvió a conectarles como hacía tiempo que no lo estaban. Rieron y, sobre todo, compartieron recuerdos.
Durante su última noche, después de tomar algo, la esposa de Yehudai hizo una pregunta crucial: "Cariño, ¿qué nos pasó? ¿Por qué tenemos que escapar de todo para divertirnos tanto?" Yehudai buscó soluciones por sí mismo. Primero, descartó la idea de consultar a un terapeuta o sexólogo. Como emprendedor, exploró internet. Desafortunadamente, los consejos que encontró parecían anticuados: solo juegos de cartas pasados de moda y libros embarazosos. Nada respondía a sus necesidades específicas.
Como explica en un artículo publicado en BuzzFeed: "Nadie habla jamás de la vergüenza y el malestar que uno puede sentir al sugerir algo nuevo a alguien con quien comparte su intimidad desde hace más de una década". Se teme la reacción de la pareja, que podría interpretar la sugerencia como insatisfacción o, peor aún, juzgar extraño un deseo poco convencional.
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El poder de la novedad
Yehudai empezó a buscar consejos sobre cómo abordar conversaciones delicadas. Sorprendentemente, su amigo también buscaba respuestas similares. Esta revelación mostró a Yehudai que su situación no era única. Entonces comenzó a abrirse y a hablar de sexualidad con su entorno.
Una encuesta a 1.000 parejas reveló un dato importante: el 81 % notaba una disminución de la intimidad en los primeros dos años. Estas parejas querían, naturalmente, probar nuevas experiencias, pero ignoraban cómo expresar sus deseos.
La solución se volvió clara: la clave para reavivar la pasión residía, sin duda, en la novedad. Tras su viaje, transformaron su vida cotidiana. Introdujeron, poco a poco, pequeños cambios intencionales. El objetivo no era cambiar su identidad, sino redescubrir sus fuentes de excitación mutua. Esta búsqueda era, en cierto modo, un redescubrimiento infantil: anticipación, curiosidad y, por supuesto, el cosquilleo de la novedad. Esto hizo que, incluso años después, la novedad estimulase la atracción, incluso en una relación larga.