En el Esquilino, una de las siete colinas de Roma, se esconde el secreto mejor guardado de la capital italiana: un huerto suntuoso en el antiguo emplazamiento de un mítico anfiteatro del año 222. Aquí, además del tañido de las campanas vaticanas y los zarpazos de los monjes arando la tierra, un mensaje se eleva por encima del resto: “cultiva tu jardín”. Esta metáfora floral de la obra Voltairiana (Candide, 1759) bien podría hallarse inscrita en sus murallas, sus tallos neonatos e incluso sus gruesos tomates. Y quizá lo esté, aunque de forma invisible para la mayoría. Pero no se preocupen, en el denominado Orto dei Simplici (huerto de los simples) basta con sentir el alimento en sus múltiples versiones, activar los sentidos y empezar a aprender esta lección del Siglo de las Luces. Visita deliciosa a un paraíso terrenal de la mano del fotógrafo Mario Guerra.
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