Según investigaciones, experimentar tensión psicológica puede perjudicar tanto el bienestar físico como mental en todas las edades. Esta conclusión se basa en hallazgos empíricos, incluyendo un estudio llevado a cabo en año pasado por el Departamento de Medicina Familiar y Preventiva de la Universidad Emory de Atlanta, titulado Asociación del estrés con la función cognitiva entre adultos mayores negros y blancos de EE UU.
En dicho análisis, se establece que la exposición prolongada a estrés podría representar un riesgo para la salud a largo plazo, lo cual se traduce en el riesgo de ocasionar un declive en las capacidades cognitivas o incluso desencadenar la enfermedad de Alzheimer. Además, se vincula con un aumento en el riesgo de padecer afecciones cardiovasculares y una disminución en el desempeño del sistema inmunitario.
Un análisis distinto, denominado ¿Cómo afecta el estrés crónico al cuerpo?, y difundido en 2021 por la publicación médica Houston Methodist Leading Medicine, señala las múltiples formas en que la tensión emocional prolongada puede repercutir en el organismo. Entre ellas, se encuentran trastornos digestivos, psoriasis o eccema, dolencias musculares, disfunciones sexuales y afecciones cutáneas como el acné.
La tensión psicológica es un fenómeno más complejo de lo que pudiera parecer a simple vista, dado que su manifestación varía entre individuos y sus causas son diversas. "Constituye una sensación de presión física y emocional que surge cuando se percibe una incapacidad para afrontar las exigencias cotidianas. El estrés se genera cuando se tiene la impresión de que los esfuerzos realizados son excesivos y los resultados obtenidos, ineficientes o insignificantes", explica Darío Fernández, médico de familia, puericultor y psicólogo clínico.
No obstante, el experto puntualiza que existe una modalidad de tensión psicológica que puede resultar beneficiosa, dependiendo de su magnitud. "En cantidades moderadas, potencia la capacidad de mantenerse más alerta, propicia la habilidad para hallar soluciones ante adversidades y estimula la creatividad", explica.
Una de las variedades más negativas de la tensión psicológica es cuando cae en la toxicidad, la cual perjudica la salud de forma nociva. Surge cuando circunstancias traumáticas o problemáticas persisten sin resolverse a lo largo del tiempo, e impacta negativamente diversos aspectos vitales, incluyendo el desempeño profesional, el descanso, la nutrición y, por consiguiente, también la forma en que los padres interactúan con los hijos, de acuerdo a psiquiatras del Comité de Salud Mental de la Asociación Española de Pediatría.
La dificultad para concentrarse y memorizar, sensación de falta de aire, palpitaciones, opresión torácica, vómitos, náuseas, diarrea, contracturas musculares, pérdida de apetito o insomnio, son solo la punta visible de un conjunto más amplio de consecuencias que el estrés oculta para quienes lo padecen, manifestándose de diversas formas, apuntan los especialistas.
También advierten sobre el peligro de desarrollar conductas no saludables vinculadas a esta tensión desmedida, tales como el aumento en el consumo de café, alcohol o tabaco, como forma inapropiada de intentar contrarrestar el agotamiento o mitigar los síntomas.
Los expertos confirman que el estrés de los padres impacta a sus hijos de manera trascendental, aunque los padres no siempre lo perciban, ya que no vinculan ciertas conductas inadaptadas en los niños, como la tensión con la baja autoestima. "Debido a que los hijos son vulnerables al estrés paterno, además de brindarles amor, es crucial procurarles un entorno sereno", agrega Fernández, quien señala la influencia del estrés en los hijos desde el vientre materno.
El estudio de 2021 titulado Estrés durante el embarazo y desarrollo de enfermedades en la descendencia: una revisión sistemática y un metanálisis, una investigación realizada en la Universidad Estatal de California Dominguez Hills sobre el vínculo entre el desarrollo de afecciones en los niños y la tensión durante la gestación, corrobora esta situación. En él se vincula el estrés materno durante el periodo de embarazo con un factor de riesgo para que los pequeños presenten conductas agresivas, ansiedad e hiperactividad.
Al estar bajo estrés, los padres transmiten a sus hijos una sensación de un entorno inseguro y amenazante. Esta situación contribuye a que se sientan inseguros para explorar su entorno y aprender, impactando negativamente su desarrollo cognitivo y lingüístico, que puede atrasarse.
Los expertos resaltan otras áreas que impactan a los menores. Una de ellas es la incapacidad de los padres para regular sus propias emociones, que obstaculiza los límites razonables en la crianza y el establecimiento de normas coherentes. En consecuencia, los niños se desarrollarán sin habilidad para aceptar frustraciones, con pocas destrezas sociales, con reducida autoestima y mayores probabilidades de sufrir bullying o acoso escolar.
Cómo manejar el estrés de la mejor forma
Los especialistas indican que la crianza puede convertirse en una labor estresante. Para evitarlo, es crucial comprender que los padres deben de cuidarse a sí mismos, de lo contrario, se verán desbordados por el estrés, por ejemplo, ante los cambios de ánimo propios de la adolescencia o el enfado de los niños.
Los menores perciben si los adultos que los cuidan no se encuentran bien, ya sea por problemas de pareja, motivos laborales u otros factores. Por eso es crucial mantener la serenidad para poder criar con tranquilidad y calma.
Es importante observar atentamente y continuamente nuestros niveles de estrés para detectar estados desfavorables, como la inquietud y la ansiedad, que podrían incluso manifestarse mediante palpitaciones o contracturas. Una forma de mitigar esta situación es por medio de ejercicios de relajación, como la respiración profunda y pausada.
Una vez que los padres detectan estar bajo una situación de estrés, la recomendación es dar prioridad al descanso adecuado y dormir las horas necesarias; establecer límites a las exigencias, jerarquizando las tareas para diferenciar lo urgente de lo que puede posponerse. Además, atender al cuerpo es crucial, y se puede conseguir por medio de una dieta balanceada y diversa, que incorpore alimentos frescos y naturales, ricos en vitaminas A, B, C y D, y minerales como el calcio, hierro, zinc o magnesio.
LETTER
Se recomienda también poner un límite a los horarios de trabajo, para asegurarse de que no ocupe en su totalidad nuestro tiempo. Y al generar este tiempo libre, es indispensable utilizarlo en disfrutar de actividades de ocio, incluyendo aquellas que evitan el frecuente sedentarismo.
