
Jason Ward, es un tatuador neozelandés que está acostumbrado a crear arte sobre la piel de sus clientes y saber que salen de su tienda satisfechos y algo más felices. Hace cuatro meses, una persona inesperada accedió a su local y puso sobre su mesa de trabajo unas cuantas calcomanías de inspiración maorí para que Jason las pegase sobre su brazo.
Ella era Suzie Barry, una mujer con Síndrome de Down cuyo sueño es tener sobre su piel los tatuajes que siempre había visto en otras personas y deseado para ella. Como es obvio, el tatuador no se pudo negar a tan enternecedora tarea y le propuso a Suzie que cada viernes volviese al estudio de tatuajes para colocar sobre su piel una nueva calcomanía.
Así ha sido durante los últimos cuatro meses. Cuatro meses en los que Suzie ha visto cómo su sueño se hacía realidad gracias al talento y, sobre todo, a la humanidad de este gran tatuador.