Así como las razones son variadas, las formas de vivir la tristeza es igual de diversa. Están los que identifican claramente la tristeza por ejemplo, y a los que les parece muy difusa y la confunden con cansancio, aburrimiento o estrés. Están los que buscan ayuda y los que no saben cómo hacerlo o a quién recurrir. Pero tristeza no es igual a depresión.
Estar triste, con bajo ánimo, desalentados o ver todo como muy negro o de forma pesimista, es algo que nos puede pasar en un momento dado y que incluso puede fluctuar en el tiempo. Unos días nos sentimos bien y con ánimo, pero de repente algo nos desalienta y volvemos a sentirnos tristes y desganados. Aún así, esto no necesariamente es depresión.
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¿Cuáles son los síntomas de la depresión?
Una depresión implica una serie de síntomas y señales que se mantienen a lo largo del tiempo, y aunque tengamos algunos momentos de mejoría en este estado de ánimo, éstos son muy breves y sigue permaneciendo una base de tristeza y desgano, como un dolor que no se va. Algunas de sus características son:
- El tiempo prolongado.
- El desgano o no apetecer hacer nada que antes te gustaba hacer.
- La sensación de cansancio permanente.
- La visión negativa de las cosas, como estar dentro de un túnel y no ver la salida.
- Ánimo triste que empaña todos los intentos de estar bien.
- Alteración en el apetito, ya sea por comer mucho o comer muy poco.
- Alteración en el sueño, es decir, despertar muy temprano, no poder dormir bien, dar vueltas en la cama...
- Dificultad para concentrarse.
- Ideas pesimistas o de que no hay solución.
Todas ellas son señales de alarma ante una posible depresión. Si estas señales se agravan y comienzan a alterar de forma significativa el día a día, hasta el punto de no realizar bien las actividades diarias y descuidar el aspecto personal, ya puede implicar un cuadro depresivo el cual hay que atender inmediatamente.
¿Cómo luchar contra ella?
Escuchar nuestro cuerpo, nuestros pensamientos, atender a cómo nos sentimos, pensar un poco en por qué estamos así: si lo asociamos con algo que está ocurriendo, que nos ha pasado, o si no lo tenemos muy claro. En definitiva, reflexionar si nos ha pasado antes y en qué situación. Es importante estar atento al tiempo en que nos sentimos así, en si hemos perdido interés en aquello que nos llenaba y nos motivaba, e incluso, en lo que nos dicen los demás, por ejemplo, si nos preguntan si estamos bien o si nos ven diferentes.
Detenerse a pensar en nuestras emociones y darle la importancia y el espacio que se merecen nos pueden ayudar a manejar ese dolor que a veces llama a la puerta y se nos cuela sin darnos cuenta. Y si lo hacemos acompañados de un profesional, mucho mejor, ya que nos permite ver aquello que nos cuesta ver de nosotros mismos y de lo que nos rodea. Se trata de deternerlo, analizarlo y hacer algo al respecto antes de que ese pequeño monstruo se convierta en una depresión.
Si te encuentras en esta situación, quizás leer estas frases inspiradoras pueda hacerte sentir algo mejor:
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Artículo elaborado en colaboración con la psicóloga Cristina Almeida, de eSaludMental, Servicios Psicológicos de Atención Primaria.
