La versatilidad del cristal no tiene límites, y si por algo nos gusta este material es porque puede integrarse en prácticamente cualquier elemento: mesas, escritorios, estanterías, lámparas, menaje... Además, el vidrio aporta luz y brillo a las estancias, y si se combina con otras texturas (como el acero) o con distintos colores, se pueden crear ambientes de aspecto limpio, refinado y sofisticado.
No decimos que llenes tu casa de cristal (eso sería muy incómodo y demasiado frío), pero incorporar distintas piezas de este material en ciertas zonas como el salón, el baño o la cocina aportará a tu hogar el toque justo de lujo y elegancia. Puedes colocar una pantalla de cristal para separar espacios, distribuir figuras o jarrones de vidrio por algunas superficies o reemplazar tu vajilla de porcelana por una de cristal, por ejemplo. ¡Tu casa parecerá más amplia y cuidada!
© IKEA
El cristal en la cocina, un básico
Si hay una estancia en la que el cristal cobre protagonismo, esa es la cocina. Junto con el salón, es una de las habitaciones donde más tiempo pasamos, y por ello es esencial que ésta sea un ambiente agradable y acogedor. Los utensilios y el menaje de cristal han ganado la batalla a la porcelana, y los objetos hechos de vidrio como las jarras, los tarros, las copas o los vasos pueden contribuir a crear una sensación de limpieza y pulcritud. De hecho, seguro que tu comida lucirá mucho más si la sirves en una vajilla que sea transparente.
Muchos de estos objetos pueden ser reutilizados (el reciclaje del vidrio es importantísimo) y además se pueden decorar fácilmente con flores, piedras, pintura o tela, para añadir un punto de color y vida al material. La moda del Do It Yourself ha abierto un mundo de posibilidades al cristal.
© Maison du monde
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