Cuando te has cansado de los típicos vestidos de fiesta, te has pasado al pantalón y luego al mono, es el momento perfecto para probar el vestido esmoquin. No es ninguna broma, lo hemos visto en las pasarelas de la mano de Céline, Emporio Armani, Antonio Berardi, Dior y hasta Balenciaga.
Yves Saint Laurent enmudeció a sus clientas en 1966 cuando adaptó el esmoquin al armario femenino. Para el diseñador era un símbolo de libertad e independencia y aunque la prensa no lo comprendió, sus amigas, los íconos de la época, no dudaron en lucirlo. Bianca Jagger, Catherine Deneuve, Lauren Bacall y Nan Kempner entre otras, se enamoraron del esmoquin sin pensarlo.
“Para una mujer, el esmoquin es una prenda indispensable con la que sentirse bien siempre porque tiene que ver con el estilo, no con la moda”, afirmaba Saint Laurent.
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La dinner jacket, como la llaman los ingleses, nunca deja de reinterpretarse, en todas las colecciones surgen variaciones y propuestas nuevas, este año ha sido Armani quien ha dado un paso más subiendo a la pasarela el vestido esmoquin.