Los gestos generalmente siempre han dicho más que las palabras. Cosas como: evitar el contacto visual, cruzar los brazos, empezar a ponernos nerviosos… Han sido señales de mentira. No obstante, un estudio llevado a cabo por psicólogos de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), ha podido ver que este tipo de indicadores pueden ser engañosos en algunos casos. Los investigadores confiesan que el lenguaje corporal viene condicionado por muchos factores como pueden ser: la ansiedad, el carácter de la persona o incluso el contexto de la conversación.
“Una persona puede parecer culpable por estar nerviosa, incluso si está diciendo la verdad”, explica Pär-Anders Granhag, uno de los autores del estudio. Por eso, guiarnos solo por los gestos puede llevarnos a extraer conclusiones erróneas, sobre todo si no conocemos a la persona realmente.
Entonces, ¿cómo sabemos si alguien está mintiendo?
Tal y como hemos podido saber a través del estudio llevado a cabo por psicólogos de la Universidad de Gotemburgo, el secreto para saber si alguien nos está mintiendo o no, realmente está en lo que dice. El 72 % de los expertos en detección de mentiras coinciden en que los mentirosos suelen ser personas sin ganas de trabajar, que dejan pasar por alto detalles o brindan información irrelevante. Su discurso tiende a tener poco peso y pierde fiabilidad cuando se les pide precisión.
La técnica para acabar de detectarlo es fácil, pero muy efectiva: hacer preguntas concretas y buscar respuestas claras, detalladas y coherentes. Si la persona tiene dudas, se contradice o cambia su versión, mantente alerta. Como explica Timothy Luke, principal investigador del estudio, “los mentirosos generalmente no quieren entrar en detalles porque eso implica mantener una historia firme durante mucho tiempo, lo cual es más difícil de conseguir”.
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Contrasta bien toda la información antes de delatar al mentiroso
Una de las técnicas más efectivas para descubrir una mentira es verificar lo que se dice con hechos reales. Lo mejor es buscar pruebas que confirmen o desmientan el discurso. “Piensa en la última vez que descubriste una mentira”, plantea Luke. “Seguramente no fue por un gesto, sino por algo que pudiste comprobar: un mensaje, un dato, un testigo”.
Esta técnica, basada en el contraste de hechos, puede aplicarse tanto en el trabajo como en situaciones personales. La conclusión es clara: no hay nada más efectivo que una buena evidencia objetiva.