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¿Por qué mentimos?

por Elena Bonet ,
¿Por qué mentimos?

“¡Mentir no está bien!”: nos lo enseñan desde niños y, sin embargo, mentimos a lo largo del día, sin casi darnos ni cuenta. ¿Por qué la mentira forma parte de nuestro día a día? ¿Con qué objetivo mentimos? ¿Cuál es la diferencia con la mitomanía? Explicaciones:

¿Qué es una mentira?

Se puede definir al mentiroso como alguien que tiene la intención de engañar a una persona, sin alertarle y sin que su interlocutor le haya pedido actuar así. El mentiroso conoce la verdad, tiene la elección de decirla o no.

Se distinguen dos actitudes con respecto a la mentira: la mentira egoísta y la mentira piadosa.

- Las mentiras egoístas permiten:

- Dar una buena imagen de una misma o proteger su imagen a los ojos de su interlocutor: exageramos un poco nuestras cualidades y tenemos cuidado de enmascarar nuestros defectos.

- Obtener un beneficio, un empleo, vender a alguien cualquier cosa que realmente no necesita...

- Evitar un castigo (para un niño): un conflicto o una ruptura (para un adulto).

- Las mentiras piadosas:

Mentimos para no provocar la pena de alguien o complacerle. Se evita, por ejemplo, decirle lo que se piensa de ella, de su peinado o su vestimenta. Algunos psicólogos llaman a éstas mentiras defensivas, porque el objetivo, en el fondo, es preservar nuestra relación con la otra persona. Se miente por miedo de verse privado del amor del otro. Aquéllos que tienen tendencia a decir todo lo que piensan están muy seguros de ellos mismos y no temen perder este amor.

¿Mentimos a menudo?

Según revela un estudio americano, no mentiríamos más que dos veces al día... Pero esto es sin contar el hecho de que tenemos particularmente tendencia a mentir cuando rellenamos cuestionarios. El objetivo: dar una buena imagen de una, hacerse ver bien. Es lo que en psicología se llama “deseo social”.

La mentira: ¿un acto indispensable?

Es prácticamente imposible vivir sin mentir. La mentira es necesaria para la vida en sociedad como lo es en las relaciones más íntimas, de pareja, por ejemplo. Pero ¡no somos por ello manipuladoras diabólicas! Lo importante es ser siempre consciente de la amoralidad de la mentira. Es lo que distingue al mentiroso medio del verdadero mentiroso, para el cual mentir se ha convertido en algo natural. El tiene un nivel de conciencia reducido. Del mismo modo, nos enfrentamos regularmente a la mentira de los otros, sin casi darnos cuenta. A menudo, asumimos la mentira porque en el fondo tenemos miedo a conocer la verdad y preferimos no saberla.

¿Mentir para entenderse mejor?

La mayoría de las mentiras del día a día son actos reflejos, instintivos. Mentir forma parte de las convenciones sociales. El ejemplo más extendido es, sin duda, los saludos. Saludamos a un compañero de trabajo o a un vecino con un “¿qué tal?”, al que, nueve de cada diez veces, nuestro interlocutor responde con un “muy bien, gracias, ¿y tú?”. Aún cuando no es para nada cierto. No decimos la verdad no porque seamos unas mentirosas sino por consideración y educación. Asumimos que es una pregunta de cortesía, y tenemos en cuenta lo que el otro quiere oír, y según ciertos psicólogos, esta es una de las claves para comunicarse bien.

- No obstante, otros profesionales como el psicoterapeuta americano Brad Blanton, afirman lo contrario. Según él, habría que desprenderse del juicio de los demás y atreverse a decir lo que nos pasa por la cabeza, sin ninguna censura... El objetivo: vivir relaciones auténticas, cuanto mejor se conozca uno mismo mejor conocerá a los otros... ¡Medítalo!

La mentira en pareja

Tenemos, sobre todo, tendencia a mentir al principio de una relación amorosa. Incluso en este caso, queremos ofrecer una mejor imagen de nosotras mismas... Pero pasado este tiempo, la pareja es el escenario en el que menos se miente. Para profundizar un poco más en nuestra reflexión, podemos decir que mentir por omisión o educación no quiere decir falta de sinceridad. Porque la verdad y la sinceridad no son sinónimos. La mentira revela, al contrario, otra verdad, más esencial a los ojos de quien miente.

¡Mentiroso desde pequeño!

Para un niño, la mentira es una fase de su desarrollo.

-Hacia los 3 o 4 años, el niño puede comenzar a decir mentiras. Se da cuenta de que no es “transparente” a los ojos de sus padres y que los adultos no pueden saberlo todo sobre él. Al principio, lo hace para divertirse o probar la capacidad de sus padres para descubrirle.

- A partir de los 7 años, asimila el hecho de que tiene pensamientos secretos que no necesitan ser revelados. Aprende a poner falsas caras o a expresar falsas emociones para hacer creíble su mentira. Además, la educación que recibe le inculca una primera forma de mentira: “lo no dicho”. Por ejemplo, “no se habla de esas cosas”, “no se dice eso a la gente”... En definitiva, descubre que puede decir otra cosa de lo que es realmente. Es la mentira en su acepción corriente.

De mentiroso a mitómano

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Se habla de mentira patológica si se trata de mitomanía. Las causas de la mitomanía apuntan a menudo a un shock emocional, un fracaso profesional o cualquier acontecimiento en el que las consecuencias negativas parezcan imposibles de asumir por la persona que lo ha vivido. Huye de la realidad que le hace sufrir y se inventa otro mundo más sereno, construido sobre mentiras. El mitómano no es consciente de su trastorno psíquico, y es a menudo su entorno quien se ve obligado a convencerle para que vaya a un especialista.

Elena Bonet
Durante los últimos 20 años, la prioridad de Enfemenino consiste en amplificar las voces de las mujeres. A través de nuestros contenidos, vídeos y eventos, queremos animar a nuestras comunidades …
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