En nuestro día a día —con tus seres queridos, tus compañeros de trabajo o incluso con desconocidos— es muy importante saber poner límites. Incluso necesitamos poner límites con nosotros mismos, para no acabar cansados mentalmente. Aceptar cosas que en realidad no nos apetece hacer, estar siempre disponibles para los demás hasta no tener tiempo para uno mismo… son señales de alarma.
Si te preguntas si tus límites están establecidos y son respetados, presta atención a estas 8 señales. Puede que te veas reflejado en ellas si tus límites emocionales se sobrepasan de forma recurrente. Cuídate primero, antes de querer cuidar de todos los demás. Y sobre todo, mantente fiel a tus propios límites.
LETTER
8 señales que indican que no pones límites
1. Tu agenda está a rebosar de cosas que no te apetece hacer
Si tu calendario está lleno de tareas que no te apasionan, es un indicativo de que tus límites están siendo ignorados. Ya sea por favores que aceptas hacer a tus allegados, por actividades que te fijas como requisito aunque no te apetezcan en absoluto, o por un trabajo que ya no va contigo, pararte por un segundo a chequear tu agenda es una de las mejores formas de comprobar si tu vida te llena de verdad y si estás consiguiendo fijarte tus propios límites.
2. Das muchas segundas oportunidades a la gente
Ya sea en el terreno sentimental o laboral, aceptas demasiadas cosas que no deberías permitir. Nadie es perfecto, y es normal perdonar un fallo puntual, sobre todo si viene de alguien que te quiere y se arrepiente de verdad. Pero no te equivoques y vayas dejando pasar faltas de respeto una y otra vez. Tu tiempo y tu energía valen oro y no se lo merecen quienes ya no te respetan.
3. Dices “sí” cuando en realidad te apetece decir “no”
Querer complacer a todo el mundo cuando en realidad no te apetece no es amabilidad, es negligencia y falta de respeto hacia ti misma. Evidentemente, ayudar a los demás está bien, pero no siempre, ni a costa de tu bienestar. Saber decir “no” no te hace egoísta: es una forma de autocuidado.
4. Te sientes constantemente cansada
El cansancio físico y emocional es una de las señales más notables de que tus límites están siendo sobrepasados. Si te despiertas ya cansada, si sientes que no puedes más, algo tiene que cambiar —y rápido. Todo empieza por poner límites claros, comunicarlos y hacer que se respeten. Pero antes de esperar que los demás los respeten, debes ser tú quien los respete antes.
5. Hay demasiado “drama” en tus relaciones
Tanto en el amor como en la amistad: si tus relaciones están llenas de conflictos, discusiones o altibajos constantes, probablemente no estás en el lugar correcto. Analiza cómo te sientes con esas personas: si te restan energía, si tu ánimo decae después de verlas o si todo se convierte en un motivo de tensión, entonces ha llegado el momento de protegerte y tomar distancia.
6. Nunca pides ayuda a nadie
Pasas tu tiempo ayudando a los demás, pero nunca te permites pedir ayuda. Incluso cuando estás en apuros, prefieres cargar sola con el inconveniente antes que “molestar” a alguien. Esta autoexigencia extrema suele venir del miedo a no ser suficiente o a decepcionar, pero a la larga te aísla y te agota por completo.
7. No expresas tus necesidades ni tus deseos
Te preocupas por lo que quieren los demás, pero tus propias necesidades quedan a un lado. Peor aún: ni siquiera las expresas. Y sin comunicación, nadie puede saber lo que realmente necesitas. El primer paso para tener relaciones sanas es decir claramente lo que deseas; el segundo, mantenerte fiel a ello.
8. Cambias según la persona con la que estés
Si tu manera de comportarte depende de con quién te relaciones, significa que no estás siendo realmente tú misma. No deberías cambiar de actitud, de opinión o de forma de ser solo para encajar o agradar. Tu identidad no es negociable. Si necesitas transformarte para sentirte aceptada, entonces lo que debes cambiar no eres tú, sino tu entorno.